Ayer, en una de las casas más próximas a la entrada, estaban haciendo el asado que no pudieron comer el 1º de mayo. Es que el domingo se fueron al acto del Día de los Trabajadores para tratar de dar a conocer su situación y sus proyectos. En otra casa de costaneros, donde funciona provisoriamente el salón comunal, preparaban tortas fritas. Un grupo de niños correteaba, perseguido por algunos perros, mientras el sol empezaba a apagarse lentamente.
La Quinta es un barrio formado por 50 familias que decidieron instalarse para construir viviendas en un predio baldío que durante décadas estuvo cubierto de malezas y fue utilizado para desguazar autos robados, tirar basura y como depósito de residuos de la fábrica de vidrio lindera, Vicry Sociedad Anónima. Hace poco más de un año, algunos vecinos se organizaron para limpiar el terreno entre todos, y hasta contrataron una pala mecánica para alisar el piso y quitar las enormes montañas de piedras de vidrio que había, los escombros y los restos de vehículos. Luego se propusieron una forma de organización cooperativa, ordenada y solidaria, pero sin establecer vínculos, al menos por ahora, con sus pares institucionalizadas.
“Cada uno fue armando su casa. Algunas ya son de bloque, ladrillos y techo de chapas; otras son provisorias, de costaneros. Después armamos una comisión vecinal, elegimos una directiva, nos asesoramos con conocidos que sabían, hicimos los planos, las calles. Todos los terrenos son iguales, de 14 por 12 metros, y hay 50”, explicó a la diaria Stephanie Silveira, tesorera de la Comisión Vecinal La Quinta. La entrada al barrio está ubicada al fondo del pasaje I de unas viviendas del SIAV a las que se accede por la calle Pantaleón Pérez, a dos cuadras de Veracierto, en el límite entre los barrios Maroñas e Ituzaingó. El baldío es mucho más grande que la hectárea que los vecinos ocuparon para construir, y Vicry SA, cuyo director es el presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay, Washington Corallo, sigue vertiendo vidrio, ya que la planta industrial y el predio se comunican por un portón.
Los vecinos de La Quinta quieren contactarse con el propietario del terreno para plantearle que quieren hacer un acuerdo de compra. “Hasta ahora no lo hemos conseguido. Trabajamos como una cooperativa de vivienda. Queremos llegar a un acuerdo para pagar el terreno en cuotas, que es como podemos. Somos todos trabajadores. No queremos que el Estado nos dé nada para construir, queremos pagar el terreno, arreglar con la UTE y pagar la luz, y con OSE y pagar el agua, y que cada familia se haga su casa. Después también con la Intendencia de Montevideo, porque el saneamiento llega hasta las viviendas de al lado. Ya tenemos una bloquera manual y vamos a comprar una eléctrica, para que cada familia se pueda hacer sus bloques”, agregó Silveira. De las 50 familias, sólo se han instalado alrededor de 20, pero tienen un estatuto que determina que las 50 tienen que contribuir con una cuota mensual, y participar con horas de trabajo comunitario. “Cada familia tiene un responsable ante el grupo, y con las horas de trabajo comunitario se hicieron las calles, se está construyendo el salón comunal, y vamos a hacer un espacio público y una huerta para los niños”, contó la tesorera. El próximo plan es conseguir pedregullo para emparejar las calles, castigadas por las intensas lluvias de los últimos tiempos.
A declarar
El domingo, los vecinos de La Quinta fueron al acto del 1º de mayo del PIT-CNT con una pancarta, y repartieron volantes para advertir sobre lo que les pasó a mediados de abril. 11 personas de distintas familias recibieron una citación desde la Seccional 16ª de la Policía para concurrir a una audiencia en el Juzgado Penal de 11º Turno. Todos los citados concurrieron y, según contaron a la diaria, fueron atendidos por un actuario que les tomó declaraciones para adjuntar a un expediente abierto. Ayer, una de las mujeres citadas explicó que el expediente de La Quinta fue adjuntado a otro anterior, correspondiente a un predio cercano, de propiedad estatal, en el que se instalaron hace tiempo varias familias, pero que ellos no tienen “nada que ver con este proyecto”. “Les pedimos a nuestros abogados que intenten separar los casos, porque nosotros estamos dispuestos a pagar por este terreno, a regularizar todo lo que sea necesario regularizar. El problema es que lo que ganamos trabajando no nos da para que nos den un préstamo para vivienda, y no tenemos garantía de alquiler. Sólo queremos tener nuestro techo”, expresó la joven. Otro hombre, que trabaja de camionero y que aún no se mudó definitivamente, pero ya levantó una casa de costaneros y maderas, explicó que vive con su esposa y cuatro hijos, “de agregado” en la casa de sus padres, y que quiere acceder “a una casa propia”. Por el costado del terreno corre una cañada que oficia de límite entre el predio de La Quinta y otro baldío que hay al lado, y que parece ser el fiel testigo de lo que era antes el conjunto: malezas de metro y medio, escombros y otros desechos. De este lado, ese paisaje es parte del pasado.