En las últimas horas falleció en Holanda, país donde residía desde hace 35 años, Daniel Rey Piuma, ex fotógrafo y perito de Inteligencia de la Prefectura Nacional Naval que desertó y se fue del país llevándose consigo un voluminoso archivo de esa dependencia sobre los hallazgos de cuerpos en las playas uruguayas durante la dictadura, que prueba que no se trató de marineros asiáticos que cayeron de los barcos fruto de sus habituales riñas y disputas, tal como lo presentó la prensa uruguaya de la época, sino de cuerpos de detenidos políticos argentinos que, luego de haber sido sometidos a torturas aberrantes, fueron arrojados al mar, atados, desde aviones militares, y que por el efecto de las mareas en el Río de la Plata terminaron apareciendo en las costas de Uruguay, principalmente en el departamento de Rocha, entre 1976 y 1979. En una entrevista con la diaria (09/01/2012), Rey Piuma contó cómo salió en 1980 hacia Brasil, donde realizó sus primeras denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en la Armada Nacional, y cómo luego debió irse a Holanda debido a que “en Brasil estaban operando los servicios de inteligencia de Brasil, Argentina y Uruguay”, y procuraron secuestrarlo tres veces y matarlo una. Antes, en 1982, consiguió declarar en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde entregó por primera vez las fotos y documentos que se llevó de Uruguay. Esas mismas pruebas gráficas aparecieron en diciembre de 2011 entre los documentos desclasificados que recibió desde Estados Unidos el juez Sergio Torres, al frente de la megacausa ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada) en Argentina. En aquella entrevista con la diaria, Rey Piuma anunciaba que estaba dispuesto a entregar el resto del material que aún conservaba en su poder a esa investigación, y cuestionaba la conclusión de la Comisión para la Paz de Uruguay de que todos los cuerpos hallados en las costas uruguayas eran de argentinos, algo que él calificaba de “suposición no comprobada”. “Había algunos cuerpos que tenían ropas argentinas, otros estaban atados con cuerdas de cortinas. Después de una pericia descubrimos que ese tipo de cuerdas no se vendía en Uruguay sino en Argentina, pero había otros cuerpos sobre los que siempre quedó la duda de si eran argentinos o uruguayos. La Comisión para la Paz dijo que los cuerpos que aparecieron en las costas uruguayas eran de argentinos, y eso no es verdad. En las pericias técnicas criminológicas hay que procurar la mayor exactitud posible, y en algunos cuerpos se podía decir eso con 90%, no había grandes dudas, pero de otros cuerpos no se podía determinar”, afirmó Rey Piuma.

Rey Piuma finalmente declaró en 2012 en la megacausa por las violaciones a los derechos humanos en la ESMA de Argentina, pero no llegó a declarar, aunque su testimonio estuvo previsto para ser incluido varias veces en el juicio por la causa Plan Cóndor, que transcurre en Roma, en el que uno de los imputados es el capitán de navío Jorge Tróccoli.

Rey Piuma se hizo conocido en Uruguay luego de la publicación del libro Un marino acusa (Tupac Amarú ediciones, Montevideo, 1988), una primera presentación de las fotos y documentos que tenía en su poder. Sin embargo, el primer informe sobre sus hallazgos lo publicó la revista brasileña Veja. Vino a Uruguay varias veces durante su prolongado exilio, pero siempre se mantuvo oculto, ya que estaba convencido de que aún pesaba sobre él una sentencia de muerte establecida por los militares a los que había denunciado.

En las últimas horas se multiplicaron en las redes sociales los mensajes que lamentan su pérdida y recuerdan su valentía, su coraje. Ese del que carecen tantos otros que continúan escondiendo la verdad.