Con la memoria fresca de la sesión del domingo en la Cámara de Diputados de Brasil, por la cual se aprobó el inicio del proceso de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, se realizó ayer en la taberna vasca Pacharán, en el centro de Montevideo, un panel de reflexión sobre el ciclo de los gobiernos “progresistas” y de izquierda en la región. La actividad fue organizada por la candidatura a la presidencia del Frente Amplio (FA) de Alejandro Sánchez, quien comenzó aclarando que el evento estaba previsto desde hacía varios días con la participación de un visitante de otro país, y que por ese motivo no se atuvieron a la paralización de actividades electorales que dispuso el FA a raíz de la situación de emergencia climática.

El nombre de la actividad fue “¿Qué pasa, Brasil? ¿Duele Brasil?”, pero naturalmente la conversación derivó a la pregunta sobre un eventual fin de ciclo de los gobiernos de izquierda en la región y a proyecciones sobre lo que puede sucederle al FA.

Los exponentes coincidieron en que lo sucedido el domingo fue un “atentado a la democracia”, impulsado, en palabras del historiador Gerardo Caetano, por una derecha “brutalizada, golpista y nostalgiosa de la dictadura”. Más allá de esto, se detuvieron en los errores que cometió el Partido de los Trabajadores (PT) para que se llegara a esa situación. En primer lugar, la falta de articulación con los movimientos sociales. “Nos duele Brasil porque ha sido un referente político en la relación entre los partidos de izquierda y los movimientos sociales”, dijo al inicio de la actividad Sánchez, quien ofició como moderador. Opinó que lo sucedido en el país vecino “nos puede suceder a nosotros si no logramos renovar el vínculo del FA con la base social”. Jean Tible, profesor de Ciencia Política de la Universidad de San Pablo vinculado al PT, señaló que hubo un “desencuentro” de ese partido con los movimientos sociales, y en particular con la juventud, que “no está apoyando el golpe, pero que no se siente motivada” para salir a las calles en defensa del gobierno. “El PT hace mucho tiempo que es un cuerpo vacío”, lamentó.

Denisse Legrand, militante social e integrante de la delegación uruguaya que participó en el encuentro Emergencias, afirmó que en Brasil el gobierno tuvo “falta de habilidad política, se alejó de las bases y perdió la capacidad de escucha”, así como un “horizonte estratégico”. En este sentido, identificó coincidencias con lo que le está pasando al FA: “En el último tiempo hay cierta falta de deseo, que nos hace a los militantes no saber qué estamos defendiendo y hacia dónde vamos [...] Muchas veces nos quedamos en intentar cuidar un statu quo, en el miedo a generar enemigos, y perdemos capacidad de enamoramiento”. Legrand afirmó que la izquierda debe plantearse “cómo conquistar los nuevos medios” de comunicación, en particular los digitales. Consideró que un vínculo mayor con los movimientos sociales les permite también a los partidos de izquierda acercarse a los jóvenes, que mayormente se vuelcan hacia ese tipo de militancia. En el mismo sentido, Viviana Barreto, de Redes Amigos de la Tierra, advirtió que “el monopolio de la izquierda no está en los partidos políticos” y llamó a “no subestimar esas nuevas formas de dar batalla por izquierda”.

El alejamiento de las bases sociales fue acompañado, en el caso de Brasil, por alianzas equivocadas, según el historiador Gerardo Caetano. El PT -al que definió como “un partido de izquierda”, calificativo que no puede aplicarse al kirchnerismo ni al chavismo, consideró- “no cae por virtudes de los opositores, sobre todo cae en función de sus errores, particularmente en el último gobierno”. “No puede ser que un partido de izquierda tenga como ministro de Economía a Joaquim Levy. En contextos difíciles, lo que parece prudente es lo más imprudente”, reflexionó Caetano, en referencia a la postura liberal ortodoxa de Levy, quien fue muy resistido por el PT. “Se conformó un gobierno débil, no sólo no sustentado en acuerdos ideológicos sino nutrido de traidores, que estaban en el gobierno a cambio de algo”, añadió.

A esta situación se suma, a juicio de los exponentes, un “vaciamiento” de los partidos de izquierda. “El PT está vaciado porque todo el mundo se va al gobierno, hay una pérdida de rumbo”, consideró Achim Wachendorfer, director de la fundación alemana Friedrich Ebert en Brasil, Uruguay y Argentina. Y frente a la eventual pérdida del gobierno, reflexionó que “de vez en cuando, la oposición es un buen lugar para renovarse y reinventarse”.

Un segundo debe señalado fue la corrupción, a la que Caetano calificó como “una herida en el corazón de las izquierdas latinoamericanas”. “No es casual que las derechas estén poniendo el foco en la corrupción, lo ponen porque es lo que más daño les hace a las izquierdas”, advirtió el historiador. De todos modos, aclaró que entiende que el proceso de juicio político contra Rousseff es “una barrida política que no tiene sustento jurídico” contra “una presidenta que no es corrupta ni cometió delitos que ameriten el impeachment”.

Un tercer debe de los gobiernos de izquierda, a juicio de los panelistas, fue no realizar reformas profundas, por ejemplo, en materia de financiamiento de los partidos y de democratización de los medios de comunicación y del Poder Judicial. Caetano advirtió que “no debe confundirse democratizar el Poder Judicial con dominarlo in totum, como en Venezuela y en Ecuador”.

Finalmente, también se cuestionó el excesivo peso de los personalismos y los liderazgos carismáticos en los procesos de izquierda en la región. “No puede ser que la izquierda proponga la reelección indefinida. Parece que hay líderes encarnados y elencos encarnados. Si la izquierda no es el partido de los jóvenes, de los trabajadores, si no es un partido hospitalario para los intelectuales públicos, ¿qué es la izquierda?”, preguntó Caetano. Afirmó que los gobiernos de izquierda muchas veces “prefieren a consultores de derecha” antes que a intelectuales críticos de izquierda, porque estos últimos “molestan”. Y sostuvo que “es el turno de los jóvenes” en la conducción del FA.

En clave regional

Se discutió también en el panel cómo impactará en la región y en Uruguay una eventual caída del gobierno de Brasil. Álvaro Padrón, integrante del instituto Lula, sostuvo que lo sucedido el domingo muestra que “hay intereses económicos detrás de esto” y que se “le está pasando factura a Brasil como líder internacional, por querer intentar un desarrollo alternativo”, y que “esa factura es a Brasil pero es también a toda la región”. Evaluó que en los últimos años por primera vez se había empezado a discutir un desarrollo alternativo en clave regional; que ese proceso podría frustrarse, y con él las posibilidades de un desarrollo alternativo de Uruguay, que “sólo es posible a escala regional, y con el liderazgo de Brasil”. Además, ya no será posible una “política latinoamericanista”, consideró Wachendorfer. Caetano expresó su “enorme preocupación” porque la caída de Rousseff, sumada a la asunción de Mauricio Macri en Argentina, abrirá el Mercosur al “aperturismo acrítico e irrestricto”. “Por esa vía, al desarrollo de izquierda no llegamos”, advirtió.

De todos modos, aunque los gobiernos progresistas abandonen el poder, los panelistas señalaron algunas conquistas que quedarán firmes: la ampliación de los derechos en todas sus dimensiones, los programas sociales, y el crecimiento exponencial del movimiento sindical, que hace improbable el retroceso en las conquistas laborales.

En el cierre, Sánchez sostuvo que el FA necesita una renovación generacional y de agenda, porque si “las izquierdas se transforman en máquinas electorales que ocultan los debates y uniformizan el pensamiento, no va a haber innovación ni transformación”.