Carlos Gardel y Zelmar Michelini / Isla de Flores y Cuareim: el punto de salida. La primera cuadra de las llamadas es diferente. No hay vallas ni sillas a la venta, la gente parece conocerse o seudoconocerse, y las casas están abiertas a la entrada y salida de gente. La angostura de la calle y la proximidad sin barreras con un público apasionado les da a las comparsas un arranque familiar, caluroso, intensificado. Pienso en hacer un par de preguntas a los vecinos de la cuadra y me acerco a alguien que resulta ser Fernando Lobo Núñez, uno de los principales músicos, luthiers y representantes de la tradición del candombe; además, nada menos que nieto de Víctor Ocampo, músico, pintor y fotógrafo nacido en pleno Barrio Sur. Le pido que me explique qué pasa en esa cuadra.

“Acá estamos entre Zelmar Michelini y Gutiérrez Ruiz, los nombres de dos finaditos de la política que nada tuvieron que ver con este lugar. Michelini vivía de 18 hacia el norte, no hacia el sur, y le cambiaron el nombre a la calle hacia el sur. Para nosotros, los del barrio, es Isla de Flores entre Cuareim e Ibicuy”, explica. Me cuenta que no hay vallas ni cobro por las sillas “porque somos los dueños de esta cuadra. Esto es de los vecinos, acá no manda la Intendencia, mandan los vecinos”. Le pregunto sobre la relación con la IM y dice: “A veces molesta un poco que no nos dejen pasar, siendo los habitantes del barrio. Pero entre los vecinos nos ayudamos, y los que viven en esta cuadra les permiten a otros vecinos sentarse acá”. Mientras me habla, otras personas lo miran y percibo admiración. ¿Se sienten una comunidad?: “No sé si una comunidad, estamos en 2016. Eso pasaba antes, ahora es diferente; pero en estas fechas, en las que todo el mundo tiene que estar en comunión, creo que sí. A la Intendencia no le permitimos que venga. Han tenido ganas pero no, esta cuadra se le resiste. Porque en realidad la Intendencia se adueña del evento pero no es dueña del evento. Los dueños del evento son los que tocan, que muy remotamente son los que ganan. Casi siempre ganan todos menos los que participan. Los que venden sillas o comestibles, los que alquilan azoteas, todo el mundo gana dinero. ‘Todos toman naranja, y el pobre naranjo, nada’”.

Núñez me señala un sillón en la vereda de enfrente donde están sentados tres o cuatro jóvenes. Me acerco y me cuentan que la gente del barrio habla con la IM, pero que haya o no acuerdo, en el barrio “mandan ellos”. Claramente prefieren a C 1080, pero después los veo agitar, aplaudir y tirar papelitos plateados a todas las comparsas por igual.