Sólo una de las cuatro especies incluidas en el género Cannabis sirve para obtener cáñamo industrial. La clave está en la baja concentración de delta-9 tetrahidrocannabinol (más conocido como THC), que debe ser inferior a 1%, mientras que para la producción de sustancias psicoactivas con fines recreativos y medicinales la proporción de THC varía entre 3% y 25%.

Según el estudio de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), “toda la planta puede ser aprovechada”: granos, tallos, flores y hojas. Los granos se utilizan en la producción de diferentes alimentos como leches, quesos, cerveza y harina, además de aceite, que se produce mediante prensión. En todos los casos se destaca el “elevado contenido de proteína” y se cataloga la planta como una “excelente fuente de fibra dietética a incluir en la dieta de personas y animales”. Además de la ingesta, el aceite también presenta una variedad de usos: como lubricante, barniz, pintura, sellador, combustible y detergente, entre otros. Últimamente también se ha incorporado en la producción de cosméticos y productos de cuidado corporal.

La fibra, por su parte, se podría utilizar en materiales de la construcción, en la producción de pulpa y papel y en distintos productos textiles, como telas, ropas y alfombras. No sólo cuenta con “propiedades antihongos y antimicrobianas”, sino que “es tres veces más fuerte, cuatro veces más caliente y siete veces más durable que la fibra de algodón”, establece el informe del MGAP. Además, “tiñe bien y bloquea la luz ultravioleta”.

En cuanto a las propiedades agronómicas, la planta de marihuana presenta un ciclo de cultivo “corto”, de cuatro meses, que la convierte en “una buena opción” a incluir en la secuencia de rotación de cultivos. Además, una investigación del Instituto Nacional del Investigación Agropecuaria (INIA) en 2013 mostró su “buena resistencia” a las primeras heladas y que su siembra “incrementa la fertilidad del suelo y requiere bajas cantidades de agroquímicos, pudiendo certificarse con relativa facilidad como producto orgánico”.

En ventaja

La regulación del Poder Ejecutivo de la Ley 19.172, de diciembre de 2013, posicionó al país como pionero en América Latina al autorizar este tipo de desarrollo agroindustrial no sólo para emprendimientos agropecuarios, industriales y comerciales, sino también para la participación del país en nuevos mercados internacionales. La integración al mercado del cáñamo industrial, si bien temprana en la región, es tardía a nivel mundial, ya que en otros lugares se viene dinamizando desde hace 20 años.

Actualmente son siete los anotados en el Registro Nacional de Cultivadores del Instituto Nacional de Semillas (Inase), y hasta noviembre de 2015 eran cinco las empresas que habían presentado planes de trabajo ante la Dirección General de Servicios Agropecuarios del MGAP, dos de los cuales fueron aprobados; una de ellas ya sembró las hectáreas previstas.

Los planes aprobados tienen diversos objetivos, entre ellos, exportar flores a Estados Unidos, donde se realizaría la extracción de aceites esenciales; exportar grano pelado -pero para esto se necesita equipamiento específico para pelar el grano en el campo-; exportar materia prima, también a Estados Unidos, para la fabricación de ración animal; procesar el grano y exportar aceite instalando una planta aceitera. Como se trata de un mercado nuevo, en el que todavía no hay precios de mercado, el estudio del MGAP indica que se cotiza entre 0,8 y 1,6 dólares por kilo, “dependiendo del grano y su composición”, mientras que el aceite de cáñamo tiene un precio “similar al aceite de oliva”.

Entre las necesidades a corto plazo, señalan la necesidad de registrar el grano y el aceite de cáñamo como alimentos en Bromatología, así como la habilitación como alimentos por parte del Ministerio de Salud Pública, ya que sin estos trámites “no habría opción de desarrollar el mercado interno”.

Más a mediano plazo, el MGAP establece que la consolidación del cultivo en el país podría permitir posicionarlo como exportador de genética. Sin embargo, nota también que el elevado costo de la maquinaria para producir, cosechar y procesar requiere pensar en un modelo organizacional de producción “similar al de Canadá”, donde los productores están asociados en forma de cooperativa y realizan una inversión conjunta, en equipos.

Los actores privados han manifestado que dentro de cinco a diez años el procesamiento de cáñamo derivará hacia la fibra técnica para la producción de bioplásticos, mientras que el informe señala que la sustitución de los hidrocarburos por fibra natural es una tendencia que “se está haciendo notar” y que Uruguay “podría abastecer la industria automotriz de Argentina y sobre todo la de Brasil, donde ya la utilizan empresas como Ford”.