Mientras la bancada de senadores del Frente Amplio (FA) aún discute si aprobará o no el artículo 186 de la Rendición de Cuentas, que dispone una exclusión de las universidades privadas del régimen de donaciones con exoneraciones fiscales, el senador nacionalista Javier García y su sector, el Espacio 40, organizaron una charla en la antesala del Senado para abordar este tema. “Por una educación sin exclusiones”, se titulaba el evento, cuyo flyer en las redes sociales decía: “La presentación de un proyecto de ley que excluye a las universidades del régimen de donaciones con exoneraciones fiscales está llevando a cuestionar el valor estratégico que la articulación público-privada tiene para la educación de nuestros jóvenes”.
La mesa redonda tuvo más polémica antes de empezar que una vez que comenzaron las oratorias. El senador frenteamplista Ernesto Agazzi, uno de los invitados a la charla, se quejó en la red social Twitter de que su nombre aparecía en la lista de oradores, cuando él ya había dicho que no podía asistir. “Hace dos semanas avisé que NO podía ir. Raro siga afiche”, le escribió a García, que retrucó: “Te comprometiste que iría otro compañero tuyo”.
Ya en el evento, y luego de la deserción de Agazzi, las coincidencias fueron mucho mayores, dado que la totalidad de los oradores estaba en contra del polémico artículo de la Rendición de Cuentas (aunque el ex director de Educación, Juan Pedro Mir, no habló sobre el tema) y se explayaron en la importancia de la articulación público-privada en las políticas educativas.
Mir reclamó acuerdos en la educación que generen políticas de Estado y superen las barreras partidarias, desde una “mirada país en 20 y 30 años”. Luego, aseguró que en la sala, donde había personas de “distintos credos políticos”, era posible llegar a cinco puntos de acuerdo: “Educación democrática, laicidad inclusiva, fuerte participación del Estado garantizando la circulación de las leyes, que la educación incorpore a todos los estudiantes del país, y que aumenten los presupuestos estatales”. “En otros países las diferencias son mucho mayores, pero nosotros no lo hemos podido hacer”, agregó.
El ex jerarca también dijo que “sin desmerecer la importancia del sistema universitario y la investigación, el eje del desafío sigue siendo la educación básica, porque para llegar a la universidad precisamos educación básica, y el punto de no llegada a la universidad es 40% de muchachos que no van a terminar la educación básica superior. Esa es la tragedia nacional”.
Respecto del discutido artículo de la Rendición de Cuentas, dijo que no dominaba mucho el tema y no quería “payar”, aunque resaltó lo dicho en el programa de gobierno del FA: “La necesidad de conformar un sistema universitario, de conjugar los espacios universitarios y formar espacios de investigación común”. Luego defendió el espacio articulado público-privado, y destacó el área de educación superior del Ministerio de Educación y Cultura, que ha fortalecido y regularizado el espacio de las universidades privadas, “entre otras cosas, para evitar que emerjan universidades con cursillos que vienen del exterior y puedan desregularizar las carreras”. Cuando se propuso el artículo, Mir había realizado algunos comentarios críticos en Twitter.
Tras profundizar sobre las desigualdades del sistema educativo actual, y asegurar que las diferencias “no tienen que ver con lo público o lo privado sino con el origen” de los estudiantes, Mir dijo que “los parámetros de una educación vareliana, estatal, laica, gratuita y obligatoria hoy merecen por lo menos ser repensados en el siglo XXI, para pensar en otros parámetros, entre ellos la articulación”. “El modelo tal cual lo heredamos está resquebrajándose por todos lados”, finalizó.
Torneos y competencias
Otro de los que hicieron una fuerte exposición en defensa de esta articulación público-privada fue Pablo Bartol, director del centro educativo Los Pinos, administrado por el Opus Dei. Contó la historia de un joven de un asentamiento que terminó casándose con una ucraniana que conoció en Estados Unidos mediante una beca de la Alianza Uruguay-Estados Unidos, y destacó que esto fue posible, entre otras cosas, porque el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay “tiene un sistema de formación complementaria por afuera de la educación pública para zonas de contexto crítico y este tipo de jóvenes”.
En oposición, cuestionó la aversión que genera el sistema educativo uruguayo por la matemática y dijo que el Instituto de Profesores Artigas “ha ido cerrándose sobre sí mismo”. Luego, observó que expertos en educación de otros países le digan lo sorprendente que es “que haya gente en el país que crea que hace 120 años que tienen la mejor educación y que no hay que cambiar nada”, y pidió “un poco más de competencia” en los centros educativos: “No es nada malo promocionar a algunos por sobre otros. Puede tener un efecto contagioso”, aseguró.
Péguenle al mimo
A su turno, el diputado del Partido Independiente Daniel Radío, el rector de la Universidad ORT Jorge Grünberg y la militante nacionalista y estudiante de la Universidad de Montevideo (también administrada por el Opus Dei) Kim Davies fustigaron el artículo de la Rendición de Cuentas. Radío dijo que el texto no perseguía un afán recaudatorio ni tampoco una desigualdad entre las universidades privadas y la pública (ya que la pública “seguirá pagando aportes patronales”). También aseguró que en el programa del FA no se decía nada de esto y dedujo que tampoco el tema puede reducirse a la “viveza criolla” intrínseca de las exoneraciones fiscales: “Si por cada 100 pesos que tengo que donar termino pagando 20 para donar 100, termino pagando 120; las cuentas no darían”. Según sostuvo, lo que supone que hay detrás es una “razón filosófica” que no sólo abarca al partido de gobierno: “La decisión política de transferir ciertas responsabilidades al Estado para corregir algunas desigualdades en función de los principios de equidad parece que fuera la consecuencia obligada de las leyes de la naturaleza, y por lo tanto, la única eventualidad deseable”. De eso, sostuvo, “a la esquizofrenia ideológica, estamos a un paso: entender que lo natural es la educación estatal, y lo otro, la de gestión privada, es una suerte de resabio ideológico, una rémora victoriana que estratégicamente debemos tolerar pero de ninguna manera promover”.
Grünberg, por su parte, no se privó de críticas: “No somos los únicos que tenemos una emergencia educativa, pero somos los únicos que no la resolvemos”, dijo, y luego advirtió que con la medida impulsada por la bancada frenteamplista “se perjudican miles de jóvenes que en el futuro no van a poder tener becas”. En tanto, Davies interpretó que la propuesta refleja “esa parte de la izquierda que no cree en la educación de carácter privado y forma parte de un prejuicio bastante importante de que allí se educan los hijos de los ricos”. En cambio, aseguró que las universidades privadas “están llenas de jóvenes trabajadores o hijos de laburantes que prefieren pagar con sacrificio una carrera para recibir en tiempo y forma su título: o porque las ven como la única salida para poder estudiar, ya que la Universidad de la República no les presenta la carrera que quieren elegir, o no les presenta un escenario que a ellos les sirva, ya que hablamos de jóvenes que son trabajadores”.