Si bien no se llama de la misma forma en todas partes, la educación solidaria -como la llama la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP)- remite al proceso en el que los estudiantes aprenden en vínculo con las comunidades en las que viven. Para explicar mejor la idea, Nieves Tapia, integrante del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS), citó al pedagogo brasileño Paulo Freire, al decir que se aprende en la “praxis transformadora”. Señaló que la corriente pedagógica que integra se basa en el “aprendizaje-servicio solidario”, y que se trata de “educar en solidaridades inteligentes”, con un “protagonismo activo” de los estudiantes, en un sistema en el que los docentes intervienen planificando contenidos de aprendizaje que se articulen con actividades solidarias con la comunidad.

Tapia expuso en la entrega de premios y menciones de un concurso organizado por el CLAYSS, la ANEP y el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) para instituciones educativas públicas que cubren desde la educación inicial hasta la formación docente. Tras una evaluación técnica, fueron seleccionados 12 proyectos: hubo ocho primeros premios y cuatro menciones especiales. Los primeros premios recibieron un apoyo económico de 15.000 pesos más bibliografía, y los docentes que participaron serán becados para participar en un seminario internacional en Buenos Aires.

Las experiencias destacadas y premiadas se concentran principalmente en el interior del país y van desde proyectos para mejorar el tratamiento de residuos en diversas comunidades hasta campañas para la promoción de derechos de niños y jóvenes. Por ejemplo, uno de los premios se lo llevó un grupo de estudiantes de carpintería de la escuela técnica de Colonia Nicolich que, con el apoyo de sus docentes, hicieron carteles de señalización de tránsito y nomenclatura de calles en la zona.

Otro de los proyectos premiados fue la construcción de un museo en la Escuela Rural Nº 85, que es alimentado por sus estudiantes y funciona desde 2004, por si la escuela debe cerrar -como ocurre cada vez más con los centros educativos rurales-, para que permanezca en funcionamiento como centro cultural. Un grupo de estudiantes y docentes de la escuela técnica de Mercedes también recibió uno de los primeros premios por su aporte de material didáctico para el centro Pequeños Valientes, que trabaja con niños con autismo en la ciudad. En ese proyecto participaron seis grupos de la escuela técnica, de áreas que abarcaron de la electricidad a la carpintería. Por ejemplo, los estudiantes se encontraron con que los niños con autismo aprenden más fácilmente mediante colores, así que diseñaron un tablero con colores y un semáforo, además de muebles y juegos didácticos y de encastre en madera.

En Durazno, una investigación de los estudiantes del Liceo Nº 1 tuvo incidencia en una política pública. Los jóvenes se plantearon investigar la contaminación lumínica en el departamento y, por ejemplo, se encontraron con que no había estándares definidos para los espacios públicos en Uruguay. A raíz de su trabajo, la Junta Departamental de Durazno se contactó con ellos y trasladó la inquietud al Ejecutivo departamental, que incluyó insumos de la investigación para sus planes de gestión.

También fueron distinguidos docentes y estudiantes de la escuela técnica de Tala, que por medio del programa Rumbo rurallograron que en un año varias personas extraedad culminaran el ciclo básico. Una de ellas fue Susana Ramos, quien contó a la diaria que a sus 56 años, y después de haber cursado estudios secundarios en la década del 70, decidió culminar ese ciclo educativo. “Con esto encontré una oportunidad, me quedaba cerca de mi casa, podía hacerlo, mis hijos ya eran grandes. Pero lo hice para superarme, porque no estaba pasando por un buen momento, y fue un hecho diferente que me dio confianza en mí misma. En estos momentos estoy trabajando en una empresa de acompañantes, con la edad que tengo, con todos los beneficios, cuando nunca había podido salir de mi casa”, destacó Ramos.

Durante la premiación, el representante de los trabajadores en el Consejo Directivo Central de la ANEP, Robert Silva, planteó que la importancia de la instancia de ayer radica en mostrar “las cosas positivas” que ocurren en los centros educativos, que suelen aparecer menos en las noticias que los “hechos desagradables”.