“Lo recuerdo seriote y siempre cariñoso, una vez se sacó los bigotes y no lo reconocíamos. Cuando mi hermana y yo éramos chicas no teníamos auto, papá utilizaba a veces un auto militar y nos moríamos de ganas por subir, pero él nunca nos dejaba. Vivíamos en un barrio bastante pobre y creo que los demás niños nos veían como algo un poco especial porque papá era militar. Mamá daba sus clases de costura y los dos trabajaban mucho. De noche papá nos leía poemas, siempre me acuerdo, cuando éramos más grandes nos regaló una colección de arte, a papá siempre le interesó la cultura. Lo que más tenemos que agradecer mi hermana y yo, es la educación que nos dieron nuestros padres, nos enseñaron a tratar y enfrentar a todo el mundo igual, sin distingos de ninguna clase. Eso nos sirvió mucho en la vida. Cuando papá asumió la vida política, mamá tuvo como una gran clarividencia, creo que se imaginó todo lo que nos esperaba. Todos respetamos mucho su decisión pero indudablemente la vida de la familia se alteró por completo. Conocimos las amenazas y los insultos”, contó Bethel Seregni, una de las hijas del general Liber Seregni, al semanario Aquí (20/06/1984).

Liber Seregni nació el 13 de diciembre de 1916 en el barrio Palermo de Montevideo y realizó sus estudios en la escuela pública Brasil, en Pocitos. Se recibió de alférez del Ejército Nacional en 1936, y su primer destino como oficial fue el Regimiento de Artillería Montada Nº 2 con sede en Trinidad, departamento de Flores. En 1941 se casó con Lilí Lerena, con la que tuvo dos hijas: Bethel y Giselle. En 1966 fue ascendido al grado de general, pero en 1968 solicitó su pase a retiro. En 1971 participó en la fundación del FA, del que sería el primer candidato a presidente.

“En los años setenta, cuando era terrible llamarse Seregni, me borraron de mi cargo como técnica en medicina nuclear. Me fui a Suiza con una gran angustia cuando papá estaba desaparecido, extrañé terriblemente hasta que decidí volver. Después tuve que ser una especie de embajadora de papá en el exterior”, siguió contando Bethel. Seregni fue detenido por la dictadura por segunda vez en enero de 1976 y no conoció más la libertad hasta las 17.45 del 19 de marzo de 1984. Bethel recordó ese día: “La liberación fue una enorme alegría. En los últimos tiempos, en los grandes actos, me resulta increíble escuchar los comentarios que despierta papá en la gente. Hace poco mientras pasaba por la casa de papá, una señora me dijo -¡Allí vive Seregni!-”.

Fuimos, somos y seremos

“Seregni, amigo, el pueblo está contigo”, cantaba la multitud que recibió a Seregni en su casa de Bulevar España y Bulevar Artigas, tras su liberación. Un video publicado en Youtube en noviembre de 2014, realizado con el aporte de imágenes de José Luis Díaz Rossello, registra la tarde-noche en la que Seregni arriba a su casa, donde lo espera una gigantesca multitud que no para de cantar y saltar e innumerables bocinas de vehículos que se escuchan de fondo y días subsiguientes en que siguieron visitándolo personalidades y amigos. Si bien el montaje de la imágenes no es lineal con respecto a lo ocurrido, tomaremos el orden del audiovisual.

El general sale al balcón de su apartamento junto con su esposa y sus hijas a saludar a la gente, que lo recibe coreando consignas. Luego se suman referentes del FA como su compañero de fórmula en la elección de 1971, el doctor Juan José Crottogini, y el senador Hugo Batalla, entre otros. “Con el Frente, Seregni presidente”, siguió la multitud, rememorando los cánticos de 1971. Seregni vuelve a salir y grita con todas sus fuerzas: “Muchas gracias, compañeros”. Posteriormente, la gente se pone a cantar el Himno Nacional y continúa con los cánticos contra la dictadura: “Borom bom bom, borom bom bom, el que no salta es un botón”.

Seregni intenta hilvanar un discurso sin ayuda de ningún tipo de amplificación: “Quiero decirles dos o tres palabras: primero, mi tremenda emoción, mi reconocimiento y mi cariño para ustedes”. A esto sigue una explosión de vivas y aplausos. Enseguida alguien le alcanza al general un megáfono con el que continúa: “Bueno, con esta ayuda creo que voy a poder hacerme entender mejor. Han pasado diez largos años. Salgo con la conciencia tan tranquila como entré”, y otra vez los aplausos y el griterío. “Salgo más firme. Salgo más convencido de nuestros ideales. Salgo más decidido que nunca a entregar hasta el último átomo de mis energías al servicio de nuestro pueblo”, continuó, para ser interrumpido de nuevo por la multitud. Luego el general dice que si bien “es momento de expresar una tremenda alegría”, también “es momento de pensar el camino que tenemos que transitar hacia adelante”. “La patria marcha a la reconquista de la democracia, en ese camino estamos. Todos nuestros esfuerzos son para facilitar esa marcha y para alcanzar la libertad y el total ejercicio de la democracia. Ni una sola palabra negativa, ni una sola consigna negativa”, pidió Seregni a la gente, dando los primeros pasos públicos de su camino por la pacificación y contra todo tipo de expresión de rencor, algo que no lo eximió de detractores y enemigos. Enseguida, pronuncia la tan recordada frase acerca del FA: “Fuimos, somos y seremos una fuerza constructora. Obreros de la construcción de la patria del futuro”. Y continúa: “Sólo quiero repetirles ahora mi tremenda emoción de este momento. Mentiría si no les dijera que en estos largos años cuántas veces soñé con el momento de ser reintegrado a la libertad que me había sido sustraída, pero una cosa es soñarlo y otra es vivirlo, compañeros, como estoy viviendo en este momento”. Seregni intenta pedir a aquella multitud que regrese a sus hogares de manera pacífica, evitando que se puedan producir incidentes represivos, y al mismo tiempo coloca sobre la mesa los temas de mayor sensibilidad en la lucha contra la dictadura: “Sólo quiero decirles, una y mil veces, muchas gracias, compañeros. Antes de que ustedes se retiren, quiero decirles una cosa: la gran preocupación de este momento, para poder transitar efectivamente los caminos a la recuperación de la democracia, es la pacificación de los espíritus, la pacificación nacional. Lo sentimos como una necesidad. No hay democracia si no hay paz, y la pacificación que lleve al reencuentro de los orientales tiene que reconocer necesariamente la más amplia de las amnistías, la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados, la desproscripción de hombres y partidos”. Estas últimas palabras hacen estallar a la gente en gritos, aplausos y cánticos.

Cansado no, emocionado

El video muestra cómo Seregni vuelve al interior de su apartamento y continúa saludando a personalidades y políticos que lo fueron a visitar el día de su liberación: la senadora Alba Roballo, la actriz China Zorrilla, el general Víctor Licandro, Rafael Michelini, Guillermo Chifflet -al que le dice: “mi primer entrevistador”, porque le hizo la primera entrevista, que salió publicada en Marcha-, Danilo Astori -al que se refiere como “aprendiz”-, y a tantos otros que aparecen, como Juan Pablo Terra, Juan Young, Pablo Mieres, Carlos Baráibar, etcétera. Pero cae la tarde, llega la noche y la multitud continúa en la calle, frente al edificio. Seregni tiene que volver a salir al balcón, aceptar otra ovación, pedir con su mano en alto un poco de atención, de silencio, y volver a hablar: “Sólo les pido a ustedes que en una demostración cabal de que el pueblo se ordena a sí mismo -y nuestro pueblo siempre se ha ordenado a sí mismo- vayan ahora para sus casas”. “Les pido a ustedes que, de la forma más pacífica y más tranquila, cada quien retorne a su hogar. Hoy es un día que privilegie el camino en que todos los que están detrás de rejas por motivos ideológicos y por motivos políticos puedan salir en el más breve plazo, puedan abrirse la puertas y estar todos en la libertad que se merecen. No más, compañeros, comprendan que no estoy cansado. Estoy profundamente emocionado. Muchas gracias otra vez a todos”, concluye Seregni, y la gente lo entiende.

En setiembre de 1984, Seregni viajó a Buenos Aires a reunirse con compatriotas frenteamplistas residentes en Argentina, con el objetivo de impulsarlos a participar en las elecciones nacionales que se celebrarían en noviembre de ese año. Como Seregni estaba proscripto, la fórmula presidencial del FA la conformaron Crottogini y el dirigente sindical José Pepe D’Elía, que llegó a la candidatura a la vicepresidencia por idea del propio general. Seregni habló en un acto multitudinario en las calles Corrientes y Florida, en el que estuvo presente el ex ministro de Economía del gobierno de Salvador Allende Óscar Garretón. En ese discurso Seregni se refirió al histórico triunfo en el plebiscito de 1980, cuando “el pueblo le dijo que no a lo que la dictadura quería” y a las elecciones internas de los partidos políticos de 1982, cuando “el régimen pretendió ignorar” al FA. Vale señalar que Seregni, desde Cárcel Central, donde estuvo recluido, llamó a los frenteamplistas a votar en blanco en esos comicios en los que al FA no se le permitió participar. Sin embargo, otras corrientes dentro del FA militaron para que se votara a los sectores más democráticos de los partidos tradicionales. En ese discurso en Buenos Aires, Seregni también se refirió a la negociación con la dictadura. Sobre el acuerdo logrado con los militares, conocido como Pacto del Club Naval (por el lugar donde se negoció y firmó), y en el que no participó el Partido Nacional porque la dictadura mantenía encarcelado a su líder, Wilson Ferreira Aldunate, dijo: “La negociación es un proceso continuo, y hemos obtenido mucho: la libertad de algunos compañeros presos, la desproscripción parcial del Frente Amplio, la libertad de prensa, la libertad de actividades políticas. Pero eso no es todo, seguiremos y seguiremos negociando en esta etapa de transición, por la libertad de todos los presos políticos, por la libertad de Wilson Ferreira Aldunate y por la desproscripción total de hombres y partidos”.