¿Sus familias estuvieron vinculadas al sindicalismo?
TG: -Mis viejos directamente no estuvieron en sindicatos, pero sí son gente de izquierda. Pero mis abuelos y mis tíos sí, siempre estuvieron vinculados al movimiento sindical, en AUTE y en la Universidad de la República.
SM: -La mía es una situación parecida. Mi familia siempre estuvo vinculada a la militancia social y política, pero no a nivel sindical.
Este fue un año importante para FUECYS, que aumentó mucho su visibilidad pública. ¿Cómo lo vivieron?
TG: -Fue un año intenso. Nosotras dos estuvimos en los Consejos de Salarios. Fue un año trascendente porque por primera vez hubo una cantidad importante de jóvenes y de mujeres participando en las mesas de negociación y en las movilizaciones. Es un cambio significativo, sobre todo si lo comparamos con otros sectores de actividad y con lo que venía pasando en la propia FUECYS. En la federación, 60% de las afiliadas son mujeres, por lo tanto es importante que haya una presencia femenina fuerte en las negociaciones y en la conducción. En el último congreso se votó la Ley de Cuotas para las próximas elecciones: una de cada tres integrantes de cada lista tiene que ser mujer. Esa ya es una conquista importante, aunque falten otras. También se han votado cambios para incentivar la participación de jóvenes en FUECYS, que hoy tiene unos 45.000 afiliados; tenemos una cantidad muy importante de afiliados menores de 35 años.
SM: -En el caso del sector Tiendas, llegamos a un buen convenio: alcanzamos los 20.000 pesos de salario mínimo, que era uno de los reclamos más importantes, también conseguimos muchas cosas que no tienen que ver con salarios, vinculadas a condiciones de trabajo. Quedamos muy conformes. También quedamos muy satisfechas con la legitimidad social de nuestras medidas; antes pasaba que durante las ocupaciones la gente se enojaba y te cuestionaba por la medida. Ahora venimos sintiendo mucho apoyo, te dabas cuenta de que la gente se interesaba. Nos preguntaban qué estábamos reclamando, y cuando les explicábamos nos dábamos cuenta de que enseguida nos respaldaban.
TG: -Además de la identificación, lo que sentimos fue la empatía de otros trabajadores, porque cuando hablás de que estás peleando por 20.000 pesos, todo el mundo entiende lo que significa ganar 20.000 pesos. Había una identificación inmediata de otros trabajadores, como un sentimiento de pertenencia. Los convenios podrán gustar un poco más o un poco menos, pero logramos todo aquello por lo que veníamos peleando, o sea que el balance es positivo. La sensación es mejor que la que nos había quedado en los anteriores Consejos de Salarios. Otra cosa importante es que se fortaleció mucho la relación acá adentro: si había una medida en supermercados o en tiendas, participábamos también los que somos de otros sectores. Además, hemos contado con la solidaridad de otros sindicatos. Que eso haya pasado justo el año en el que se cumplen 50 años de la unificación del movimiento sindical uruguayo es algo que nos llena de orgullo y nos pone muy contentas.
Hubo campañas para no comprar en los supermercados del grupo Casino. No sé si eso había pasado antes
SM: -Seguro que nunca había sido tan fuerte como esta vez. Este año, el compromiso de la población y el apoyo social se notaron muchísimo.
TG: -Se logró llegarle de otra forma a la gente. Creo que pudimos explicar y convencer de la justicia de nuestros reclamos, que es lo fundamental en cualquier conflicto. Estamos hablando de 20.000 pesos, una cifra que sigue siendo insuficiente. Porque una cosa es hablar de los salarios sumergidos, pero otra cosa es cuando lo ves concreto en un reclamo, cuando ves que hay un trabajador que te dice que cobra 12.000 pesos mensuales en empresas que están teniendo ganancias muy importantes. Mucha gente venía y te decía: “Pero ¿de verdad pagan 12.000 pesos en un supermercado?”. Eso te daba la pauta de que eran situaciones que en algún punto estaban invisibilizadas. Por otra parte, en algunos sectores sigue pesando una concepción que tiene que ver con la meritocracia, eso de pensar: “Bueno, si trabaja en el súper es porque no estudió, entonces está bien que gane eso”. Eso también pesa.
Recién hablabas de los 50 años de la unificación del movimiento sindical. ¿Lo sienten como una mochila?
TG: -En el departamento de jóvenes acompañamos de cerca todas las actividades que se hicieron por los 50 años, y la verdad es que lo sentimos como una lucha propia. Es una mochila, pero en todo caso se lleva bien, con orgullo. Entendemos bien lo que costó llegar a esa unidad, y después te pasa, cuando militás todos los días, que hay fricciones y diferencias, pero en el fondo tenés incorporado que hay batallas que se dan en unidad, porque si no, se te va a complicar mucho, va a ser más difícil.
¿Cuánta importancia les dan a los ámbitos de formación sindical?
SM: -Tenemos varias instancias de formación, sobre todo en el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT. Pero la principal formación la tenés en la práctica, militando o en las negociaciones en los Consejos de Salarios.
¿Cómo se llevan con las corrientes de opinión y sus equilibrios?
TG: -Responder que estamos totalmente ajenas sería bastante hipócrita... El tema es si como jóvenes tenemos la capacidad de construir formas de militancia diferentes. En ese sentido, sabemos que existe esa necesidad de mantener equilibrios y articular entre corrientes, pero también tenemos la obligación de identificar ciertos vicios y superarlos. En todos los ámbitos, tratamos de articular de la mejor manera, siempre confraternizando con el que está al lado, más allá de que todos pertenezcamos a tal o cual corriente. Porque el tema es sencillo: estás disputando con cámaras empresariales que tienen mucho poder, y sin unidad entre los compañeros se te va a hacer mucho más cuesta arriba.
SM: -Sobre todo en esta coyuntura: este año, las principales cámaras empresariales se unieron en una misma confederación [se refiere a la Confederación de Cámaras Empresariales, una alianza intergremial que engloba a 20 organizaciones empresariales]. Eso te demuestra cómo se vienen manejando. El que piensa que en Uruguay la derecha no está organizada se equivoca; sigue estando muy organizada y permanentemente busca la forma de organizarse mejor. Ellos critican permanentemente al movimiento sindical por corporativo, pero está clarísimo que tienen también sus formas y prácticas corporativas.
FUECYS ha innovado en materia de comunicación, con campañas bastante diferentes de las que se veían en el movimiento sindical.
TG: -Es probable que en eso pese también la incorporación de las nuevas generaciones, con su forma de vincularse con las nuevas tecnologías, que son fundamentales. También pasó en la central; si mirás lo que elaboró por los 50 años de la unificación sindical, te das cuenta enseguida de que hay una visión diferente de la comunicación y que hay mayor interés por usar nuevas herramientas y plataformas. Muchas veces, sentimos que se intenta desprestigiar un reclamo sindical, algo que siempre pasó; lo nuevo es que con las redes sociales tenemos la posibilidad de responder, algo que antes no teníamos.
SM: -Más allá de que siempre van a aparecer crónicas malintencionadas o intentos de ensuciar la cancha, siento que este año se generaron muchas noticias sobre los conflictos [en FUECYS] y eso sirvió para que se visibilizaran nuestros reclamos.
¿Qué cosas quedaron pendientes para 2017?
SM: -Siempre queda pendiente generar mayor organización, que haya más trabajadores afiliados. En el caso del sector Tiendas, para nosotras es muy importante todo lo organizativo, porque es un sector con una movilidad laboral muy fuerte; la gente trabaja unos meses y, apenas puede, cambia de laburo. Esa situación dificulta mucho la consolidación de la herramienta sindical. Por otro lado, la gente cambia de trabajo precisamente por las situaciones por las que estamos peleando: por salario, por mejores condiciones de trabajo. Los horarios son todo un tema; se trabaja hasta las 23.00, se trabaja los fines de semana, tenés apenas un día libre en la semana. Y se trabaja bajo muchísima presión, no es un trabajo tranquilo. En Forever 21 nos pasó que cuando recién formamos el sindicato no hubo resistencias de la patronal, entre otras cosas porque también era nueva en el tema, los dueños recién estaban llegando. Pero después la situación empezó a complicarse y han aparecido casos de persecución sindical, que lamentablemente continúan. A un compañero le prometieron un ascenso, pero a cambio le pidieron que se desafiliara del sindicato. Esas cosas pasan todo el tiempo. No es que lo logren todo el tiempo, pero lo intentan.
En el caso de los trabajadores rurales, el sindicato muchas veces ha planteado que las mayores dificultades no pasan por lo salarial. Sostienen que, en el fondo, las patronales rechazan la negociación colectiva porque no quieren estar en una misma mesa con sus peones. ¿Han sentido algo así?
SM: -Lo que es evidente es que la Cámara Nacional de Comercio y Servicios siempre está tratando de que no haya negociación, y en realidad preferirían no tener que estar en ese ámbito. Muchas veces, notabas que te discutían pero no lo hacían por un tema de plata, sino que más bien intentaban demostrar en todo momento quién es el que manda.
TG: -Ellos históricamente han tenido mucha impunidad, y enfrente tienen sectores que tradicionalmente son muy difíciles de organizar. Recién ahora están empezando a sentir el peso real que podemos tener los trabajadores organizados, y eso genera resistencia. No debe de ser sencillo para ellos pasar de tener todo el poder y de sentir, además, que podés hacer lo que querés, a empezar a dar explicaciones, a tener que sentarte en una mesa a negociar con los trabajadores.