Frente a la sede de la Dirección Nacional de Cultura (DNC), de cuya fachada cuelgan pancartas que se preguntan “¿Cultura?”, sus trabajadores se movilizaron ayer acorde al rubro: con un escenario por el que pasaron artistas. Adrián Reffo, del Área de Ciudadanía y Territorio de la DNC y coordinador del Programa de fortalecimiento a las fiestas tradicionales, dijo a la diaria que las movilizaciones surgen ante “un proceso de desgaste que se ha ido agudizando” y a un “constante ninguneo de las autoridades”. Con esto no se refiere únicamente al director de Cultura de turno, sino también al ministerio, ya que a ese nivel “se ha hecho muy poco” por las relaciones laborales y “más bien se han generado parches”.

La plataforma reivindicativa de los trabajadores incluye, entre otras cosas, como publicamos en la edición de ayer, la denuncia de “salarios sumergidos” y la “inequidad salarial”. Según explica Ana Montesdeoca, delegada de la Asociación de Trabajadores de Educación y Cultura, es necesario diagramar una estructura orgánica que permita definir “cuáles son las áreas, los departamentos, las divisiones y, dentro de ellas, los trabajadores que se requieren, las funciones de estos trabajadores y cómo se distribuirá el trabajo”. La ausencia de esta estructura, además de inequidad, dice, “genera condiciones que lesionan la salud laboral del trabajador, ante la falta de organización clara del trabajo”.

Por otra parte, denuncia que los trabajadores no han sido contemplados en los procesos de evaluación, diálogo y análisis del Plan Nacional de Cultura, y que han estado “totalmente por fuera del proceso”, que, además, “está siendo llevado adelante por un equipo externo tercerizado, que ha desconocido que aquí dentro hay una cantidad de profesionales capacitados, comprometidos y conocedores de la tarea, que incluso han intentado apoyar los primeros pasos del Plan Nacional y que después fueron dejados de lado”. Para Montesdeoca, “no potenciar a trabajadores comprometidos, que aman la cultura y sienten que desde aquí están aportando al desarrollo de la cultura del país”, es algo que no se puede comprender y “es muy difícil de procesar”. Reffo dijo que los trabajadores son conscientes de que se “quejan” de algo “que no existía”, en referencia al “gran impulso que ha tenido la cultura desde hace diez años hasta ahora”, pero que eso no los puede colocar en un lugar de “quietismo permanente”. Agregó que sin los trabajadores, “80% de los programas culturales de los que el gobierno se jacta no podrían llevarse a cabo”.

Los trabajadores apuestan a consolidar un ámbito de negociación bipartita dentro de la DNC, pero dicen que las reuniones se suspenden, y que comienzan a sentir “una pérdida de interés en las problemáticas de los trabajadores”. Montesdeoca considera que la cultura es un eje transversal de toda la política de gobierno, pero siempre se le termina recortando el presupuesto porque “no es prioridad”, y es ese “lugarcito fácil” de donde recortar, porque “parece que [al hacerlo] no pasara nada”. “No es solamente una cuestión de presupuestos, sino también de costos políticos”, dijo.