La temporada de ópera se inaugurará con Don Pasquale, una de las últimas compuestas por Gaetano Donizetti (19, 21 y 23 de agosto). Esta obra es una de las cómicas del autor, y se la considera una joya del bel canto italiano: por medio del humor, relata la cotidianidad de los seres humanos, entre sus intrigas y ambiciones. De origen más bien humilde, Donizetti fue discípulo del alemán Johann Simon Mayr, reconocido compositor que, a lo largo de una década, le brindó clases gratuitas. Con los años, llegó a componer algunas de las piezas más valoradas del género operístico, además de algunas arias famosísimas. La dirección escénica de Don Pasquale estará a cargo de André Heller-Lopes, régisseur distinguido por la revista Época como uno de los 100 brasileños más influyentes de 2012 y del que se sostiene que ha establecido un “patrón de calidad operística inédito” en su país. Heller-Lopes ya es un maestro conocido en el Solís, donde tuvo a su cargo la dirección y producción de Macbeth (2013) y de Ariadna en Naxos (2014). Ahora vuelve a la sala principal en un espectáculo cuya dirección musical será responsabilidad de Martín Jorge, director de la Banda Sinfónica de Montevideo.
El segundo título (que irá los días 14, 16 y 18 de setiembre) será Capuletos y Montescos, la versión musical de Romeo y Julieta que creó Vincenzo Bellini, un nombre clave del estilo que se identifica como bel canto. Con esta puesta, el teatro se suma a la celebración de los 400 años de la muerte de William Shakespeare, y se propone hacerlo de una forma poco convencional, en la medida en que la dirección escénica de la obra estará a cargo del dramaturgo Gabriel Calderón, que con este trabajo debutará en la escena operística. En la conferencia de prensa realizada ayer para anunciar la programación de los festejos por el aniversario, Augusto Techera, asesor en materia de cultura de la Intendencia de Montevideo, anunció que se tratará de un trabajo “muy visual, muy dinámico y muy actual en lo referido a los efectos visuales”.
Habrá también dos galas líricas: Concierto lírico Shakespeare (30 de agosto), que recorrerá varios momentos fundamentales de las óperas inspiradas en obras shakespereanas; y Gala lírica Fernando Radó (18 de octubre), a cargo de ese bajo-barítono argentino -uno de los cantantes lationoamericanos más destacados de su generación- que cerrará la temporada de ópera de este año.
Imagen del sonido
Nancy Horowitz es una fotógrafa uruguaya que vive en Viena desde hace casi tres décadas. Se trata de una pionera, ya que fue la primera mujer intérprete de viola en la Orquesta Nacional del SODRE y la Filarmónica de Montevideo, y ha trabajado junto a destacadas personalidades como Goran Bregovic, uno de los máximos referentes de la música balcánica y realizador de la ambientación sonora de las películas de Emir Kusturica. Con el tiempo, Horowitz logró organizar su tiempo para alternar conciertos, en América, Europa y Asia, y su dedicación a la fotografía, que ha desarrollado en forma paralela y que la ha llevado a realizar exposiciones en Viena, Tokio, San Pablo, Barcelona y Zúrich, entre otras ciudades.
Como parte de los festejos, el viernes el Solís inauguró la galería Music Stars: un vínculo visual entre las calles y los escenarios, integrada por una serie de retratos de grandes exponentes de la música clásica internacional, entre los que se encuentra el guitarrista uruguayo Álvaro Pierri. En Music Stars, a estos referentes se suman músicos callejeros, como un veterano que posa junto a su trompeta, a la que lleva atada una petaca con algo para contrarrestar el frío de Praga, y otro trompetista que recorre las calles de San Petesburgo en busca de público.
En estos retratos, los músicos posan siempre junto a sus instrumentos, sobre un sinfín blanco o un escenario, en una esquina o en la parada Arts et Métiers del metro parisino, a contraluz o en medio de una partida de pool (pero en sus manos no hay tacos, sino fagots). Vemos violines, clarinetes, arpas, oboes, pianos y gaitas, directores y orquestas. Un verdadero colectivo de artistas en el que los contrastes se desvanecen para formar un banquete de gestualidades y modos de vincularse con las herramientas de su música.