Falta apenas una semana para comenzar el año; en Uruguay eso ocurre cuando “llega el último ciclista”, y acaban de salir a recorrer las rutas nacionales. Pero ese no es el asunto que nos ocupa.

La política salarial de este gobierno fue reafirmada por el presidente Tabaré Vázquez a la dirigencia del PIT-CNT en un encuentro reciente. El gobierno no piensa cambiar las pautas aunque, aparentemente, existe algún motivo de tranquilidad -para algunos dirigentes sindicales-, ya que “se instalaría” un ámbito para analizar las medidas a tomar, contemplando los intereses de la sociedad uruguaya en el plano de la economía.

Podemos tomar el camino de la explicación fácil: la plata no da, la economía no resiste, hay que hacer crecer la torta, es preciso aprovechar los derrames del crecimiento, etcétera. Otro camino es el de oponer ocupación-inversión-salario, algo así como preguntarle a la gente: ¿qué prefiere: cobrar poquito y siempre o quedarse sin trabajo? La respuesta pasa a ser obvia.

Lo que no resulta tan obvio es la falta de respuesta política desde el movimiento sindical ante un panorama que ya se veía venir. En el Informe de Coyuntura de diciembre de 2015 el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT dice: “Considerando los lineamientos salariales de la actual ronda de negociación colectiva y la rigidez que ha existido hasta ahora en la aplicación de los mismos, es esperable que si no hay cambios en este sentido, en los próximos meses se consolide el estancamiento en la evolución del salario real promedio, e incluso existe riesgo cierto de pérdida de poder adquisitivo en algunos casos. Esto tiene consecuencias muy negativas tanto en lo distributivo (en una economía que crece aún a tasas bajas, si el salario y el empleo están estancados, cae la participación de la masa salarial en el ingreso nacional) como en el plano económico en general (enfriamiento de la demanda interna en un contexto de dificultades externas), sin mencionar que los salarios de cientos de miles de trabajadores uruguayos siguen teniendo niveles muy bajos y deben crecer. Es por esto necesario una mayor flexibilidad en los lineamientos, de manera de asegurar que no haya pérdida de salario real y para que el poder de compra medio de los trabajadores pueda crecer al menos al mismo ritmo que se expande la economía”.

Si, como se dice en el documento, “es esperable el estancamiento en la evolución del salario real”, a lo que se agrega “el riesgo cierto de pérdida de poder adquisitivo”, convendría analizar las medidas a tomar en defensa del salario y contra la baja de la participación de los asalariados en el reparto de la torta.

Históricamente el movimiento sindical ha criticado y peleado contra las políticas económicas que han jugado con el salario como variable de ajuste de la economía, entre otros motivos porque esos “ajustes” vacían los bolsillos de los trabajadores y llenan las arcas de los capitalistas. ¿Estaremos hablando ahora de lo mismo?