La Dirección General de Información e Inteligencia Policial, dependencia del Ministerio del Interior (MI), “había tomado conocimiento” en setiembre de este año de “problemas internos” entre “referentes” de la hinchada de Peñarol. Se presume que la indagación no es reciente, aunque fue a partir de ese mes que el MI delimitó una investigación que incluye, entre varios de los métodos utilizados, la escucha telefónica y la incautación de teléfonos celulares. Así lo registró el fiscal Gilberto Rodríguez en el auto de procesamiento previo a que Valetti procesara con prisión por “asociación para delinquir en reiteración real” a cuatro personas (dos ya se encontraban en un centro penitenciario) y por “extorsión” a una quinta persona investigada. De esta forma, la Justicia confirma la existencia de una organización criminal en las hinchadas de Peñarol. El jueves habían declarado en el juzgado futbolistas y dirigentes del club en el marco de esta investigación que se realiza con “gran hermetismo”, según indicaron a la diaria fuentes del MI, y que ya tuvo como consecuencia los primeros procesamientos. Si bien la Justicia ya había procesado con prisión a ocho personas por los disturbios registrados en el marco del frustrado clásico, esos procesamientos no fueron por asociación para delinquir. En palabras del titular del MI, Eduardo Bonomi, citadas por Búsqueda, con estos ocho encarcelamientos “se dio una señal” a la sociedad en general.

La “asonada” de la que habló el presidente Tabaré Vázquez en su gira por Europa el mismo domingo, luego de que volara la garrafa y robaran a los puestos de comida y bebida de la Ámsterdam, se originó en una sucesión de episodios en los que estos barras no obtuvieron una respuesta favorable de la institución. Peñarol designó este año una Comisión de Seguridad nueva, con una estrategia que no incluye a los “referentes” de las “barras bravas”, quienes, perdidos sus “beneficios” (dinero y entradas), comenzaron los contactos con dirigentes y jugadores para que todo volviera a ser como antes. En noviembre, de acuerdo al auto de procesamiento enviado por la Fiscalía, 30 integrantes de estas barras impidieron a jugadores ingresar a una práctica en Los Aromos. Exigían 400 entradas y fuegos de artificio. Pero los futbolistas respondieron que no podían darles lo que pedían. Entonces “comenzaron los actos de violencia y las amenazas”, con dos de los últimos procesados incluidos en los “aprietes”. En el mismo mes, un referente de las hinchadas amenazó a dirigentes. Dijo que “estaban de vivos y que se iba a pudrir todo”, según declaró el gerente deportivo de Peñarol, Juan Ahuntchaín, quien fue -junto con futbolistas y otros dirigentes peñarolenses- a declarar el jueves a raíz de esta investigación conducida por los servicios de inteligencia. Al salir del juzgado, Ahuntchaín dijo en rueda de prensa que “hasta ahora” no ha habido “ningún tipo de problema” y que los jugadores “han sido totalmente respetados por los hinchas”. El 26 de noviembre ocho integrantes de estas facciones de las hinchadas ingresaron sin permiso a Los Aromos para solicitarle a la Comisión de Seguridad del club que se les restablecieran los “beneficios”.

Con el paso del tiempo, “los referentes fueron ganando poder dentro de la hinchada y a raíz de ello, aumentaron sus exigencias hacia el club”. Si la institución “no satisfacía sus pedidos, los integrantes de las ‘barras bravas’ provocaban disturbios, hechos violentos e ilícitos”. Para evitar la violencia, “la institución cedía a las demandas de los ‘referentes’”. El subsecretario del MI, Jorge Vázquez, había declarado a Código país, de Canal 12, que tenía “información de que se repartían entradas de favor, cosa que estaba prohibida”, y aseguró a su vez que la cartera tenía en su poder una imagen en la que se ve “un grupo de entradas divididas para distintos sectores de la hinchada”. El jerarca también dio cuenta de que el presidente de Peñarol, Juan Pedro Damiani, le dijo “delante de otras personas” que Peñarol “compra 200 entradas y las reparte, porque con eso se asegura de que no va a tener problemas en las tribunas. Y eso fracasó”. En enero, el por entonces cesado director técnico de Peñarol, Pablo Bengoechea, ya advertía una relación tensa con la barra brava.Durante la conferencia de prensa que dio tras ser expulsado, Bengoechea reconoció: “Había gente que venía a Los Aromos a ‘meternos el gaucho’”. Dijo que durante su dirección “hubo un cambio en la seguridad, y al sacarlos se manifestaron”, lo que, dijo, le valió varios insultos durante un partido con Defensor Sporting en el Franzini. “Eso existe y ojalá no suceda más en el club”, afirmaba el histórico futbolista.