Yo voto. Podría decirse que es lógico si encabezo una lista, si fui propuesto por algunos sectores, no de aquellos a los que pertenezco, como candidato a presidente del Frente Amplio (FA) y si hay gente que me dice que soy joven aún y que no se da cuenta de que me estoy poniendo viejo, y quiero aportar a la militancia y al debate sin responsabilidades en el Estado. Podría decirse que voto por obligación, por un acto reflejo y hasta por una costumbre.

Pero no, voto porque quiero una nueva dirección, ser parte de un colectivo nuevo y viejo, para poder aportar y tratar de comprender cómo se resuelven las contradicciones de un frente policlasista y pluriideológico que tiene como objetivo avanzar en la construcción de una democracia con más derechos y de ciudadanos con más responsabilidades. Porque quiero identificar dónde están las contradicciones antagónicas con el bloque de centroderecha y porque en la pelea con este no quiero perder ni un aliado.

Voto porque desde su creación no veo otro proyecto de izquierda que no sea el FA, en el que me pueda mirar cuando aún me sacudo el polvo de los ladrillos de un muro que no construí, pero igual me hago cargo de ese pedazo de la historia. Porque no puedo sentirme parte de las construcciones históricas si no me siento parte de sus conquistas, y responsable de sus errores y horrores.

Voto porque estoy convencido de que el FA encontrará los caminos para salir fortalecido frente a una derecha que no mirará ni el origen ni cómo nos vestimos cuando tenga que barrernos y construir una nueva leyenda negra, la de la “década perdida”.

Voto porque, aun con los jirones, estoy seguro de que estaremos junto con aquellos en los que nos miramos como ejemplo, porque queríamos parecernos a ellos, ninguno perfecto, pero siempre luchadores por los más jodidos y contra la injusticia.

Voto también porque quiero ser parte de un FA que revise permanentemente la relación partido-sociedad-Estado, que pelee a brazo partido para que la corrupción no se nos meta en nuestras entrañas ni nos cambie la matriz genética, haciéndonos mutar hacia relaciones carnales con el capital, como está sucediendo en la región y en el mundo.

Elijo explorar con otros qué estructura organizativa nos va a permitir debatir con la sociedad y encontrar acuerdos para avanzar en el rol de las empresas públicas, no sólo como proveedoras de renta, sino también como distribuidoras de riqueza y generadoras de oportunidades de desarrollo local.

Participo porque quiero debatir desde la utopía de una sociedad alternativa al capitalismo, aunque cualquier elaboración teórica nos la revuelque el mercado y la globalización. Decido elegir porque hay concepciones que no me representan en el FA, con las que quiero confrontar fraternalmente y poder construir una síntesis superadora. Porque “no puede ser que yo tenga la verdad siempre y los demás no se den cuenta”.

Voto porque vi a un Jaime vapuleado miserablemente cuando me planteó pensar entre “el ocaso y la esperanza”.

Soy parte de esto porque, aunque me caliente con algunas cosas de este proyecto, no hay otro que me pueda representar. Y porque aun en el medio de errores, Uruguay es otro porque hubo FA.

Voto porque quiero que los herederos del Bebe Sendic discutan con aquellos que vivimos en la historia de los más viejos la heroica lucha y la resistencia, hace 43 años, a la dictadura fascista, tanto en las fábricas como en los centros de estudio.

Voto porque no hay forma de preservar lo logrado como FA (no sólo en los actos de gobierno) si no avanzamos todos al encuentro de nuevos acuerdos. Siento que no podríamos demostrarles a nuestros descendientes, como durante décadas quisimos hacerlo, lo injusto que era el mundo, y que debían asociarse con otros para luchar contra la violencia del modelo imperante y creer que un punto de inflexión es el final del proyecto.

Estoy trabajando para que voten miles. También por los que están enojados, calientes y amargados; porque estos fueron mis compañeros y referentes cuando yo era un gurí. Siento la necesidad de aportar un granito de arena en esta etapa, aunque sea para ver un brillo de esperanza en sus ojos.

Voto también por aquellos que no votan, y por aquellos cuya brillantez en la pelea por las ideas sigo admirando, aquellos que nunca han peleado por un cargo. En definitiva, voto porque quiero reencontrarme con ellos y con los que vendrán.