El ingeniero químico Sergio Lattanzio, ex gerente de ANCAP y referente en cambio climático, explica que todos podemos hacer cosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que derivan en fenómenos climáticos inusuales y, además, en cambios sociales. En el cuarto piso de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar), el profesor responde a la diaria con pocas palabras, alternando versiones optimistas con algunas un poco más apocalípticas. En el momento en que parece quedarse sin respuestas, vuelve al diálogo con una reflexión más propia de la filosofía que de la física o la química.
El cambio climático en el mundo se da principalmente por la quema de combustibles fósiles. En Uruguay, debido a que se modificó la matriz energética -algo que el propio Lattanzio celebra-, las causas de este fenómeno global se encuentran en el rumiar de las vacas y en el uso de fertilizantes. Acá se trabaja para mitigar estos efectos aunque todavía se está lejos. Y en el mundo, las grandes potencias y el resto de los países esperan a abril para suscribir el acuerdo sobre cambio climático logrado a fines del año pasado en la ONU (COP21) que, a entender de Lattanzio, está “lavado” porque había que dejar contentos a cerca de 195 países. Como ocurrió con el Protocolo de Kioto, de 1992, pueden pasar años hasta que el acuerdo tenga efectos vinculantes. Que el segundo lago más extenso de Bolivia, el Poopó, haya desaparecido, o que los virus como el dengue o el zika se estén expandiendo por estas latitudes, no son hechos ajenos al cambio climático. Y si seguimos así, advierte el experto, nos convertiremos en una sociedad “suicida”.
-¿Es el principio del fin?
-Yo no creo que estemos en el principio del fin, porque en realidad no se va a terminar por este tema. Nos vamos a ir adaptando de alguna manera, y nos vamos a ir acostumbrando a vivir de otra forma y bajo otras condiciones que hoy nos parecen absolutamente imprescindibles y que no lo son. Pero la catástrofe por el tema climático es más bien social; el planeta va a seguir existiendo. Si fuéramos muy catastróficos, quedaría alguna pareja y empezaríamos de vuelta. Pero no va a suceder eso. Si seguimos en el camino que vamos es suicida, pero vamos a llegar a un punto en que vamos a tener que hacer una inflexión; ya sea porque tenemos la conciencia suficiente para hacerlo o porque las condiciones son tales que no vamos a poder seguir.
-En la actualidad, ¿hay mayor conciencia en la gente respecto del cambio climático?
-En la reunión pre-COP21 en Montevideo estaban las asociaciones civiles y el ministerio con [el presidente del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático] Ramón Méndez. Se hizo en la Facultad de Ciencias y había seis personas de audiencia. Eso te pinta lo que nos importa el tema. Era una reunión abierta en la que se discutía lo que presentó el gobierno y organizaciones no gubernamentales presentaban también su postura. Éramos más los vinculados ahí en la mesa que el público. Nosotros como seres humanos tenemos el serio problema de que no nos gusta asumir las cosas.
-¿Qué contribuciones pueden hacer las personas desde lo individual?
-Se puede hacer cosas. Lo que genera el cambio climático son básicamente las emisiones de efecto invernadero (GEI), de combustibles fósiles. Entonces todo lo que es consumo energético afecta. Podríamos tener prendido el aire en 18, pero si lo tenés en 24 gastás menos. Las famosas lamparitas que cambiás por led que te consumen diez o 20 veces menos. La movilidad. Voy para tal lado: ¿quién me arrima? Compartir el transporte. Hay mil cosas que se pueden hacer. El tema es que lo que vos podés hacer a nivel individual cubre cierta franja, pero para cubrir el grueso como sociedad se necesita una guía. Necesitamos alguien que nos diga qué hacer. Necesitamos gobernantes. Pero además de los individuos tenés los grupos de poder, los que niegan esto por intereses. Y los que nos gobiernan están en un corto plazo y este fenómeno es a largo plazo. El político mira su período de gobierno y un poquito más. Todo lo que planifiques con respecto a esto tiene que ser mirado hasta 2100.
-¿Cuán importante fue el acuerdo sobre cambio climático logrado el año pasado?
-En realidad ni siquiera es un acuerdo. Todos los países pueden firmar el acuerdo a partir del 20 de abril, y quienes lo hagan tienen una guía allí de qué es lo que hay que hacer. Es una guía muy laxa. En el Protocolo de Kioto se decía claramente quiénes tienen obligaciones y cómo eran esas obligaciones. En este acuerdo, como se construye en bases voluntarias, cada uno fija lo que quiere hacer. Cuando lo firmen será una carta intención. Si querés lograr un acuerdo de muchas partes diferentes, lo hacés muy lavado. Y eso fue lo que pasó. Se trató de incluir a todos para que todos pudieran firmar; entonces te queda algo muy laxo.
-¿Cuándo entra en vigencia el acuerdo?
-Para que entre en vigencia tiene que tener la firma de 55 países como mínimo. Y además tiene que pasar que esos 55 países cubran 55% de las emisiones. Si no, entrará en vigencia más adelante, que fue lo que pasó con el Protocolo de Kioto.
-Si los grandes motores de la economía mundial no bajan las emisiones, ¿qué afecta lo que haga un ciudadano de un país como Uruguay?
-Si todos pensamos eso, nos entregamos. Entonces decís “no, me voy a subir a la cuchilla a patear hasta que China entre”. Hay formas de transmitirlo, enseñarlo, replicarlo, cada uno desde su lugar. Si vos te ponés a trabajar para una ONG, vas a ir a los lugares carenciados, vas a tratar las vulnerabilidades, llevar conciencia. Si vos escribís un artículo y lo leen dos tipos y por ahí les sirve, ya cumpliste. [El presidente de Estados Unidos, Barack] Obama tiene que hacer lo suyo, vos lo tuyo, yo lo mío. Y todo el mundo pone una gotita en algo.
-Mejorar la situación parecería ir a contramano del sistema económico que impera.
-Tenemos metido en la cabeza que vivimos mejor si la economía va mejor y que hay que producir, producir, producir. Ese chip está en cada uno de nosotros. Todas las veces que miro el informativo, empieza de la siguiente manera: el desempleo, la pérdida de la competitividad, la baja de precios. Ya no es noticia. ¿Qué le importa a doña María el Dow Jones si no sabe lo que es? Todo es parte del circo.
-En Uruguay hubo un cambio en la matriz energética. ¿De dónde proviene la mayor parte de los GEI?
-El tema de Uruguay es distinto del de otros países, porque la mayoría de los países tiene su gran emisión en el dióxido de carbono que proviene del sector energético. En el caso de Uruguay, lo que más emitimos es metano, y es el que mayor efecto de calentamiento global tiene, porque además tiene mucho más potencial de calentamiento global que el dióxido de carbono. Es 300 veces más potente. Estas emisiones provienen del rumiar de las vacas y la producción agrícola, principalmente el arroz. El segundo es el óxido nitroso que proviene de los fertilizantes. Uruguay tiene una problemática totalmente diferente y la tiene que resolver diferente, pero tomando medidas.
-¿Qué tipo de medidas?
-Si se quiere seguir criando vacas, hay que tratar de que las vacas emitan menos por cada kilo de carne producida. Entonces hay que cambiar la dieta o el sistema de cría. La alimentación es muy importante. Uruguay en eso está trabajando muy bien porque sabe que el que compra exige o va a exigir que se informe cuáles son las emisiones por kilo de carne. Por el cambio climático se han tomado muchas medidas. En Europa, con foco en Alemania, están avanzados. Acá estamos en pañales. Europa ha cumplido bastante bien la propuesta del Protocolo de Kioto; aunque era insuficiente la cumplieron, a diferencia de otros países. Europa exige indicadores de huella de carbono. Nosotros tenemos la huella de carbono para las carnes, los lácteos y el arroz.