El director nacional de Salud, Jorge Quián, anunció ayer que a partir de 2017 la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV) se incluirá en el esquema de vacunas obligatorias para las niñas de 12 años de edad, como elemento de prevención del cáncer de cuello de útero. La vacunación consiste en tres dosis que se dan en un plazo de seis meses, y se recomienda para las niñas que no tuvieron relaciones sexuales.

En 2012 el Ministerio de Salud (MSP) resolvió ofrecer gratuitamente la vacuna a las niñas de 12 años, que antes de recibirla llenaban un formulario de “consentimiento informado” en el que se advertía de los posibles efectos adversos de la vacuna y se promovía la educación en salud sexual y reproductiva entre las adolescentes. En 2015 el MSP pasó a recomendar la vacunación, y desde el próximo año da un paso más y la vuelve obligatoria.

Leonel Briozzo, subsecretario del MSP durante el período anterior, manifestó su desacuerdo con la medida. Briozzo es profesor titular de la Clínica Ginecológica A de la Facultad de Medicina y jefe de Maternidad del hospital Pereira Rossell, además de integrante del Colegio Médico. En diálogo con la diaria aclaró que si bien estuvo “completamente de acuerdo” con la resolución del ministerio de recomendar la vacuna, considera inadecuado que sea obligatoria. Recordó que la vacuna brinda inmunidad contra dos cepas del HPV, la 16 y 18, que se encuentran en 85% de los casos de cáncer de cuello de útero, pero no en todos: entre 15% y 20% de los casos restantes no se originan en estas cepas. “Distinto sería si se desarrolla la vacuna nonavalente, que da cobertura sobre las cuatro cepas oncogénicas, que sí permitiría eliminar los virus en su totalidad”, puntualizó, aunque aclaró que dicha vacuna no está disponible en nuestro medio.

La mayor preocupación de Briozzo es que el cáncer de cuello de útero no es “una infección como el sarampión o el tétanos, sino que es una afección, en la que importa el virus que la provoca pero también las conductas sexuales y la vulnerabilidad de las mujeres que lo padecen”. Desde esta perspectiva, que la vacuna sea obligatoria puede generar, entiende Briozzo, “la falsa seguridad de que sólo con la vacuna estás protegido”, cuando la prevención debe incluir “un marco mucho mayor, una política pública de promoción de derechos de salud sexual y reproductivos, en la que tenemos muchas dificultades”. “No se puede bajar la guardia con temas de salud sexual y reproductiva”, afirmó.

Briozzo puntualizó, no obstante, que está a favor de las vacunas y que en estos años se ha avanzado en relación al perfil de seguridad de la vacuna contra el HPV, es decir, en cuanto a las contraindicaciones o complicaciones que puede significar: actualmente “es excelente, y hace cuatro años no lo sabíamos”, dijo.

Pero consideró que la vacuna “sigue siendo novedosa” como para ser obligatoria -“tiene diez años pero el resto de las vacunas obligatorias tiene una historia de 80 años”, comentó-, y que, en una población con “muy alta fidelidad con las vacunas, obligar a dar una que todavía es discutible no es correcto”. Mencionó que en el ámbito del Colegio Médico y del Comité de Ética y Salud Reproductiva de la Mujer de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia “se discute que la obligatoriedad debe ser muy medida”, no ya hablando de esta vacuna en particular, sino también de otros procedimientos médicos. Recordó el reciente fallo judicial que le dio la razón a una mujer que se negaba a hacerse una mamografía por considerar que es perjudicial para la salud, y reflexionó: “Hay que estar muy seguro de que lo que uno obliga a hacer es realmente adecuado y no genera riesgos, por eso cada vez más se tiende a recomendar, para que sean las personas las que, en un proceso de información, decidan”. “La obligación tiene patas cortas; la educación y compromiso con las opciones sanitarias son de mucho más largo aliento”.

Briozzo dijo que el anuncio del MSP “nos tomó por sorpresa y genera preocupación”, y añadió que no hubo consultas a la Facultad de Medicina. Adelantó que buscará intercambiar argumentos sobre este tema con el MSP y sus autoridades, con quienes, enfatizó, tiene “una relación extremadamente fluida”.