En 2014 comenzó a funcionar en el hospital Saint Bois un servicio de atención para personas trans, a partir del trabajo de una Unidad Docente Asistencial (UDA) que desarrollan la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) y la Facultad de Medicina de la Universidad de la República. La UDA es parte del Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria de la Facultad de Medicina. Una de las claves del servicio es que funciona en horario nocturno -los martes de 16.00 a 22.00-, y otra de las virtudes es que no sólo atiende a personas trans. Daniel Márquez, adjunto a la presidencia de ASSE y docente del Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria, expresó la satisfacción del equipo por ver en la sala de espera a “una mujer embarazada, un adulto mayor, una mujer trans, un niño”, y remarcó que es parte de una política de inclusión que no apunta a “servicios específicos, sino a servicios integrales y especializados en las necesidades de las personas”. Lo dijo ayer en el Coloquio Regional sobre Salud y Diversidad Sexual, que se realizó en la sede de ASSE.

Otra de las virtudes de la policlínica es que por ser una UDA, forma a profesionales: estudiantes de medicina, psicología, especialistas en medicina familiar y comunitaria, y en endocrinología. “No sabíamos cuáles eran los requerimientos específicos, técnicos, para empezar a trabajar con las personas trans: empezamos a trabajar en conjunto con nuestros usuarios”, explicó Márquez. Allí un equipo interdisciplinario, que en este tiempo ha aceitado metodologías de trabajo, elaboró un protocolo de hormonización.

En pocos meses, el servicio ha duplicado el número de usuarios trans; hasta enero habían concurrido 70 y ahora van 140, enumeró Márquez. El mayor porcentaje de usuarios tiene entre 20 y 40 años y ha cursado estudios secundarios; Márquez señaló que eso indica un desafío, porque la mayor parte de las personas trans abandona tempranamente los estudios, debido a la discriminación que sufren en los ámbitos educativos; la discriminación es, también, una de las principales barreras de acceso a los servicios de salud.

La terapia hormonal gratuita es uno de los puntos fuertes del servicio. Márquez puntualizó que la indicación es hecha por un equipo interdisciplinario que primero valora el proceso de identidad y luego indica estudios paraclínicos, puesto que la hormonización puede generar efectos no deseados, aclaró Márquez, remarcando que “la indicación es única e instransferible”, dado que no se pueden comparar experiencias. Hasta enero, 50% de las personas habían sido comenzado la hormonizción. Por otra parte, el servicio coordina con otros centros de salud, como el Pereira Rossell, donde se han hecho cerca de diez cirugías de implantes mamarios, mastectomías e histoerectomías. Personas trans que habían asistido al coloquio consultaron acerca de la lentitud del proceso de cirugía y el tipo de opearciones; Márquez reconoció que “el proceso de cirugía está siendo lento”, pero dijo que es “menos lento que en otros países, sobre todo por tener la capacidad técnica responsable de poder realizarlo”; dijo que son procesos irreversibles y que deben “estar lo mejor capacitados para hacerlo bien, por eso las cirugías han sido parciales y han sido de implante mamario, mastectomía y no de genitales externos”.

Márquez resaltó que ASSE tiene una “condición privilegiada” para el seguimiento de usuarios y tratamientos, así como en la generación de interconsultas y la continuidad de la atención. Hasta enero, 47,1% de los usuarios que habían llegado a la UDA del Saint Bois provenían del interior del país. Márquez identificó la necesidad de descentralizar la atención a nivel de todo el país, como antes lo había hecho Pablo Cabrera, director de ASSE en representación de los trabajadores, que anunció que en Salto comenzarán a brindarse los tratamientos de hormonización, como en el Saint Bois. Márquez señaló que en la sala había usuarios de Bella Unión que habían llegado a Montevideo para acceder a una consulta del primer nivel de atención.

Males mayores

“Brindarles las hormonas a las mujeres y varones trans tiene un gran impacto en la calidad de vida y disminuye mucho el acceso a otras acciones riesgosas”, destacó Márquez. La situación no es sencilla. “La expectativa de vida de las mujeres trans ronda los 45 años”, señaló el especialista. Además de las barreras al acceso a los servicios de salud, mencionó el perjuicio de “los tratamientos médicos totalmente clandestinos, como son la silicona industrial para prótesis mamarias, glúteos, cara y demás”. Esas prácticas arrojan consecuencias inmediatas, como “la infección, la sepsis y la muerte”, dijo, y a largo plazo se produce una “migración de las prótesis de silicona industrial”. “Tenemos usuarios, por ejemplo, que tienen la migración en el estómago o en el pie y no se pueden calzar, o tienen una muy baja funcionalidad para sus tareas”, lamentó. Comentó que están trabajando con el Fondo de Población de las Naciones Unidas “para hacer promoción de salud y prevención de estas prácticas; las pudiéramos agarrar antes sería muy beneficioso para la salud, porque ahora estamos abordando las consecuencias de una práctica que se realiza extendidamente desde los años 80 y que al día de hoy se sigue realizando”.

Márquez declinó mencionar el costo de los tratamientos con hormonas, puesto que dependen de cada usuario, pero aseguró que el hecho de que “desde el punto de vista del impacto económico, que las personas accedan a un tratamiento controlado e indicado por un médico es mucho más barato que todos los costos que generan en el sistema de salud estas personas con las enfermedades que adquieren por tratamientos incorrectos, los días de CTI y recuperación” a causa “de la inyección de silicona industrial y otros tratamientos, como la toma de hormonización que no está aprobada para uso humano”. Aseguró que “termina siendo mucho más barato el cuidado de salud, el control y la contención”.

Por ahora la hormonización puede hacerse sólo en Montevideo, pero la primera consulta puede realizarse en cualquiera de los 800 puntos de atención primaria que tiene ASSE en todo el país, explicó Márquez. Además de esos problemas, preocupa la incidencia del VIH; el especialista dijo que el trabajo sexual es la principal salida laboral para las mujeres trans, y que “hay algunos estudios que muestran que aproximadamente 30% de las mujeres trans en estas condiciones tienen VIH”.

Trabajo con los vecinos

Además de pasantes uruguayos, la UDA del Saint Bois recibe a pasantes de España, Argentina, Brasil y Perú, que solicitan rotar por el servicio “para aprender cómo son las habilidades y destrezas para atender a las personas trans”, destacó Márquez, que proyecta generar una red internacional de profesionales. El brasileño Thiago Campos hizo en 2015 una pasantía en Uruguay. Entre otros servicios, conoció la UDA del Saint Bois y regresó a Lagoa da Conceição, en Florianópolis (Brasil), con la idea de instalar algo similar, contó a la diaria. Ayer expuso sobre el Ambulatorio de Medicina Familiar y comunitaria para personas trans y travestis que funciona en el Centro de Salud de Lagoa da Conceição. Contó que a nivel federal, de todo Brasil, sólo cinco servicios de salud hacen cirugías, y que los tiempos de espera superan los diez años. Por otra parte, no son comunes los tratamientos con hormonas en el sistema público; dijo que recién hace un año que comenzaron a brindarse los tratamientos en San Pablo, pero que en otros estados son los usuarios quienes deben comprar las hormonas. Desestimó que algo más pueda avanzarse con el actual gobierno; señaló que ha habido “un retroceso”, porque “no es legítimo” y porque, por primera vez en muchos años, hay un ministro de Salud que no es profesional del área, sino ingeniero, y que anunció que “es importante construir un sistema privado fuerte para que así se pueda pagar”. Con ese aviso, descarta que los accesos gratuitos puedan lograrse.