Ayer al mediodía, 120 cadetes de la Escuela Nacional de Policía estaban parados según el inevitable protocolo para el acto de “imposición de mando” de las nuevas autoridades policiales y del sistema penitenciario. La ceremonia incluyó un “buen día, señor” de los subalternos dirigido al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, quien después, y con un sable de por medio, dio la autorización para empezar el acto. Los cientos de policías presentes cantaron el Himno Nacional haciendo la venia.

Los hombres del ministro

En Soriano, el jefe de Policía también cambió. Carlos Ayuto se fue, y lo sustituyó Alberto González, que fue recibido con críticas desde el Partido Nacional. El senador Guillermo Besozzi, oriundo del departamento en cuestión, dijo a la diaria que intentó comunicarse con Bonomi para intentar retener a Ayuto y para que le explicara las causas del relevo, porque “una vez que se hacen las cosas bien [...], que se combaten las bocas de droga, lo sacan del cargo”. Según contó, Bonomi le contestó que las decisiones las tomó el nuevo director, Mario Layera, y no lo llamó para darle explicaciones. Desde el Frente Amplio, Enzo Malán aseguró que es apresurado realizar esas declaraciones cuando no se conocen las causas de la sustitución.

A raíz de la renuncia por temas de salud del hasta el martes director de la Policía Nacional, Julio Guarteche, el ministro ratificó el nombre del ex jefe de Policía de Montevideo Mario Layera como nuevo director. Su lugar lo ocupará el ex jefe de Policía de Canelones Ricardo Alberto Pérez Perera. “Nos vimos obligados, por razones que no esperábamos y que no queríamos tener”, a realizar los cambios, dijo Bonomi en referencia al motivo del cese de Guarteche. Ahora pasará a ser su “asesor personal”, afirmó. También contó que Guarteche tenía fichado a Layera desde hacía dos años, y que le dijo: “El día que yo no esté, usted tiene relevo”.

Guarteche no estuvo presente, pero envió una carta que leyeron. Según afirma, la corrupción es el “principal delito a combatir [...]; en los casos más extremos debilita los sistemas democráticos”. En ese sentido, agregó: “Debemos tener en claro que no hay lugar para individuos corruptos en la institución. La corrupción es una tragedia personal, una vergüenza familiar y un golpe a la confianza institucional. Todo a la vez. Hay demasiados ejemplos cercanos y dolorosos como para que esa práctica sea todavía una opción”. Por otro lado, abogó por hacer valer la dignidad humana y respetar los derechos humanos. “El prestigio o la buena visión de la institución está basada en lo que haga o deje de hacer uno solo de sus integrantes”, sostuvo. “Partir de una situación de comunicación violenta hacia un diálogo civilizado es una manera inteligente de encausar las cosas hacia un trato digno para todos”, añadió.

Por su parte, Layera aseguró que el “camino estratégico está trazado” y que “hay que continuar en este sentido”. También hizo hincapié en mejorar la respuesta policial: “La estrategia es de prevención, que significa más policías en la calle y mayor movilidad”. Uno de los cambios más radicales que Layera implementó en la Jefatura de Policía de Montevideo fue la división de ésta en cuatro zonas operacionales y una quinta especializada. Layera anunció que la reforma ya se está extendiendo a Canelones, Maldonado y San José, con un total de 1.000 nuevos efectivos. Sobre el mismo tema, Bonomi identificó “avances” en cuanto a la cantidad de delitos, principalmente de rapiñas, que bajaron en Montevideo. “Cuando el trabajo da resultados, hay que profundizar por ese lado”, manifestó. Anunció que se instalarán 2.200 cámaras de videovigilancia más en la capital.