El 1º de marzo el ministro Eleuterio Fernández Huidobro contesta a una columna de opinión de Marcelo Pereira en la diaria y alude al Ir (ver “Marcelo, como Hitler”). Sostiene en la misma que somos una especie de inquisición y que nuestra posición favorable a reducir de manera significativa el porte y la circulación de armas en Uruguay es una posición dogmática y autoritaria. Sostiene el ministro que la misma no tiene sustento e intentaremos en las líneas que siguen, en nombre de la dirección del Ir, probar lo contrario. Sin embargo, y antes de eso, queremos señalar dos cosas.

La primera es que un ministro de gobierno debe atenerse al programa de la fuerza política por la que fue electo. Esto no es autoritarismo, es democracia. Usted, señor ministro, se comprometió ante la ciudadanía con un programa. Éste es el compromiso que nuestra fuerza política, el Frente Amplio, asumió al presentarse a las elecciones y es aquel por el que fue electo. Para nosotros, eso es importante y nuestra declaración pretendía señalarlo. Es importante que se fomente y alimente el debate, pero sabiendo también que cuando uno tiene determinadas responsabilidades, no habla sólo en su nombre, o no debiera hacerlo. De lo contrario, ¿quién hablará en nombre de los y las militantes y votantes frenteamplistas?

La segunda es que cuando decimos que sus posiciones sobre el tema del porte de armas son parecidas a las de la derecha más rancia, es porque así lo creemos. Y para nosotros hay diferencia entre derecha e izquierda. No es fruto del capricho o la casualidad que Donald Trump defienda esas cosas. Tiene una lógica que usted parece no percibir y que a continuación intentamos detallar.

Primero, los aspectos éticos. Nosotros nos oponemos a la ley del más fuerte. Queremos empoderar a los más débiles. En nuestro país, tener un arma es un riesgo para propios y terceros, no es empoderar. Si los conflictos entre las personas se arreglan como en las películas de cowboys, no es la justicia la que prima, sino la posibilidad de acceder a armas mejores o de apuntar mejor. Eso no es una manera de construir convivencia y justicia social.

Segundo, usted confunde en su misiva el derecho de los pueblos para rebelarse ante un opresor con un supuesto derecho de las personas a agarrar a tiros a otro ciudadano porque presume que intentó atacarlo. A pesar de todas las debilidades y problemas (que el Ir no calla y no deja de denunciar), afortunadamente en Uruguay es la Justicia la encargada de determinar la culpabilidad de una persona. Los linchamientos y la violencia por mano propia no son formas de construir convivencia y justicia social.

En tercer lugar, el argumento de que los pueblos armados pueden defenderse de sus opresores es completamente anacrónico. Las armas de las que disponen los Estados hoy hacen dicha idea obsoleta. En Estados Unidos esta premisa está en el origen de los amplios derechos de porte de armas presentes en dicho país, pero es evidente que ningún ciudadano estadounidense puede realmente rebelarse contra su gobierno por poseer una pistola o un fusil. En cambio, sí pueden generar fácilmente carnicerías, como es de público conocimiento.

Cuarto, usted sabe, por más que intente decir lo contrario en su posdata, que el porte de armas no favorece la seguridad pública, sino lo contrario. Los datos que utiliza son totalmente caprichosos. Por ejemplo, compara el índice de homicidios en Estados Unidos con el de Uruguay. Es obvio que en una enorme variedad de indicadores estos países son totalmente diferentes. Si se compara el índice de homicidios en Estados Unidos con el europeo (que corresponde a sociedades con niveles de desigualdad mucho más cercanas a la norteamericana pero en las que, por lo general, el porte de armas está mucho más restringido) se constata que el porte de armas no parece favorecer en lo más mínimo la seguridad pública. Se puede mencionar también el ejemplo japonés, con altísimas restricciones en el porte de armas y en el que los homicidios son esencialmente inexistentes. Por lo menos, seamos serios en las cifras que manejamos.

En quinto lugar, en el Ir pensamos, además, que el nivel de homicidios per cápita que exhibe al día de hoy Uruguay es obviamente un fenómeno multicausal. Es obvio que los niveles de desigualdad uruguayos son mucho mayores que los europeos (o incluso los norteamericanos) aun si éstos han mejorado desde que el Frente Amplio gobierna. Es obvio que hay que mejorar el trabajo de la Policía y la Justicia. Pero, además de todo lo anterior, la enorme circulación de armas en nuestro país es parte del problema (se estima que por cada arma legal en Uruguay hay otra ilegal).1 Por ello, junto al resto del Frente Amplio queremos promover leyes que intenten reducir y no ampliar la tenencia y circulación de las armas. Eso puede, modestamente, contribuir a una mejor convivencia social. Además, como usted sabe, apoyamos a este gobierno en la medida en que intenta combatir el cúmulo de injusticias y desigualdades que existen en nuestro país y que son, sin dudas, el principal motivo de largo plazo de nuestros índices delictivos.

Sexto, en su texto intenta asemejar nuestras ideas sobre este tema (o las de Marcelo Pereira) con las de Adolf Hitler o las del estalinismo. Eso es un despropósito. Primero, porque usted utiliza un dato histórico de dudosa veracidad (por no decir equivocado). Segundo, y lo más importante, somos enamorados de la discusión. Pero la discusión que produce, que nos da orientaciones y marcos para cambiar la realidad. En las discusiones que nos gustan, los recursos retóricos no son un fin en sí mismo. Las chicanas no aportan nada, señor ministro.

Un último punto: si usted sigue pensando que un debate en la izquierda uruguaya es necesario sobre este tema, nosotros siempre estamos dispuestos a recoger el guante. Si hay algo que le es ajeno al Ir es el dogmatismo o los argumentos de autoridad. Debatamos todo lo necesario, si a usted le parece apropiado. Eso sí, dejemos las armas retóricas que intentan acribillar al antagonista en la entrada, porque no suman nada.

  • Los autores son integrantes de la Dirección Nacional de Ir.
  1. Salamano, Ignacio (2015): “Hacia un modelo con control civil de las armas de fuego en Uruguay”, en Serpaj, Derechos humanos en el Uruguay. Informe 2015. Montevideo: Serpaj, pp. 200-206.