Ramos de claveles blancos fueron colocados ayer sobre la 15ª Marca de la memoria, que recuerda a Diana Maidanik (22 años), Laura Raggio (19) y Silvia Reyes (19), tres jóvenes que fueron acribilladas a balazos por militares el 21 de abril de 1974. Los tres bancos de piedra blancos y la placa que las recuerda están enfrente a donde ocurrió la masacre, en Mariano Soler 3098 bis. En el breve homenaje participaron un centenar de personas, que se mostraron un poco más acongojadas que siempre, debido a la ausencia de una de las principales luchadoras por mantener viva la memoria de este caso: Stella Reyes, hermana de Silvia, fallecida el 1º de marzo.

Su voz igual se escuchó, como todos los años, desde los parlantes, contando cómo el operativo encabezado por los generales Juan Rebollo, Julio César Rapela y Esteban Cristi, y los mayores José Gavazzo y Manuel Cordero, entre otros militares, llegó sobre las 2.50 al apartamento del barrio Brazo Oriental, ubicado justo donde la calle Mariano Soler dobla y se convierte en Ramón de Santiago, para asesinar a las tres jóvenes, una de ellas embarazada.

Esa noche buscaban al esposo de Silvia, Washington Barrios Fernández, integrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, pero no lo encontraron, porque se había ido a Argentina. Entraron al apartamento donde vivían el padre, la madre, un hermano de diez años y otro de 16 del buscado, y el padre les informó que su hijo no estaba, y que tampoco estaba en el apartamento del fondo, donde vivía la esposa. Sin embargo, los militares irrumpieron igualmente donde Silvia, Diana y Laura dormían, después de haberse quedado juntas a estudiar, y las ejecutaron, ametrallándolas con más de 150 balas. Esa misma noche, los mismos militares detuvieron en otro operativo a Stella, que fue torturada y permaneció presa durante ocho años.

En el homenaje, que fue conducido por el periodista Alberto Silva y terminó con un breve recital del dúo Larbanois-Carrero, hablaron el alcalde del Municipio C, Rodrigo Arcamone, y familiares de las tres muchachas. Arcamone, de 31 años, recordó que conoció la historia por “un compañero que vivía en el 3102”, y afirmó que “eso es lo que hay que seguir haciendo, reivindicando las Marcas de la memoria en los barrios donde sucedieron tantas historias de lucha”. El hermano de Stella y Silvia contó la anécdota de que iba regularmente a la Gruta de Lourdes, al lado del Batallón de Infantería Nº 13, donde estaba presa Stella junto con otras mujeres, y soltaba palomas mensajeras a la hora en que las detenidas estaban en el patio, para que las vieran y mantuvieran la esperanza. Silva, por su parte, contó que después de masacrar a las muchachas los militares se quedaron en la casa, cenaron, y al otro día se llevaron todos los muebles y “hasta los tapones de la luz”. Todos los oradores reclamaron “verdad y justicia” para los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el período del terrorismo de Estado. El caso fue denunciado a la Justicia en 1985, pero se archivó cuando entró en vigencia la ley de caducidad. 20 años después se pidió su reapertura, pero en 2007 el juez Pablo Eguren dispuso el archivo del expediente, a pedido del fiscal Enrique Möller. El caso fue elevado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y reabierto a pedido del Ministerio Público. Se tramita en el Juzgado Penal de 8º Turno.