Ruido de bombos, banderas, overoles naranjas, remeras rojas y cánticos permanentes cubrieron ayer la plaza 1º de Mayo, donde la Asamblea General Nacional del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (SUNCA) aprobó por unanimidad el preacuerdo de convenio colectivo firmado en la madrugada entre representantes de ese sindicato, de la Cámara de la Construcción del Uruguay y del Poder Ejecutivo.

El secretario general del SUNCA, Óscar Andrade, explicó a la diaria que el convenio, que regirá hasta julio de 2018 (22 meses), establece dos porcentajes de aumento: “11%, más 8% si la inflación se comporta por debajo de 7% anual. Si la inflación se comporta por encima de 7% anual, lo que se comporta por encima se acumula al ajuste de 8%, que es un ajuste por diez meses, y lo que exista de diferencia para la inflación real en esos últimos meses del convenio quedaría como un componente de crecimiento de salario”. Esto quiere decir que el mínimo de ajuste salarial para los 22 meses de duración del convenio es un acumulado de 11% más 8%, exactamente 19,88%.

El dirigente Daniel Diverio dijo a la diaria que el primer avance fue el reconocimiento de que “el correctivo del convenio pasado le correspondía tanto a la construcción como a otros gremios que estaban sin correctivo”, y que será anual. “El convenio dice que en el correctivo anual otorgado a los trabajadores de la construcción se puede trasladar a precios sólo lo que está dentro del marco de las pautas salariales” del Poder Ejecutivo, pero “el resto, la diferencia, la tienen que absorber las empresas”, añadió.

Diverio agregó que se consiguió incluir una serie de puntos importantes de la plataforma sindical, como “una bolsa de horas que se va acumulando por horas de trabajo, para que el trabajador pueda hacer cursos de capacitación con horas pagas”; la generación de “una comisión que trabajará en salud laboral y seguridad social para atacar el tema de la informalidad -40% de los trabajadores de la construcción nunca se jubila debido a ese problema- y el de la salud laboral”; otra comisión que va “a trabajar en la inclusión de los discapacitados en la industria”, y “la creación de un protocolo de prevención de conflictos que, ante una situación de ese tipo, establece que las partes no tomarán medidas por 48 horas hasta tratar de solucionar el tema de manera bipartita”. “Esto implica que si la empresa va a hacer una reestructura o va a echar a un trabajador, antes de tomar esa medida tiene que dar un plazo de 48 horas y, junto con la organización sindical, encontrar una solución. En caso de que no se encuentre, se puede buscar otro ámbito, que puede ser el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y de no haber acuerdo, las partes quedan con las manos libres para tomar las medidas que consideren pertinentes”, explicó. El dirigente informó que probablemente hoy se le dé redacción final al convenio acordado y refrendado por la asamblea.

Hora de balance

Consultado por el impacto de este acuerdo, que abarca a un sector con 70.000 trabajadores, sobre el resto de los grupos que vienen negociando en esta VI Ronda de los Consejos de Salarios y que el PIT-CNT consideraba “trancada”, Andrade opinó que “hay sectores que tienen objetivos distintos en la negociación”; “nosotros íbamos con el objetivo de consolidar un proceso de crecimiento del salario y de habilitar una serie de puntos programáticos, pero es claro que el objetivo de los trabajadores del comercio [por la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio y Servicios] está en otro momento de la negociación, porque parte de niveles salariales que son de pánico”.

Para el ex diputado comunista, que dejó su banca para volver a la actividad sindical, “a diferencia de la interpretación del pensamiento conservador”, con la aceptación de flexibilizar las pautas salariales “el Poder Ejecutivo demostró fortaleza”. “Suscribo las palabras de Tabaré [Vazquez] en Brasil el año pasado, cuando sostenía que en materia de negociación colectiva la flexibilidad es una fortaleza y no una debilidad. El peor escenario para la negociación colectiva, para el país y el gobierno habría sido que se desencadenaran procesos en los que no se llegara a acuerdos en ningún lado y se incrementara la conflictividad. Ambientar la negociación cuando estamos hablando de instrumentos, cuando está trancada, es una actitud inteligente y sensible. La izquierda debería pararse a defender esa interpretación. El planteo de ofensiva, de aullido, de decir ‘quebraron, pisotearon al gobierno’, no va. Se alcanzó un convenio razonable y ninguno de sus aspectos puede pensarse que pone en riesgo algo. Me parece que ahora está en disputa el balance”, concluyó Andrade.