Ante la proximidad de las elecciones para la presidencia del Frente Amplio (FA), el grupo Ir está discutiendo acerca de “qué FA necesita el país” hacia 2020. Un documento “disparador” del debate al que accedió la diaria plantea la necesidad de un FA “radicalmente distinto al actual”, lo que implica animarse a repensarse “por completo” y “poner todo en debate”.

El texto cuestiona que el FA se limita, cada vez más, “a resolver sobre algún debate que el gobierno le proponga, a revisar la aplicación del programa de gobierno y a defender la gestión”, tareas que “no pueden ser las únicas” “si el FA se ve a sí mismo como una fuerza política y no una mera fuerza electoral”.

“El Frente debe pensar, discutir, debatir, sintetizar, organizar y movilizar. Debe disputar hegemonía con la derecha -que nunca cesa en esta tarea-, incluyendo en ésta no sólo a la derecha política partidaria, sino también a los enemigos de los intereses de las grandes mayorías, constituidos a menudo en poderes fácticos -como algunos medios de comunicación, las distintas corporaciones y los grandes empresarios-. Una parte importante del partido se sigue jugando en el debate en la sociedad, en la capacidad que tengamos de repolitizar y reideologizar”, se agrega en el texto.

El documento sostiene que el debate interno en el FA se debe hacer “con amplitud y profundidad”, “yendo a las raíces de los problemas”, lo que llevará a la fuerza política “a una verdadera fraternidad, que nunca puede implicar discutir a medias”, y que “no puede seguir sirviendo para que se la invoque como recurso retórico”.

Añade: “Tenemos que ser capaces de seguir discutiendo con la clase obrera, los estudiantes, intelectuales, científicos, cooperativistas, ‘nuevos’ movimientos sociales. Aquéllos [que] a la hora de la hora, sabemos que estarán en la vereda de los cambios por izquierda para la pública felicidad”.

Después, se plantea que “la lógica de la competencia interna” en el FA “tiene que ser arrollada por la lógica de la cooperación”, para lo que es “imprescindible abandonar la lógica de polos, que caricaturiza el debate y que destruye la posibilidad de interlocución de todos con todos”. Se afirma que no se puede “pretender una síntesis ideológica” dentro de la fuerza política, porque “nunca la tuvo”.

“El Frente se construyó dando cuenta de que existen distintas posiciones ideológicas, y la síntesis siempre fue programática”, se añade.

Finalmente, el documento se posiciona sobre el “temario de la izquierda actual”; expresa que la reforma constitucional no puede ser “sólo una lavada de cara de la Constitución” ni “producto de un acuerdo de cúpulas de partidos”, sino más bien de un debate público que abarque “a todas las fuerzas de la sociedad”. Sostiene que el capitalismo “demuestra constantemente que es ineficaz a la hora de asegurar la equidad, el ejercicio de derechos universales, la igualdad de oportunidades y, en definitiva, el mejor medio para alcanzar la felicidad colectiva”, por lo que es necesario “pensar en un poscapitalismo”, sin atarse “necesaria y acríticamente a experiencias pasadas”.

También se afirma que el Estado “no puede ser de quienes lo gobiernan ni para quienes gobiernan”, que el combate a la corrupción -y sus formas más sutiles- debe seguir siendo uno de los puntos centrales para la izquierda” y que lo que define a una fuerza política “no es tener o no episodios de corrupción -en tanto no hay vacuna para esto-, sino la voluntad política de remover cualquier manzana podrida del cajón, caiga quien caiga y le duela a quien le duela”.

Sobre la estructura del FA, se plantea promover la creación de “espacios de discusión y decisión virtuales”, “la revitalización de los comité de base”, una fuerte “política de formación de militantes”, la generación de “amplios espacios de debates” sobre “temas trascendentes”, la diferenciación de roles entre la fuerza política y el gobierno, y la redistribución del “poder al interior del FA”, promoviendo “un sistema de cuotas por género y la designación de cuadros jóvenes en las distintas secretarías” de la fuerza política.