Aunque la Justicia entendió que María y su hija fueron víctimas de violencia doméstica, la niña, de cuatro años, debe volver a España, ya que la resolución dice que no se pudo comprobar que haya sufrido el abuso sexual que su madre denuncia. La resolución agrega que la Justicia española será la que deberá probar si existió dicho abuso y proteger a la niña. En medio del dolor, María escribió y dio a conocer una carta, de la que reproducimos fragmentos: “Me equivoqué. Me equivoqué en pensar que algún día él podía cambiar, en pensar que una relación era aguantar. Me dejé de lado, me olvidé de mí. Me siento culpable, porque por estas cosas terminó pagando el ser más amado de mi vida, mi pequeña hija. ¿De qué sirvió que mi pequeña guerrera lo contara? ¿De qué sirvió que se revictimizara frente a cada prueba que tuvo que dar? ¿Cómo no alcanza todo lo que dijo para que la cuiden y dejen tranquila en el lugar donde se sintió segura y protegida para contarlo? Sólo alguien que haya pasado por esto sabe el dolor, la impotencia, el desgarro, la angustia que genera que lastimen a un hijo, que abusen de él. En el momento más duro, en el que se iba a definir si mi hija se quedaba en Uruguay para poder seguir en su proceso de recuperación de algo tan traumático como es ser abusada por su propio padre, empezó a pasar algo que nunca hubiese imaginado. Todo el apoyo de tanta gente que de una manera u otra nos demostraba su cariño y el repudio por esta decisión. [...] Yo sólo espero que lo que le pasó a mi hija sirva para que esto no vuelva a ocurrir, que no se vuelva a dejar solo y desprotegido a un niño que gritó su verdad, y que los niños que no pudieron hacerlo, ahora sí puedan. Y que se les crea, se los respete, ayude y se les den las herramientas necesarias para salir adelante, no que se les dé la espalda y se los mande a su país de origen para que las cosas se resuelvan ahí, sin pensar en todas las consecuencias negativas que eso nos va a traer”.