Volvió a bajar el número de repeticiones en la escuela. Según publicó ayer el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), el índice que las mide alcanzó un mínimo “histórico” en todo el país al llegar a 4,7% en 2016. En 2015 había sido de 5%, y en 2002 era de 10,3%, es decir, en aquel momento más de 30.000 alumnos no pasaban de año.

“Es una muy buena noticia que me tiene muy contento”, fue lo primero que dijo a la diaria el consejero del CEIP Héctor Florit. Enseguida agregó que esta es “una nueva baja, una tendencia que se ha consolidado” y que “descarta cualquier sospecha de que se trate de un dato ocasional o fortuito”. Esta tendencia, explicó, se ha constatado en un extenso período de “por lo menos 20 años”, que se ha ido fortaleciendo “sin que existan medidas administrativas que dispongan promociones automáticas o minimización de exigencias”. En esta línea, Florit dijo que “las evaluaciones nacionales e internacionales dan cuenta de que el nivel de logro de los alumnos uruguayos no ha descendido, lo que significa que la mejora en las tasas de promoción no se hizo a costa de una rebaja en los niveles de aprendizaje”, una comprobación que “da tranquilidad”.

Según los números publicados ayer por el CEIP, 4,7% representa a los 11.668 niños que no lograron pasar de año, cifra que se concentra mayoritariamente en primer año. Los recién llegados a primaria concentran el 12,6% de las repeticiones, y el porcentaje baja progresivamente hasta llegar a sexto año, nivel en el que las repeticiones representaron 0,99%.

Florit considera que la clave está en las intervenciones “oportunas y tempranas” y en evitar una “evaluación sumatoria que al final de año diga ‘aprobado’ o ‘no aprobado’”. En este sentido, resaltó la importancia de la educación inicial “temprana y asidua”, es decir, que los niños concurran al jardín de infantes, ya que esto es un indicador “muy potente” de los resultados en los años siguientes. “Siendo dos grupos con cantidades similares de alumnos, los alumnos de cinco años que tuvieron hasta 20 faltas constituyeron al año siguiente 21% de los repetidores, mientras que los que tuvieron más de 20 faltas representan 79%”, dijo el consejero. Sostuvo que “una preescolarización con una débil asistencia es un indicador temprano de que al año siguiente el alumno tendrá una probabilidad dos o tres veces mayor de no pasar de año”.

Por eso es importante acompañarlos en este tránsito. Detectar estas dificultades en la educación inicial, para iniciar procesos de acompañamiento en la escuela, personalizando la enseñanza con estos niños que tienen más dificultades, es uno de los principales desafíos del CEIP. Según Florit, en 2016 los alumnos que reunieron estas condiciones fueron unos 4.200, es decir, 10% de la matrícula, y fueron objeto de un seguimiento de parte de los maestros, que permitió que “un tercio de esta población, que era la que tenía riesgos más altos de aprendizaje, promoviera”.

Volvamos a los datos. De ellos surge que Montevideo concentra 50% de los repetidores, con 5.853 alumnos, mientras que el otro 50% se reparte entre los departamentos restantes, donde se concentra 70% de la matrícula. Las áreas más desfavorecidas de la sociedad siguen siendo las que presentan el mayor porcentaje de repeticiones. Las escuelas que concentran el 20% más vulnerable de la población tienen un porcentaje de repeticiones de 7,6%. Fiorit dijo que “este es un desafío central en términos de construcción democrática y es el gran desafío que tiene la escuela pública obligatoria”, que está llamada a “compensar las desigualdades de cuna, y mostrar un mundo con relativa equidad de oportunidades”.

El consejero del CEIP afirmó que esto “se construye” con “políticas potentes que compensen la desigualdad”, como la expansión de escuelas de tiempo completo focalizadas en estas zonas. Respaldó sus palabras con cifras: “Los más pobres en una escuela de cuatro horas tienen casi 23% de repetición, pero si están en una escuela de tiempo completo, la cifra baja a 14,55%”. Añadió que se insiste en expandir las escuelas de tiempo completo a los barrios donde se concentra la población perteneciente a los quintiles 1 y 2 (es decir, los más pobres) porque se quiere “mejorar en todos los sectores, pero la responsabilidad, desde la justicia y la ética, es mejorar en los sectores más desfavorecidos”.

El CEIP está trabajando en virtud de cinco pilares: fomento de la preescolarización, es decir, fortalecimiento de la calidad y cobertura de la educación inicial; personalización y apoyo para los alumnos que tengan mayores dificultades; extensión del tiempo de clases y fomento de las escuelas de tiempo completo; apoyo con material curricular para alumnos y docentes; y mayor formación para los maestros.

Los resultados publicados ayer son alentadores, pero “no para el CEIP en particular, sino para toda la sociedad”, aseguró Florit. Agregó que esta tendencia se ha mantenido a lo largo de diversas administraciones, con consejos, ministerios y autoridades nacionales distintas. Esto lo lleva a afirmar que es “mucho más un proceso de índole pedagógica y de políticas educativas que se consolidan a lo largo del tiempo” que un asunto de “voluntarismo político”.