Olga no tenía planificado cortarse el pelo, pero llegó a una peluquería atendida por muchachos simpatiquísimos y se tentó: eran estudiantes del taller de peluquería que estaban rindiendo examen de egreso en la Comunidad Educativa de la Unidad Nº 4 de Santiago Vázquez, la cárcel más conocida por el acrónimo de su nombre anterior, Comcar. Olga, Luis, Gabriel, Luis Upa, Ruben De la Pesca y otros integrantes de Radio Vilardevoz, estudiantes y docentes de las facultades de Psicología y de Ciencias Sociales, participaron ayer en el evento. Algunos, al igual que Olga, se fueron sorprendidos por lo que se decía arriba del escenario y lo que se escuchaba abajo: micrófono de por medio, autoridades, referentes educativos y reclusos reconocieron el esfuerzo que se está haciendo para que los que están privados de libertad puedan hacer usufructo de uno de sus derechos más violentados; entre mate y pucho, referentes educativos, operadores penitenciarios, personal de servicio y reclusos se quejaron de los obstáculos que profesores y alumnos deben sortear todos los días para enseñar y estudiar. A pesar de estar contentos por la celebración y logros alcanzados en el año, de distintas bocas se escuchó decir que el evento fue una “cortina de humo”: jamás hay tantos alumnos juntos ahí.

Lucha. Esa fue una de las palabras que más se utilizaron ayer. Esteban Rodríguez, operador penitenciario grado 5 y gestor de la Comunidad Educativa, fue el primero en hablar. Sin profundizar demasiado en el asunto, se refirió a la incesante batalla -por no decir lucha- que deben dar para llegar a los objetivos planificados; el principal: convivir “de manera digna y en paz”. Se logra, pero no quiere decir que no tengan problemas. “Todos los días hay algo para solucionar, situaciones que emergen de lo personal y se vuelven colectivas [...] Siempre estamos innovando y pensando otras formas de llegar a los objetivos que nos habíamos propuesto... y llegamos, pero nunca por los caminos [previstos]. Por suerte, porque entre medio hacemos un montón de cosas”. Eso dijo arriba; abajo del escenario se escuchó a algunos decir que uno de los principales problemas que deben enfrentar es que no siempre llevan a los alumnos a las clases y talleres, y que las excusas son varias, desde que no hay suficiente personal para asegurar el traslado, hasta falta de organización.

Arriba, el director de esta cárcel -que recluye a 3.500 personas y tiene unos 120 estudiantes de primaria, secundaria y talleres-, el comisario licenciado en Educación Gonzalo Larrosa, tomó el micrófono y también optó por reflexionar sobre la lucha. No sobre cualquier lucha, sino esa que surge a raíz de un sentimiento “transformador”: la indignación. “Sigamos trabajando con la indignación para cambiar las cosas que están mal. No podremos cambiar todo, pero podemos ir ganando espacios permanentemente. Hay que trabajar con el medio vaso lleno mirando el medio vaso vacío; ver lo que estamos construyendo, lo que hacemos [...] y luchar permanente con indignación, que no es rabia, porque la rabia es un sentimiento que pasa, y la indignación es el poder de transformación”. Larrosa reconoció que “hay injusticias profundas” y que “hay que cambiar el sistema”, pero reiteró que sólo eso se logra sumando “esfuerzos”.

Olga también se refirió a la metáfora empleada por Larrosa, pero la trasladó a su propia experiencia: “Hace 19 años, empezamos con el vaso vacío [en alusión a la creación de Vilardevoz]. Soñábamos con tener una antena, y hoy la tenemos. Sigan luchando por lo que quieren: los sueños se cumplen”. Luis no improvisó. Leyó un texto que preparó especialmente para la ocasión en el taller de escritura de Vilardevoz, en el que dejaba entrever el mismo sentir que Olga. Dijo: “Amigos del Comcar, estoy contento de que hayan superado todo lo que se habían planteado desde el año pasado, cuando hicimos un desembarco. Estamos llenos de orgullo de poder volver con la invitación de ustedes para finalizar el año. Un abrazo y sigan así; es una tarea que los libera. Y esperando los bizcochos y el café, que el año pasado estaban muy ricos”. Luis se refería a la transmisión de la radio que hicieron desde allí en agosto de 2015. Upa, como le dicen al otro Luis integrante de Vilardevoz, subió las escaleras despacio, apoyado en su bastón de tres patas. Cuando habló hizo estallar a la Comunidad en aplausos: “Compañeros: esto es un punto de apoyo para salir a la libertad, para que ustedes puedan hacer, como dice ahí [en un cartel colgado en una de las aulas], de su destino el capitán de su alma. No le aflojen: es la manera más certera que tienen para poder salir adelante. Sigan luchando”.

El que no habló de lucha pero sí de resistencia fue el representante de la Asociación de Estudiantes Privados de Libertad, quien aseguró que “cuantas más horas restemos al encierro, que provoca sí o sí un aumento en la agresividad, y dediquemos más horas a educar, resociabilizar, formar y culturizar a las personas privadas de libertad, más oportunidades tendremos de bajar la reincidencia y la violencia, y recién entonces podremos hablar de la utopía de la rehabilitación”.