Ayer, un grupo de organizaciones de derechos humanos se reunió con el canciller, Rodolfo Nin Novoa, para hablar de la situación del refugiado Jihad Diyab, uno de los cinco ex presos de la cárcel de Guantánamo, Cuba, a los que Uruguay recibió en 2014. El sirio insiste en su interés por dejar el país para viajar a “cualquier país árabe”; en julio, viajó hasta Venezuela desde Brasil y se presentó en el consulado uruguayo para pedir que le facilitaran el traslado a Turquía, donde está su familia. Sin embargo, regresó a fines de agosto en un avión venezolano, en medio de una huelga de hambre de 26 días a la que se sumaba una huelga seca de siete días. La noche del lunes, Diyab estuvo internado en el hospital Maciel a raíz de una descompensación. En un video que publicó El Observador, el refugiado dice estar pasando “muy mal” en Uruguay.

“O me voy a ver a mi familia a otro país o me muero”, sentencia, acostado en un colchón en el piso; agrega que estuvo “preso bajo tortura durante 13 años por culpa del gobierno de Estados Unidos, que llegó a un arreglo con Uruguay. Me trajeron con la promesa de ver a mi familia y siguen jugando el mismo juego que estaban jugando en Estados Unidos, con más torturas y más prisión aquí en Uruguay”. El grupo Vigilia por Jihad Diyab reclama que “se gestione un lugar donde la reunificación familiar sea viable y sostenible, ya que las condiciones para esto último no están dadas en nuestro país”. Integrantes del grupo dijeron a la diaria que en el control médico que se le realizó a Diyab se detectó disminución de los latidos cardíacos y de la presión sanguínea, y que sufre “fuertes dolores, especialmente abdominales y de cabeza”.

El vocero del grupo de allegados, Pablo Chargoñia (abogado del Observatorio Luz Ibarburu), dijo a la salida de la reunión con Nin Novoa que “Diyab se está muriendo y hay una responsabilidad del gobierno de que esto no ocurra”, y que el refugiado está siendo maltratado en Uruguay. “No vamos a dar detalles de esta reunión con la cancillería [...] por una razón de tipo humanitario”, dijo Chargoñia; “En dos o tres días puede tener daños irreversibles. Nos han comentado que Diyab tiene una fortaleza que viene, paradójicamente, de la situación de tortura que experimentó en Guantánamo [...] Pero lo cierto es que está decidido a morir”. Aunque no dio más datos, el abogado dijo estar “muy preocupado” por la situación del sirio y por los términos de la conversación en la reunión, que consideró “poco satisfactoria”, ya que no incluyó la solución esperada.

Hoy de mañana, el grupo brindará una conferencia de prensa para informar sobre el tema, en la puerta del apartamento del sirio, en Soriano esquina Yaguarón.

Por su lado, el Consejo Directivo de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH) emitió ayer un comunicado en el que asegura estar haciendo un seguimiento de la situación de Diyab. “La INDDHH insta a las autoridades a continuar las gestiones que se vienen realizando para asegurar su integridad personal hasta que se defina su situación”, dice el texto. La institución ofrece su apoyo a las autoridades para encontrar una pronta respuesta al problema “dentro de lo que establecen sus competencias legales”.