Uruguay tiene un Día Nacional de Prevención del Suicidio -que se conmemora cada 17 de junio-, y no es para menos, ya que se trata de un país con una de las mayores tasas de mortalidad por suicidio de la región. El tema es histórico y no ha podido atenuarse con el paso de los años, tal como lo demuestran los datos de 2015, presentados el viernes por el Ministerio de Salud Pública (MSP). En 2015 se suicidaron 643 personas; la tasa de mortalidad por suicidio fue de 18,55 cada 100.000 habitantes. De acuerdo a los registros del MSP, el pico de suicidios ocurrió en 2002, cuando se autoeliminaron 690 personas; la tasa ese año fue de 20,62. Desde entonces la tasa de mortalidad por suicidio se ubicó en el entorno de 15 a 17, pero esta vez superó el 18.
El suicidio es mayoritariamente cometido por hombres: 79,4% de quienes se suicidaron en 2015 eran varones. Entre ellos la tasa de suicidio fue de 30,41, mientras que la de mujeres fue de 7,37.
En cuanto al grupo etario, la tasa más alta en 2015 fue la de los adultos mayores (30,76), y le siguió la del grupo que tiene de 20 a 24 años (23,24), que fue el que presentó mayor incremento respecto de años anteriores; la tasa de mortalidad por suicidio entre quienes tienen entre 45 y 64 años fue de 22,71, la del grupo de 25 a 44 años fue de 21,95 y la de niños y adolescentes (de 10 a 19 años) fue de 6,68. El método más utilizado fue el ahorcamiento (61,9%), seguido por el uso de armas de fuego (23,76%).
El impacto de los suicidios no es homogéneo en el territorio. Hay cinco departamentos en los que las tasas de mortalidad por esta causa fueron mucho más elevadas en 2015: Cerro Largo (23,47 cada 100.000 habitantes), Lavalleja (23,53), Durazno (27,12), Treinta y Tres (31,66) y Rocha (32,50). Las tasas más bajas fueron las de Rivera (10,21), Paysandú (11,82), Artigas (13,29), Tacuarembó (13,96), Montevideo (15,51), Canelones (16,59) y Río Negro (17,50). El resto de los departamentos presentó tasas de 18 a 23 suicidios cada 100.000 habitantes.
Actuar a tiempo
Por primera vez se presentaron datos del registro de las instituciones del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) de los intentos de autoeliminación, cuya notificación es obligatoria desde 2013. Los prestadores privados reportaron 2.013 intentos de autoeliminación, mientras que la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) reportó 1.167; en total se registraron 3.199 intentos. Los integrantes del área de Salud Mental del MSP aclararon que son datos preliminares y que existe un subregistro; Ariel Montalbán, responsable del área, explicó a la prensa que de acuerdo a la evidencia a nivel internacional, se habla de que por cada suicidio hay 20 intentos, lo que daría un número cercano a 12.000. No todos los intentos llegan al sistema de salud, pero dado que cada intento es “un predictor muy importante de una futura conducta suicida”, es fundamental que el sistema de salud se comprometa con la atención. Lo que pauta el MSP es que antes de que pasen 48 horas, la persona que intentó suicidarse tenga una consulta con el equipo de salud mental, y que se le haga un seguimiento por seis meses. Hace cuatro meses comenzó a fiscalizarse que las instituciones estén haciendo el registro correcto.
El análisis de los 3.199 casos de intentos de autoeliminación muestra que 72% correspondió a mujeres y 28% a varones. Los datos confirman que mientras que los varones son quienes más se suicidan, ellas son quienes presentan más intentos; Montalbán atribuyó la diferencia a que el hombre consulta menos y accede menos a los servicios de salud.
Pasos a seguir
Reducir las muertes por suicidio es uno de los objetivos sanitarios del MSP. Para eso, se exigirá a todas las instituciones que forman parte del SNIS que ofrezcan una línea telefónica con atención en crisis en todo el país durante las 24 horas. Actualmente la organización no gubernamental Último Recurso ofrece una línea telefónica (08008483, 24008483, *8483 y 095738483); el ministro Jorge Basso explicó que el objetivo de la medida es potenciar la atención en momentos de crisis, para asegurar el acceso los 365 días del año a la comunicación y la orientación.
Para mejorar la atención de quienes intentaron suicidarse, el MSP se propone validar e implementar el protocolo de seguimiento elaborado meses atrás, y facilitar el acceso de esas personas al sistema de salud.
El plan de prestaciones de salud mental contempla la atención a quienes tuvieron intentos de autoeliminación (la atención dentro de las 48 horas y el seguimiento por seis meses). El MSP analizará además la posibilidad de reducir el pago del ticket para las consultas de psicoterapia y psiquiatría, así como para obtener la medicación durante los seis meses siguientes al intento de autoeliminación.
Por otra parte, el MSP buscará que accedan a las prestaciones de salud mental las personas con depresión moderada y severa, con consumo problemático de alcohol y con enfermedades crónicas y dolorosas. “Se pretende llegar antes, trabajar en el riesgo”, comentó Montalbán.
Se apuesta, también, al trabajo en red con otras instituciones. Hasta ahora, ocho departamentos cuentan con grupos de prevención del suicidio -Maldonado, Rocha, Flores, Florida, Artigas, San José, Río Negro y Treinta y Tres-. Se apuntará a que cada departamento tenga su grupo de trabajo.
Otro de los planes es dictar cursos “en detección y abordaje del riesgo suicida, así como los factores protectores y habilidades para la vida”, a profesionales de la salud del primer nivel de atención y emergencias, maestros y policías, bomberos, agentes comunitarios y a la prensa. La apuesta es, también, a “incluir y/o profundizar” los conocimientos sobre el tema en la currícula de grado y posgrado a nivel universitario y en la currícula de maestros y profesores.
Mediante un convenio entre ASSE y la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, se está desarrollando desde 2015 en Salto una experiencia de formación para docentes. De ella dieron cuenta el viernes Bartolomé Cabrera, psiquiatra coordinador del equipo de salud mental de ASSE de Salto, y Nis María Díaz Trindade, psicóloga referente ante el convenio. Contaron a la diaria que realizan talleres de psicoeducación en el centro de profesores, en el Instituto de Formación Docente, en grupos comunitarios y en liceos, para transmitir “cómo prevenir, y cómo una situación de este tipo puede llegar lo antes posible al equipo de salud mental”. Reafirmaron la importancia de trabajar con los docentes, porque son quienes “están más cerca del adolescente”, y mencionaron que en los últimos años aumentaron las cifras en ese grupo etario; en 2015 la tasa de mortalidad de adolescentes por suicidio en Salto fue de 11,77 cada 100.000.
El ministro recordó que el suicidio es multicausal y que inciden cuestiones económicas y sociales, como la falta de redes de apoyo, el desarraigo, el aislamiento, la exposición al suicidio de personas allegadas, la violencia -de género, sexual, intergeneracional, enumeró-, núcleos familiares problemáticos -abandono, desamparo, o familia inexistente -, factores psicológicos, intentos de autoeliminación previa, pérdidas familiares, frustraciones intensas, ansiedad, depresión severa, baja autoestima, alteraciones del sueño, abandono personal y factores biológicos. Mencionó, además, que el consumo de alcohol y otras drogas también influye negativamente.
Basso insistió en que es necesario superar mitos, y enumeró varios de ellos: “El que dice que se va a matar no lo hace; el que realmente se quiere matar no lo dice; el que se ha recuperado de una crisis suicida no volverá a intentarlo; los que intentan el suicidio no desean morirse, sino hacer un llamado de atención; el [temperamento] suicida se hereda; todo el que se suicida está deprimido; todos los que se suicidan padecen una enfermedad mental grave; hablar del suicidio incentiva la realización; el suicidio no puede ser evitado; es imposible evitar que una persona se suicide; el que intenta el suicidio es un cobarde; el que intenta el suicidio es un valiente; sólo los pobres se suicidan; los niños no se suicidan. Son mitos que se han construido a lo largo del tiempo”, sentenció. Pidió trabajar para resolverlos y, en principio, hablar del tema.