La tentativa de ocupar el hospital geriátrico Piñeyro del Campo el jueves fue la tercera en marzo y fue la vencida. Un primer intento, a principios de mes, se desactivó tras negociaciones con la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), pero semanas después cayó una gota que colmó el vaso. Desde 2012, los trabajadores del centro reclaman que los 90 funcionarios dedicados al trato directo con los pacientes no alcanzan para atender a los más de 230 ancianos; ese año, tomaron la medida gremial de no permitir más ingresos, salvo por orden judicial. Por esa vía, entró un hombre de 70 años que estaba cumpliendo una pena de prisión domiciliaria pero no tenía domicilio.

Daniel Ríos, presidente de la comisión interna de trabajadores del hospital, contó que ya había una reclusa cumpliendo condena pero que, como tiene una patología respiratoria crónica, le corresponde una cama. No es el caso de este hombre: “No estamos de acuerdo con que se utilice el hospital como cárcel”, dice, en línea con el reclamo de la Federación de Funcionarios de Salud Pública, que reclama la puesta en marcha del hospital penitenciario que el Ministerio del Interior prometió para el primer semestre de este año.

El segundo intento de ocupación se resolvió con un preacuerdo con ASSE, que prometió que el 1º de abril ingresarían 40 trabajadores nuevos, la mitad fijos y la mitad por un contrato de un año y medio a prueba. Llegó abril y no llegaron los funcionarios, así que el gremio ocupó durante un día y desocupó tras un nuevo preacuerdo que lo llevará a reunirse el 18 de abril -con intermediación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social- para discutir varios reclamos. Además del pedido de más funcionarios -en algunos turnos de la noche queda uno solo para pabellones de 70 pacientes, denuncia el gremio- se suman el de una bonificación jubilatoria por la carga emocional y física que exigen los puestos (para que se computen cuatro años de trabajo por cada tres), capacitaciones y un incentivo por el trato con pacientes psiquiátricos, que actualmente corre para funcionarios del hospital Vilardebó y Portal Amarillo. Esas últimas dos medidas, apuntó Ríos, atacarían la alta rotatividad de los enfermeros del Piñeyro, un puesto que el sindicato considera “poco atractivo” en comparación con el rubro privado. “Además, estás expuesto a la cruda realidad de la muerte”, agregó el funcionario: todos los años mueren más de ocho pacientes, sobre todo durante las épocas frías y húmedas que están por venir.