“Somos unos desgraciados. Explotamos soja y, en lugar de secarse la tierra, tenemos derrames. Cuando explotemos petróleo, ¿qué va a pasar, se va a secar el Océano Atlántico?”, se preguntaba ayer un funcionario de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), en referencia al accidente ocurrido el martes, cuando un buque que transportaba 32.000 litros de aceite de soja encalló en la Isla de Lobos. Desde la Armada Nacional aseguraron que no se produjo derrame de combustible ni de la carga que portaba el navío, pero varias organizaciones ecologistas temen que los tanques del buque encallado se rompan y expulsen su contenido en aguas oceánicas. “Sería algo catastrófico para la fauna del lugar. Si los animales como los lobos marinos y las gaviotas entran en contacto con el aceite vegetal, es muy probable que empiecen a sufrir problemas como obesidad y aumento del colesterol”, aseguró el representante de la filial local de una organización ecologista alemana. Por otra parte, un académico de la Facultad de Ciencias recordó que los lobos marinos “ya de por sí son bastante gorditos. Si encima empiezan a comer pescado lleno de aceite de soja, podrían darse casos de obesidad mórbida. Y el país no tiene tantos recursos para hacerles un bypass gástrico a todos ellos”. Las organizaciones de la sociedad civil, la academia y el gobierno coinciden en que debe haber “más controles” cuando llegan a las costas uruguayas barcos que transportan alimentos ricos en grasas. “Las multinacionales, en su afán de lucro insaciable, les dicen a los gobiernos que transportan aceite de oliva súper refinado, pero después nos enteramos de que es aceite de soja o de girasol. Esto no es un problema de tal o cual empresa. Acá lo que hay es un modelo de desarrollo que parte de una sociedad que reclama cada vez más y más aceite. Debemos evolucionar hacia un consumo sostenible de aderezos y sustituir los oleaginosos por limón o vinagre”, manifestó un jerarca de la Dinama.