-¿Qué es lo que impide ir más rápido en los cambios educativos?

-La conformación de nosotros, de los humanos. Te acostumbrás a algo y más allá de que salga a la puerta y te diga ‘quiero que Uruguay cambie’, cuando el cambio me toca a mí, no quiero que cambie nada. El Plan Ceibal ha sido resistido, recién ahora ha sido totalmente incorporado. Los cambios cuestan. Los cambios tecnológicos van mucho más rápido que los cambios mentales de un colectivo muy grande de la sociedad. Hay que manejar esas tensiones e ir encontrando un punto de equilibrio que no siempre es fácil. Uno tiene que empujar y a veces los otros se sienten muy empujados.

-El Plan Ceibal se implementó de manera poco convencional, por fuera de las estructuras del sistema educativo. ¿Qué pros y contras tiene esa forma de implementación?

-Tiene muchas más ventajas que desventajas, porque si no todavía capaz que estábamos convenciendo sobre la necesidad de incorporar la informática en las escuelas, y creo que ha sido lo más revolucionario, no sólo del Uruguay sino de los países de la región y del mundo. Que un niño de escasos recursos y sus padres tuvieran acceso a una computadora les abre una ventana al mundo. Si no fuera por Tabaré [Vázquez] y si no hubiese sido hecho de afuera con nivel, no existiría el Ceibal.

-¿La forma en que está estructurado el gobierno de la educación requiere algún cambio?

-Capaz que requiere, las generaciones de jóvenes lo pensarán, yo me he propuesto hacer andar más rápido lo que está. Lo que está tiene cosas que son muy positivas, como autoridades designadas por el Poder Ejecutivo con venia del Parlamento, por lo que un fantasma sin carrera no está al frente de la educación, compartiendo responsabilidades con docentes con trayectoria educativa, votados por los propios docentes. Ese sistema está muy bueno. Pueden agilizarse mucho más trámites e interlocución entre los consejos. Yo no pienso cambiar la Ley de Educación pero en algún momento todas las leyes deben ser aggiornadas, y lo que creo de la Ley de Educación es que debe ser totalmente puesta en marcha y agilizada.

-¿Cómo se ve desde el MEC la crisis que atraviesan algunas instituciones de la educación privada?

-Se ve con gran preocupación, pero el ministerio es responsable de las asociaciones civiles y de las fundaciones, no de la fiscalización de su funcionamiento, que la realizan los integrantes de la sociedad civil o de la fundación. La habilitación de la enseñanza media y de la enseñanza primaria la dan el CEIP y el Consejo de Educación Secundaria, el ministerio no habilita. El ministerio puede desear que la comunidad educativa del [José Pedro] Varela se resuelva bien. Nunca hubo denuncias sobre la asociación civil del colegio ni del liceo. Cuando cambian las autoridades las deben comunicar y se aceptan, pero no hay mecanismos ni herramientas para otro tipo de seguimiento. Eso demuestra que la educación tiene problemas, no sólo la pública sino también la privada.

-El año pasado estuvieron en discusión las exoneraciones tributarias a esas instituciones.

-Creo que la sociedad uruguaya debe revisar eso. Estamos ahora trayendo hacia el ministerio las asociaciones civiles para ver cómo tener mayor control. Tenemos que ver cómo se puede legislar mejor. Hay una cantidad de asociaciones y fundaciones de todo tipo y color que se arman para las exoneraciones tributarias, y no está bien porque es injusto socialmente. También creo que las habilitaciones no debería darlas la ANEP ni sus consejos porque se es juez y parte, las habilitaciones deberían estar en el ministerio. Por supuesto que no las queremos ya porque no hay gente, pero hay que formar gente que sea capaz de ir a los centros y valorar no sólo que tenga baños, que funcionen las cisternas y que tenga tantos metros cuadrados por niño, sino valorar cómo se está procesando la enseñanza, cómo se está tratando a los niños, que no es sólo sentarse a mirar cómo se da una clase.