“Caudillo no soy. No me gusta el caudillismo”. De esa forma se autodescribió el presidente electo del Frente Amplio (FA), Javier Miranda, ayer de noche, en un “enredo” organizado por las Redes Frenteamplistas que se llevó a cabo en el comité 26 de Julio, en Parque Batlle, al que la nueva máxima autoridad frenteamplista visitó por iniciativa propia.
La declaración de Miranda se produjo luego de que uno de los participantes de la reunión dijera que esperaba que el nuevo presidente del FA no fuera a ser un simple “negociador”, sino una “figura de poder; un presidente algo de caudillo tiene que tener”. Si bien Miranda descartó tener aspiraciones caudillistas, dijo que es cierto que “hay que ejercer la autoridad”, por medio del “peso político que me dio haber ganado una elección”. No obstante, se definió “profundamente negociador”. También aprovechó para asegurar que no es ningún “bebé de pecho” en la actividad política: “Llevo muchísimos años haciendo política, y alguna política de las saladas. Haber discutido desde los 18 años hasta casi los 50 sobre impunidad y desapariciones forzadas, haber discutido con el más grande y el más chico, te da cierto fogueo. No soy un fenómeno, pero tampoco un bebé de pecho”.
Si bien en la convocatoria se anunciaba la presencia de Miranda, el presidente del FA confesó que buscó caer de sorpresa. Eso, dijo, “es un gesto político, no contra nadie, sino de cercanía”. “Reconozco en las Redes un grupo de gente que mete y que apoya”, agregó, aclarando que si bien “algunos lo van a leer como un apoyo a las Redes y en contra de los comités de base, yo quiero todas las formas de participación”. Ante esa intervención, una señora acotó: “¡Ahora mismo estamos en un comité de base!”. El comité 26 de Julio, de unos 30 metros cuadrados, quedó repleto, aunque no fueron pocos los que observaron la nula participación de jóvenes en la actividad. Ese tema también estuvo arriba de la mesa, luego de que un hombre le preguntara a Miranda qué podía hacerse para incorporar a la juventud a la militancia: “A los jóvenes no los vamos a traer a ningún comité de base”, razonó. Ante ese planteo, el presidente electo respondió que lo que había que buscar no era “traer a los jóvenes, sino al revés: vamos nosotros a ver dónde están y qué buscan”. “No es ‘vení que te voy a decir cómo es’. No les tenemos que decir cómo participar en política. Más que la palabra hay que tener la oreja”, razonó. Incluso, dijo, a veces hay para aprender mucho de ellos, y puso como ejemplo el movimiento No a la Baja.
Luego otro señor admitió que no lo había votado y dijo que hubo dos hechos que le preocuparon: primero, la fallida elección del senador Marcos Carámbula como secretario político del presidente frenteamplista electo, “cuando un sector político iba a ver si existía la posibilidad” de que el legislador accediera a ese puesto; y segundo, una entrevista que Miranda le concedió a la periodista Ana María Mizrahi, en la que dijo que les había hecho propuestas a los sectores y estos quedaron en responderle. A modo de resumen, culminó su intervención: “¿Va a haber cambios o no? ¿Van a ser los sectores los que van a marcar la cancha, con la dinámica de estar detenidos en el tiempo?”.
Sobre Carámbula, Miranda dijo que no tenía problema en que se leyera que ponerlo como secretario político hubiera sido un “signo de conservadurismo político”. “Es de mi más absoluta confianza y afecto. Me parecía un secretario político de primera y un viejo articulador”, dijo. En la conformación de equipo, agregó, está buscando “los mayores niveles de acuerdo posible”. Sobre el peso de los sectores, recordó que la fuerza política es “coalición y movimiento” y que si bien hay “un montón de cosas para modificar”, es necesario definir qué es lo que se necesita cambiar, y ese análisis no necesariamente proporcionará consensos.
Durante el encuentro, Miranda también afirmó que “en cualquier espacio de socialización es necesario tener participación política”. Según dijo, es “demencial” pensar que un partido político no va a buscar incidencia en los espacios de participación, entre los que enumeró los barrios, los centros de estudio y los lugares de trabajo, aunque estos últimos “cambiaron”: “Seguir pensando que el lugar de trabajo es la fábrica donde está el dueño del capital con 500 obreros [no va]. El modo de producción sigue siendo el mismo, pero las relaciones de producción cambiaron. Hoy hay un CEO, el dueño del capital anda disperso por todos lados, y la economía se va a parecer cada vez más a Uber y Pedidos Ya”.