Los agradecimientos a Alejandro Pacha Sánchez, diputado del Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio (FA), que el lunes abandonó la presidencia de la cámara, sobrevolaron la mayoría de las fundamentaciones a favor del voto por Gerardo Amarilla (Partido Nacional, PN). Diputados del oficialismo y de la oposición valoraron la conducción de Sánchez en un año convulsionado por la discusión en torno a la Ley de Presupuesto.

La religión también apareció en casi todas las exposiciones. Es que Amarilla, declarado evangélico, había dicho a principios de febrero en una entrevista en El Espectador que, si la Constitución y las leyes contradicen la palabra de Dios, sería necesario aplicar la “desobediencia civil”. Varios legisladores, mayoritariamente del FA, criticaron sus dichos, aunque sus votos, definidos previamente por un acuerdo interpartidario, apoyaron al diputado evangélico.

Roberto Chiazzaro, del Partido Socialista, hizo una de las exposiciones más largas, que incluyó y desarrolló los argumentos de sus compañeros de bancada. Hizo un recuento de la historia de la separación entre el Estado uruguayo y la iglesia, desde la Constitución de 1918, que volvió laico al Estado, hasta la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que se aprobó en 2012 a pesar del voto negativo de Amarilla. “Los diferentes cultos se circunscriben a la esfera de lo privado: a la familia, las iglesias o comunidades religiosas [...] Los integrantes de esta cámara pueden profesar la religión que mejor les plazca o incluso ninguna, pero este espacio republicano por excelencia no puede transformarse en un espacio para el proselitismo religioso”. “Amarilla está en las antípodas de lo que considero la protección de los derechos humanos”, dijo en su turno la también frenteamplista Cecilia Bottino.

Fernando Amado, diputado del Partido Colorado, decidió dar su voto a su correligionario Walter Verri. “Éste es el templo de las leyes, del respeto a la Constitución que los simples mortales hemos construido para convivir”, argumentó Amado; “éste es el templo de la democracia, no puede someterse bajo religión de ningún tipo”.

Álvaro Dastugue, también evangélico, dijo que su concepto de laicidad implica una neutralidad del Estado respecto de la religión. Dijo que las críticas a Amarilla por el peso que le atribuye a su religión son erradas: “Yo cuando entro al Parlamento no dejo con el saco mis principios y mis valores”.

En su discurso, una vez instalado en su asiento, Amarilla valoró que el FA haya acordado una presidencia del PN: “Me preguntaban algunos colegas extranjeros si se había producido un cambio de fuerzas en el Parlamento: no podían entender cómo un legislador miembro de la oposición, y no de la mayoría, iba a presidir la cámara”.

El flamante presidente de la Cámara de Diputados prometió enfocar el trabajo sobre lo que entiende como cuatro “vulnerabilidades” del país: la baja en la fecundidad, que se combatiría con “promoción de la maternidad”; la discapacidad; el medioambiente, en particular la contaminación del agua dulce y los desequilibrios del hábitat; y las asimetrías territoriales, que se trabajarían con “políticas de frontera” y de descentralización. Amarilla también anunció la continuidad de algunas políticas de apertura del Parlamento a la población que impulsó Pacha Sánchez, como las visitas para escolares y la jornada de reflexión Día del Futuro. No mencionó a Dios en todo su discurso.