“Hasta la victoria siempre, Fidel”, tituló el sábado el diario Granma al despedir al líder de la revolución cubana. Abajo aparecía una foto del Fidel Castro joven, en los tiempos de la guerrilla, y la transcripción de las palabras con las que su hermano Raúl Castro había hecho el anuncio en televisión, el viernes. “Querido pueblo de Cuba: con profundo dolor comparezco para informar a nuestro pueblo, los amigos de nuestra América y del mundo, que hoy 25 de noviembre de 2016, las 10:29 horas de la noche, falleció el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz”. El escueto mensaje agregaba que el cuerpo sería cremado, tal como Fidel quería, y que la Comisión Organizadora de los Funerales informaría sobre los homenajes previstos.

Desde que la Revolución Cubana derrocó al dictador Fulgencio Batista, el 1° de enero de 1959, hasta su muerte, el viernes, Fidel Castro tuvo tiempo de gobernar por casi medio siglo, sobrevivir al paso de 11 presidentes de Estados Unidos, a cientos de intentos de asesinato y a diversas especulaciones sobre su salud. Finalmente, murió a los 90 años, una década después de haber sido sometido a una cirugía que lo llevó a delegar sus cargos de gobierno en su hermano.

Pese a estar alejado de los cargos oficiales, Fidel seguía siendo a los ojos de todo el mundo la encarnación de la Revolución Cubana y del gobierno que se instaló a partir de entonces. Sus defensores lo consideran un ejemplo de revolucionario, destacan sus logros excepcionales en políticas de educación y salud, y su capacidad de resistir al ahogo económico que implicó su rivalidad con un país tan cercano a Cuba y tan poderoso como Estados Unidos. Este enfrentamiento desigual es quizá uno de los principales elementos constructores de su figura. A su vez, sus detractores lo acusan de haberse aferrado al poder, de restringir libertades y de perseguir a la oposición. En todo caso, dentro y fuera de Cuba se hablaba el fin de semana de la muerte de un dirigente político que cambió la historia de su país y sin el cual hubiera sido muy distinta la historia de América Latina.

Por toda la isla

Santiago de Cuba, la ciudad que más tarde fue considerada la cuna de la revolución, fue uno de los lugares en los que Fidel Castro se educó, después de pasar por escuelas públicas de Birán, la localidad de Holguín en la que nació el 13 de agosto de 1926, tercero de siete hermanos. Es también Santiago de Cuba el lugar en el que serán enterradas sus cenizas el domingo, en el cementerio de Santa Ifigenia, en el que está sepultado José Martí.

Banderas a media asta, la suspensión de los espectáculos públicos y una programación “informativa, patriótica e histórica” en la radio y la televisión son algunas de las medidas que incluye la declaración de nueve días de luto nacional dispuesta por el Consejo de Estado. Estas señales de duelo se mantendrán hasta el domingo, y acompañarán los diversos homenajes que están previstos.

Antes de su sepultura, las cenizas de Fidel Castro serán trasladadas en un recorrido inverso al de la Caravana de la Libertad, que él encabezó al comienzo de la Revolución Cubana, en 1959. Hoy y mañana los homenajes tendrán lugar en la Plaza de la Revolución, sede de innumerables actos oficiales masivos y de los largos discursos pronunciados por Fidel a lo largo de las décadas.

Aquella caravana

Años antes de la Revolución Cubana, la militancia política de Fidel Castro comenzó en la universidad, en la Federación Estudiantil Universitaria, cuando estudiaba Derecho en La Habana. Durante el tercer año de la carrera, en 1947, se sumó a un contingente que se formó para ir a República Dominicana a luchar contra la dictadura de Rafael Trujillo. Pero la expedición en barco fue detenida por la Marina cubana antes de que llegara a combatir.

En 1950 Fidel Castro egresó de la universidad y llegó a ejercer como abogado. Dos años después, el 10 de marzo de 1952, comenzó en Cuba la dictadura de Fulgencio Batista y con ella su militancia contra ese régimen. Al año siguiente organizó un contingente de unos 160 estudiantes y trabajadores con los que impulsó el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. Aquella acción fracasó y el dirigente fue detenido. En prisión, fundó el Movimiento Revolucionario 26 de Julio.

Una vez fuera de la cárcel, en 1955, viajó a México, donde reagrupó a su organización política y organizó el levantamiento armado contra Batista. En México se entrenó junto a Ernesto Che Guevara, a quien conoció en ese país, y Camilo Cienfuegos. En 1956, compraron el Granma, un barco con el que llegaron a Cuba un total de 82 combatientes. Desembarcaron el 2 de diciembre en la playa La Colorada y tuvieron que enfrentarse a las fuerzas de Batista, que los localizaron. Muchos de ellos murieron y otros lograron reunirse en la Sierra Maestra. Allí, Fidel, Raúl y el Che se refugiaron y conformaron el grupo que lideraba a los rebeldes.

Al frente de la columna José Martí, Fidel participó en muchas de las principales batallas contra el régimen, que finalmente fue derrotado. A la dictadura no le quedó otra opción que reconocer la victoria de los guerrilleros el 28 de diciembre. El 1° de enero Fidel entró triunfante en Santiago de Cuba y el 8 llegó a La Habana. Una vez logrado el objetivo, siguió en funciones como líder militar y el 13 de febrero fue nombrado primer ministro del nuevo gobierno.

Aquella hazaña revolucionaria se volvió mítica y se ganó la admiración internacional de la izquierda, tal como lo hicieron después las reformas populares que llevó adelante el gobierno liderado por Fidel Castro, y su capacidad para desafiar a Estados Unidos, a 150 kilómetros de sus costas.

Desde el comienzo de su gobierno, Fidel Castro afectó a los intereses estadounidenses en Cuba con la nacionalización de empresas extranjeras en 1960, cuando también llevó adelante una reforma agraria y expropió los latifundios. Ese año estableció, además, relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. En abril de 1961, proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana y pocos meses después, en diciembre, se declaró a sí mismo marxista-leninista.

La administración de Dwight Eisenhower estaba decidida a hacerlo caer. Una de las medidas dispuestas con ese objetivo fue el embargo a las exportaciones cubanas, otra era el apoyo a grupos armados contrarrevolucionarios o los intentos de asesinato de dirigentes. Se estima que contra Fidel Castro hubo más de 600 intentos de homicidio. A estas acciones se sumó un plan para invadir la isla con mercenarios y exiliados cubanos. Fue en la administración de John F Kennedy que finalmente se llevó a cabo. El episodio conocido como Bahía de Cochinos -porque allí desembarcó el grupo armado- terminó en un fracaso para Estados Unidos, que no quería quedar en evidencia respaldando con su fuerza aérea esa acción, y fue una victoria militar para Cuba.

Fue en medio de esta tensión y con el dato de que estaba en marcha otro plan estadounidense para invadir Cuba que la Unión Soviética instaló una base de misiles en ese país. Cuando Estados Unidos se enteró, anunció un despliegue militar para poner un “cerco” naval a Cuba. El episodio, de 1962, fue conocido como la “crisis de los misiles”, y fue otro momento clave en esos años, porque amenazaba con calentar la guerra fría. La crisis terminó con un acuerdo entre Washington y Moscú, sin la participación de La Habana, para que se retiraran los misiles soviéticos. A cambio, Kennedy se comprometía a no invadir Cuba de forma directa ni mediante el apoyo a terceros. Por entonces Washington aumentó el bloqueo a Cuba y prohibió el comercio con la isla.

En 1965, cuando el Che dejó sus cargos y se fue del país, el gobernante Partido Unido de la Revolución Socialista se transformó en el Partido Comunista de Cuba, del que Fidel Castro fue secretario general por décadas. El acercamiento a Moscú se consolidó y, años más tarde, la caída de la Unión Soviética tuvo un enorme impacto en la economía cubana, que se había vuelto dependiente del vínculo con ese país. A consecuencia de este cambio en la política internacional, el gobierno de La Habana tuvo que decretar una serie de medidas de restricciones económicas en 1990. En 1999, el acercamiento con la Venezuela de Chávez le dio un alivio económico.

Mucho antes, en las dos primeras décadas de gobierno de Fidel, Cuba miró hacia África. Apoyó a Argelia en la guerra con Marruecos y también a quienes luchaban por la independencia contra el colonialismo en Etiopía, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Angola, donde combatieron más de 300.000 cubanos.

En 1976, con una nueva Constitución, Fidel Castro fue elegido presidente del Consejo de Estado y cuatro años después asumió también el cargo de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Recién en julio de 2006, dejó esos cargos cuando los delegó de manera provisoria en su hermano. Comenzó a publicar sus columnas, “Reflexiones” en la prensa estatal cubana, y su presencia pública se redujo al mínimo. En 2008 oficializó su retiro. Anunció que ya no aceptaría un nuevo mandato en los cargos ejecutivos que ocupaba porque no estaba en condiciones físicas para ejercerlos, y el Parlamento eligió a su hermano en su lugar. El viernes, Raúl, en su discurso televisado, despidió a Fidel con un “¡Hasta la victoria siempre!”, que horas más tarde haría suyo el Granma.