Fue dos veces ministro y otras más legislador, entre otras responsabilidades que asumió. Se reconoce como un “soldado” del Frente Amplio (FA), y, como tal, aceptó ser propuesto por su sector, la Vertiente Artiguista (VA), como candidato a la presidencia de la coalición. En diálogo con la diaria, José Bayardi dijo que el FA debe revertir el proceso de “tradicionalización” que pone en riesgo el éxito electoral futuro, y que debe abrir “las ventanas y las puertas” para que se incorpore a la discusión la mayor cantidad de personas. También dijo que el FA debe tener capacidad de interlocución con el gobierno y que la estructura se puede cambiar, pero no “protestando” desde afuera.
-¿Cómo fue el proceso de surgimiento de tu candidatura?
-En las conversaciones por la definición de las candidaturas, la VA compareció primero con un criterio que era el de conversar fundamentalmente con los sectores mayoritarios, para tratar de buscar un nombre que fuera consensual, que no tenía por qué ser candidato único, pero que permitiera que esos sectores, que han sido parte de una polarización que se ha expresado en los últimos tiempos, pudieran coincidir en un nombre. En febrero se comenzó a intercambiar con el resto de los sectores algunos criterios sobre el perfil: debía ser un compañero que tuviera trayectoria dentro del FA, capacidad de interlocución con los sectores, con las bases del FA y dentro del sistema político en general; además, tenía que ser relativamente conocido y dar garantías a todo el mundo para tratar de acordar un nombre. Entonces se nos planteó si teníamos un nombre de la VA, y se propuso el mío. Ya habían trascendido otros nombres. Cuando se llegó al Plenario Nacional del 5 de marzo todavía se estaba en conversaciones. Se decidió pasar a cuarto intermedio, pero se tiró un nombre: primero, el de Javier Miranda, por parte del entonces secretario general del Partido Socialista, Yerú Pardiñas. Entonces, acto seguido, lo compañeros del Partido por la Victoria del Pueblo plantearon el de Roberto Conde, luego los compañeros de la VA también plantearon que habían propuesto un nombre, el mío, y después el diputado Sebastián Sabini [Movimiento de Participación Popular] dijo que estaban evaluando la eventualidad de proponer a Alejandro Sánchez. Y en el ínterin entre plenario y plenario, resolvieron apoyarlo. Después, cuando se levantó el cuarto intermedio, ninguno de los nombres se retiró y fueron, en definitiva, los que terminó proclamando el plenario.
-Este proceso de proclamación ha sido cuestionado desde distintas tribunas, por el procedimiento y porque no se habilitó una candidata mujer.
-Preferíamos que los sectores, que en los últimos tiempos han estado de alguna manera parados en un punto u otro, dando lugar a que se interprete que hay un proceso de polarización interna, pudieran haber coincidido en un nombre, y que, en todo caso, la polarización se definiera en las listas que van a las responsabilidades dentro del Plenario Nacional y no en la lucha por la presidencia, porque esa no es la historia del FA. Con respecto a que no haya una candidata mujer, uno de los problemas es que la eventualidad de un nombre se está discutiendo desde diciembre del año pasado, se sabía que la primera semana de marzo se iba a tratar y que se quería tenerlo definido 60 días antes del 29 de mayo. Tenemos entendido que hubo compañeras que fueron consultadas y que desistieron de ser candidatas. Me parece un error que no haya una mujer, pero los procedimientos se dieron de esta manera, hasta el grado de que en el primer plenario, si se hubiera propuesto el nombre de alguna compañera, habría sido proclamado.
-Fue ministro de Defensa Nacional, de Trabajo y Seguridad Social y legislador. Recientemente terminó de ocuparse de las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Y viene de la medicina. ¿Se considera un soldado del FA? ¿Cuéles son sus preferencias en la gestión?
-Sí, hace 45 años que soy un soldado del FA, desde que entré, con 15 años. Si tuviera que elegir preferencias de gestión política institucional, sería entre las cuatro áreas en las que me desempeñé. Vengo del área de la salud y como legislador integré durante diez años la comisión de Salud de la Cámara de Diputados. En 1999 me plantearon que, teniendo en cuenta que ya era un legislador con años de experiencia en el Parlamento y que había que trabajar en el tema de las Fuerzas Armadas [FFAA] de una manera distinta, saliera de la comisión de Salud y entrara a la de Defensa Nacional. Lo pensé una semana y pasé a trabajar en ese tema. Eso derivó en que fuera subsecretario de Defensa Nacional del primer gobierno de Tabaré Vázquez y terminara siendo ministro de esa cartera. También he trabajado en los temas de relaciones internacionales, porque estuve 15 años y ahora soy el presidente de la comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del FA.
-En Defensa Nacional tuvo trato con militares, los conoce. ¿Qué opina de la situación del tema violaciones a los derechos humanos (DDHH) en la dictadura y, en particular, del reciente robo en la sede del Grupo de Investigación en Arqueología Forense?
-En el tema de DDHH, soy parte de la historia del FA y de sus definiciones, que tienen un fuerte compromiso histórico con la verdad y la justicia. Desde el punto de vista histórico y de la recomposición de las relaciones entre civiles y militares en una sociedad determinada, después de haber pasado los traumatismos de la dictadura y todas las heridas que dejó, el tema de verdad y justicia es central a la hora de lograr la readecuación de las relaciones normales en una sociedad, entre las FFAA y el resto de la sociedad. En cuanto al robo, creo que puede haber sido operativizado por quienes quieren seguir en una lógica del pasado. No sé si son uno, dos o cinco, o grupos organizados. Eso le corresponderá decirlo al Ministerio del Interior, que debe investigar y tomar cartas en el asunto. Las transiciones siempre tienen resabios, y son más o menos fuertes en las sociedades. Esos resabios no son necesariamente del estamento militar. También hay resabios del estamento civil: recordemos que en este país hubo una dictadura que fue cívico-militar, y que hubo un componente cívico muy importante en la gestación, el desarrollo y la operatividad de la dictadura. Hubo muchos civiles que ambientaron, propiciaron y desarrollaron la dictadura conjuntamente con una parte del estamento militar, que fue el que logró la hegemonía de las FFAA para dar el golpe de Estado. El robo fue dirigido más a mandar un mensaje a quienes pueden haber tenido voluntad de colaborar que a afectar las investigaciones, que se van a seguir llevando adelante. Fue, más que nada, una cuestión de amedrentamiento.
-Todos los candidatos quieren hacerle cambios al FA. ¿Cuáles son los énfasis de su propuesta?
-La parte diagnóstica tiene un nivel de coincidencia bastante importante. Hemos dejado de trabajar políticamente como fuerza política. Nacimos para el trabajo y la acción política permanente. Cuando fuimos oposición, con altibajos, trabajamos con bastante consecuencia en esa dirección. Cuando llegamos al gobierno, de alguna manera, nos debilitamos como estructura política y debilitamos el trabajo político de cara a la sociedad. Esto ocurrió por varios factores. En el primer gobierno del FA, a los efectos de lograr gobernabilidad y sustentabilidad, muchos de nuestros principales cuadros fueron llevados al desarrollo del gobierno nacional. Fue una buena estrategia, y el presidente Vázquez tomó una decisión acertada, pero no pudimos salir mucho de esa lógica de volcar los cuadros para la gestión y descuidarlos dentro de la estructura. Esto llevó a un debilitamiento del FA. No supimos convocar nuevas realidades y sensibilidades que la sociedad tiene en su entorno, y esto generó un estado de debilidad en el trabajo político. El FA tiene tres grandes áreas de trabajo: la defensa del gobierno, tener la capacidad de intercambiar con el gobierno en aquellas cosas que se entiende que se están haciendo mal, para corregirlas, y una tercera área, que es hay que seguir proyectando futuro en el partido. Estas tres cosas no se pueden hacer si hay una estructura débil en el funcionamiento del FA y hay que revertirla. Quien asuma la presidencia deberá tener un firme liderazgo para eso. A veces estamos muy preocupados, en un proceso de tradicionalización que hay que cambiar, en quiénes van a ser los candidatos en las elecciones nacionales, y esto para una fuerza de izquierda puede transformarse en un error mortal. Si no nos preocupamos por fortalecer el partido, puede llegar un momento en que importe poco quién sea el candidato.
-¿Cómo se resuelve la contradicción entre tomar decisiones para no seguir “tradicionalizándose” y correr el riesgo de que las decisiones generen costos electorales que incidan en perder el gobierno nacional?
Ficha médica
Bayardi nació el 30 de junio de 1955. Es médico, tiene dos hijos, uno médico y una arquitecta. Militó en la Juventud Socialista del Uruguay hasta 1974, luego en el Frente Independiente Universitario, en la Izquierda Democrática Independiente y desde 1989 en la VA, año en el que resultó electo diputado. Fue subsecretario de Defensa Nacional y ministro de esa cartera en el primer gobierno de Tabaré Vázquez, y fue ministro de Trabajo y Seguridad Social durante el mandato de José Mujica.
-Con acción política permanente, tratando de ayudar a que la gente haga síntesis política -porque no hace síntesis política sola-, trabajando políticamente en los períodos interelectolares, de cara a la gente, para defender el gobierno, para discutir con el gobierno en aquellas cosas que estén mal, no vamos a poner en riesgo el resultado electoral. La que pone en riesgo el resultado electoral es la tradicionalización.
-¿Cómo debe ser la relación entre fuerza política y gobierno?
-Hay muchas cosas que despiertan suspicacias o malestar dentro del FA respecto de acciones del gobierno. El FA tiene que tener la capacidad de interlocución con aquellos compañeros a los que les hemos dado las responsabilidad de estar al lado del presidente, de poder discutir con ellos. A veces, dentro del FA terminamos hablando de áreas específicas del gobierno de las que desconocemos la cantidad de cosas que se están haciendo, y de repente hay un tema puntual que nos molesta y terminamos, con ese tema puntual, leyendo el conjunto de la gestión. Eso es un error. Hemos perdido la capacidad de tener mayor nivel de relacionamiento.
-Hay frenteamplistas que cuestionan la estructura del FA como vetusta y anquilosada.
-No hay cambios en la vida sin estructura, sin organizaciones que sustenten la realidad. No se puede cambiar desde afuera, protestando, hablando desde afuera. Hay que hacer cambios, abrir las ventanas y las puertas, para que termine entrando a la discusión la mayor cantidad de compañeros posible, y hay que tener la capacidad de utilizar los nuevos medios de comunicación.
-Usted sostuvo que los ataques contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, son parte de una estrategia continental contra los gobiernos progresistas.
-No tengo dudas de eso. Hay un reacomodamiento en el actual marco de crisis del sistema capitalista en el escenario internacional, y esto se ha plasmado en una ofensiva muy fuerte sobre América Latina, que en el caso de Brasil tiene un nivel de claridad casi de libro. Todos los avances que se hicieron en Brasil en la lucha contra la corrupción se hicieron porque el Partido de los Trabajadores [PT] estuvo en el gobierno. Hoy estamos ante el juicio político a la presidenta Rousseff, y no ha habido una sola acusación de corrupción referida a ella. ¿Por qué se quiere sacar a la presidenta? Porque la situación de crecimiento de la economía brasileña está entrando en receso, porque hay una crisis global y porque, si el PT quiere seguir con su compromiso de fuertes políticas sociales, tiene que sacar de algún lado el dinero. Entonces, los sectores más poderosos que le han hecho perder el control a la gestión de gobierno saben que no va a ser tan fácil para ellos. El problema que tienen ahora es que si sacan a la presidenta y el PT pasa a la oposición, conjuntamente con la imagen del ex presidente [Luiz Inácio] Lula da Silva sin tocar, es como allanar el camino para que en 2018 vuelva. Por eso se plantearon también una fuerte ofensiva para desacreditar a Lula.
-¿Algo similar podría pasar en Uruguay?
-En Uruguay las cosas pasan siempre un poquito más lento, pero llegan. Debemos, pues, tener en consideración que si esto no es un diagnóstico desacertado, lo único que puede salvar es el trabajo político del partido en la sociedad. Tener un FA fortalecido, para trabajar en la sociedad, es lo que puede dar garantías de poder enfrentar una ofensiva como la que está planteada en la región.
-La oposición en Brasil acusa al PT de corrupción, mientras que en Uruguay se acusa al FA de algunas malas gestiones de gobierno.
-El problema con las acusaciones de mala gestión es que se transmite la sensación, que repercute en muchas redes sociales, de que los 1.300 millones del déficit que se habría generado en la gestión de ANCAP no son un problema de déficit económico-financiero, sino un problema de que “estos ladrones se llevaron 1.300 millones de dólares”. Esa sensación se deja deslizar con enunciados y presentaciones de información que van calando. De este modo, el medio de comunicación, en vez de ser un medio informativo, se transforma en un medio para moldear la opinión pública, y lo hace en contra del gobierno.
-¿Pero ser de izquierda no te inmuniza contra la corrupción?
-La corrupción acompaña la naturaleza humana. Es un mal, y la izquierda no está vacunada contra ella. Pero llevamos 25 años de ejercicio de gobierno, y casos de corrupción por responsabilidades políticas tenemos uno, que fue procesado por la Justicia. En el caso de Fernando Lorenzo y Fernando Calloia, se dejó asentado en el propio marco de la investigación que no se estaba ante una situación de apropiación indebida para beneficio personal.