Entre ayer y hoy se realizan en la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) y en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República las “Primeras jornadas sobre memoria, historia y presente de la izquierda en el Uruguay”. Ayer en la FCS hubo mesas con ponencias que reflexionaron sobre los debates políticos e ideológicos en la izquierda, el rol de los intelectuales y la actuación de la izquierda en el gobierno.

Los investigadores Fabián Carracedo, Marcelo Castillo, Luis Senatore y Gustavo Méndez analizaron la política de relaciones laborales de los gobiernos del Frente Amplio (FA), y el investigador Guillermo Fuentes se centró en las políticas de salud. Ambas ponencias partieron de considerar al FA una “socialdemocracia tardía”, “socialdemocracia criolla” o “neodesarrollismo”, por lo que aclararon que en principio no esperaban “transformaciones radicales”.

Fuentes concluyó que la reforma que creó el Sistema Nacional Integrado de Salud, a la que calificó como “una de las reformas sociales más importantes del proceso frenteamplista”, hizo mejoras “más coyunturales que estructurales” y no pudo superar la segmentación por nivel de ingresos en cuanto al tipo de prestador de salud al que se accede. “Tenemos una estructura todavía segmentada y desigual”, y la reforma “reforzó el carácter segmentado del sistema”, afirmó Fuentes. Según datos basados en la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística de 2012, mientras que 61,5% de la población del quintil de menores ingresos se atiende en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), sólo 3,4% del quintil de mayores ingresos hace lo propio. 22,5% del quintil de menores ingresos se atiende en mutualistas, y el porcentaje de quienes utilizan este tipo de prestador asciende a medida que crecen los ingresos, hasta llegar al quintil de mayores ingresos, en el que 78,6% se atiende en mutualistas. Al mismo tiempo, se produce un fenómeno que el investigador Jaime Yaffé graficó con la palabra “descreme”: 7,4% del quintil de mayores ingresos se atiende en los seguros privados.

Rol preventivo

El investigador explicó que entre 2006 y 2011 se duplicó la cantidad de gente que se atiende en seguros privados, “escapando de las mutualistas” que “se llenaron” de gente de menores ingresos. En los hechos, se produjo un crecimiento de la cobertura de las mutualistas y se fortaleció a actores que antes estaban debilitados y que ahora pueden constituirse en un freno a los cambios, advirtió Fuentes. El investigador consideró que el gobierno debería definir un proyecto claro y “asumir la idea de que no puede caminar con todos”, sino que debe enfrentar el conflicto.

En materia laboral, en cambio, el FA ha sido “exitoso” y su acción ha ido más en consonancia con su discurso. “Lo que se esperaba de un partido socialdemócrata pasó: hubo una evolución positiva en la mayoría de los indicadores laborales”, comentó Méndez. Carracedo señaló que la negociación colectiva disminuyó la conflictividad laboral y permitió “canalizar los conflictos”. “Todos los conflictos han tenido un rol preventivo, y menos de 5% de los conflictos derivó en paralizaciones u otras medidas de fuerza”, explicó. De todos modos, apuntó que esto se produjo en un contexto de crecimiento económico y que el desafío que tiene ahora el FA es cómo gestionar los conflictos en un contexto de estancamiento.

Paradoja del éxito

Méndez se centró en mencionar los cambios en la relación del FA con los actores del mundo laboral y con el Estado. “Antes de llegar al gobierno, el FA tenía una histórica hermandad con los sindicatos, ajenidad con los empresarios y relativa ajenidad con el Estado (relativa porque ya era gobierno en lo departamental). Ahora, ya no hay ajenidad con el Estado. No sé si podemos decir que el FA es el partido del Estado del siglo XXI, pero algo de eso hay”, afirmó el investigador. Al mismo tiempo, tiene una “buena relación” con los empresarios y atraviesa por un momento de tensiones con el movimiento sindical, a raíz de la declaración de esencialidad en la educación y otros hechos. Méndez calificó a esta situación como “la paradoja del éxito”: el FA cambió las reglas, pero a su vez las nuevas reglas cambiaron a los actores.

La investigadora Alicia Veneziano se centró en analizar el proceso de descentralización en Montevideo bajo los gobiernos del FA. Sostuvo que al principio los concejos vecinales eran “muy izquierdizados” y que luego fueron “partidizados por el FA y por el Partido Nacional”. En el proceso de descentralización perdieron importancia los actores socioterritoriales -en parte por la carencia de “capital social territorial”, consideró- y la ganaron las lógicas político-territoriales de los partidos políticos. En este sentido, consideró que hubo una “doble práctica de la izquierda”: por un lado, pretender fomentar la participación de los actores sociales, pero al mismo tiempo “la lógica es cooptar a los concejos vecinales”. Apuntó que muchas organizaciones barriales perciben que en estos priman las lógicas político-partidarias y, por lo tanto, prefieren mantenerse al margen.

Pepe del pueblo

Soledad Montero, investigadora de la Universidad de Buenos Aires e integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, presentó un análisis de los discursos de José Mujica en su asunción como presidente ante el Parlamento y en el acto de despedida del mandato, en la plaza Independencia. La investigadora se preguntó en qué medida el discurso de Mujica es “populista”. Para ello presentó una serie de características del populismo: interpelación al pueblo, antagonismo, intención redentora, impulso antiinstitucional, fundacionalismo y presencia de un liderazgo carismático.

Montero concluyó que el discurso de asunción de Mujica fue un discurso “sobre la política, destinado a dirigentes y a líderes políticos”. En cambio, en su discurso de despedida le habló directamente al “pueblo”. “El sujeto del cambio sos vos, pueblo querido, contigo cambiamos o contigo sucumbimos”, dijo Mujica en aquel discurso, que para Montero tuvo el formato de una “carta de amor al pueblo”. “Es como si le hablara a un individuo, al pueblo como un sujeto político y un sujeto de cambio. Un pueblo preexistente a él y que va a seguir estando, y al que él acompaña”, señaló la investigadora. Agregó que Mujica se coloca en el rol de “viejo sabio” que le agradece al pueblo, le cuenta historias y lo ayuda. Pero le habla a un pueblo que no se configura a partir de su liderazgo, como sí sucede en los discursos del ex presidente argentino Juan Domingo Perón o del ex presidente venezolano Hugo Chávez, apuntó Montero. Al mismo tiempo, remarcó que no hay antagonismo en el discurso de Mujica, no se construye un “otro”, como podría ser el capitalismo o el imperialismo. Concluyó, por todo esto, que el discurso de Mujica no puede calificarse de populista.