Para tener una idea del tipo de prácticas que hacen, Jaume detalló el trabajo del drill, una especie de taladro con mechas más finas que las de un torno de odontólogo. “Se practica la motricidad fina: se va drillando la cáscara de huevo, y la idea es dejar el huevo entero sin romperlo, se drilla bajo el microscopio y cuando ves que cambia el espesor, vos sentís y parás, y lo mismo te pasa en el cerebro: cuando estás drillando una estructura ósea, llega un momento en que tenés que parar porque hay cerebro o arterias”, explicó.

-¿Cómo surgió el Laboratorio de Microcirugía?

ES: -El doctor Álvaro Villar, actual director del Hospital Maciel, cuando era residente en este hospital, allá por 2003 o 2004, hizo un curso de microcirugía en el hospital Beneficência Portuguesa de San Pablo y volvió con la idea de crear un laboratorio. En aquel momento era casi imposible hacerlo. Consiguió un pequeño cuartito que era parte de este lugar (pero menos de la mitad del espacio), conseguimos un microscopio muy chiquito, y con eso hizo el primer laboratorio; era una cosa muy casera, pero ahí los residentes pudieron empezar a hacer sus primeras prácticas. Después se cerró, hasta que en 2013 o 2014 la doctora Jaume tomó la iniciativa y logró que nos cedieran más lugar, la mitad de lo que hay ahora. Ella había ido a hacer los cursos de microcirugía a San Pablo y buscó imitar las instalaciones de ese laboratorio, que era el mejor de América y el único al que iban todos los residentes de América Latina a practicar.

-¿Por qué es importante contar con este laboratorio?

ES: -Somos un servicio asistencial y docente, y nuestra obligación es formar neurocirujanos. Un neurocirujano está bien formado si hace microcirugía, y para eso no alcanza con ir a ayudar y a ver a una sala de operaciones: lo que sirve es practicar, hacer muchas horas de laboratorio. Si uno no se entrena y no hace horas de laboratorio, cuando tenga que ir a operar no se va a desempeñar igual que alguien entrenado.

-¿Cómo se siguió después del impulso anterior?

ES: -Logramos la colaboración de un gran neurocirujano de Brasil que apadrinó este laboratorio y vino a hacer los primeros cursos. Luego trajimos a otros colegas del extranjero. En total, llevamos seis cursos: tres internacionales y tres locales. Eso permitió que nos fuéramos perfeccionando, no sólo en los cursos; fuera de estos, los residentes tienen la opción de venir al hospital a practicar. Para todo eso se necesita tener a la Cátedra de Anatomía como socio, porque si uno no tiene material cadavérico, el laboratorio prácticamente no sirve, que es lo que pasó ahora en Brasil y en casi todos los países: está prohibido el uso de material cadavérico. No es lo mismo usar prototipos de resina que usar algo que es real, eso le da un plus a este laboratorio. Hace poco se logró extender el laboratorio, y es lo que vamos a inaugurar la semana que viene. Hoy cuenta con 12 bancadas de trabajo (el laboratorio de San Pablo, que era el más grande que había, tenía diez bancadas). Cada bancada implica tener un microscopio, material y poder hacer disección; se utilizan microscopios y lupas de gran aumento para hacer diferentes procedimientos. Esto nos permite ponernos a la par de lo que es en todos lados. Muchas veces la gente dice: “Me voy a operar afuera del país porque esto en Uruguay no se puede hacer”. Las salas de operaciones de otros países tienen exactamente lo mismo que tenemos nosotros, tanto acá en el hospital como a nivel mutual. Nos faltaba la práctica; ahora estamos capacitados para hacer cualquier cirugía, para llegar a cualquier parte del cráneo.

¿Desde qué año los residentes en neurocirugía están haciendo las prácticas acá?

ES: -En continuo, desde 2014. Dada la extensión, a partir de ahora no va a ser solamente para neurocirugía, la idea es que sirva también para cirugía general, CTI, cirugía vascular, y para hacer prácticas de microcirugía con la Cátedra de Anatomía.

-¿Cuántos residentes se están formando ahora?

ES: -Nosotros trabajamos en conjunto con la Cátedra de Neurocirugía del Hospital de Clínicas [HC] y tenemos nueve residentes que van rotando cada seis meses; cuatro acá en el Maciel, cuatro en el Clínicas y uno en el Pereira Rossell. Es un trabajo conjunto entre la unidad responsable, que es la Cátedra de Neurocirugía del HC, a cargo de Humberto Prinzo, y esta, que es la Unidad Asociada Escuela de Graduados, que dirijo yo.

-¿Cómo redunda en la población en general? Además de que los médicos tengan una mejor preparación, ¿abarata los costos para que haya más cirujanos, o no se piensa en términos numéricos?

ES: -Se piensa en que la formación y la capacidad de trabajo y de hacer cirugías sean mayores. No es la intención aumentar el número de neurocirujanos. Hoy tenemos cerca de 35 neurocirujanos; para la población de Uruguay es más que suficiente, es un número acorde con las reglas internacionales. Quizá le abarate, sí, a la población, porque había cirugías que antes no podíamos hacer y la gente tenía que ir a hacérselas afuera. Ahora podemos hacer cualquier tipo de neurocirugía, incluso de máxima complejidad.

-¿En qué consisten las prácticas?

AJ: -Cada tres años hacemos tres cursos anuales: uno internacional y dos nacionales. En cada curso se trabaja un tema diferente. Por ejemplo, hay abordaje de la región selar, que es la zona de la nariz y por donde llegamos a la silla turca, que es un sector del cerebro, y trabajamos dos o tres días en eso. Después vamos a la columna, nervios periféricos, a cirugía vascular, y en cada uno trabajamos con los especialistas, los profesores de cada sector. Este congreso es específico sobre tumores.

-¿Esos cursos los van a hacer los nueve residentes?

ES: -Los nueve residentes y neurocirujanos recién formados y recibidos, más extranjeros que van a venir.

-Es decir que es formación también para ustedes.

ES: -Sí, porque el aprendizaje no termina cuando uno recibe el título. La cirugía es una práctica y un aprendizaje continuo, uno sigue aprendiendo hasta el día que se retira, y estas prácticas en laboratorio se tienen que hacer siempre.

AJ: -Yo estuve en Brasil tres meses haciendo la pasantía para desarrollar el laboratorio acá, y una vez por semana los cirujanos Jean de Oliveira -uno de los más reconocidos en su país-, Luis Alencar Borba y todos se tomaban un tiempo para venir al laboratorio y disecar.

-¿Cuántas neurocirugías se hacen en Uruguay por año?

ES: -Habitualmente, unas 3.500 cirugías de la especialidad, pero de esas, un poco más de la tercera parte son las que requieren microscopio. Pero después de hacer algo con microscopio uno empieza a usarlo en cirugías para las que antes no lo usaba, porque se siente más cómodo; el microscopio magnifica, permite ver estructuras nerviosas, arterias. La práctica neuroquirúrgica va aumentando las cirugías con microscopio.

-¿Cómo ven este laboratorio en comparación con el de Brasil?

AJ: -Estamos a un nivel equiparable en cuanto a los que nos forman y al material que tenemos. Siempre se puede mejorar, necesitamos más microscopios y más drilles, pero respecto de cómo empezamos, estamos en un nivel óptimo.