Es difícil proteger la diversidad de paisajes, ecosistemas, especies y valores culturales que coexisten en un territorio, cuando hay gente que lo visita, vive y produce allí. Más aun si se trata de áreas protegidas: tierras que necesitan de un cuidado extra por tratarse, justamente, de ecosistemas que deben ser preservados como patrimonio de la nación. Uno de esos lugares es el Parque Nacional Cabo Polonio, en Rocha. Quien conoce el lugar sabe por qué: es un “ecosistema raro”. Cabo Polonio es uno de los pocos territorios uruguayos que reúne playas arenosas, puntas rocosas, dunas, bosques nativos costeros, pequeños humedales, ambientes oceánicos e islas, y especies vegetales y animales en peligro o amenazadas de extinción, como el sapito de Darwin, un sapo negro diminuto, de menos de dos centímetros, con puntitos amarillos en los flancos. Por ser tan especial, la Intendencia de Rocha (IR) y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) están evaluando modificar el sendero de ingreso a Cabo Polonio, por donde entran y salen unas 70.000 personas cada temporada estival (en los días de mayor actividad han llegado a entrar y salir hasta 2.000 personas).

Sin lugar a dudas, Cabo Polonio es el área protegida que requiere “más atención”, porque es la que recibe “más presión”, explicó a la diaria el director del SNAP, Guillermo Scarlato. El componente más destacado, por su unicidad, es el sistema dunal, que constituye “el remanente más extenso de una faja arenosa que se extendía antiguamente a lo largo de nuestra costa”, según se describe en la página web del SNAP, y es una de las características más amenazadas. A su vez, este sistema dunal constituye una de las pocas áreas de dunas móviles de la región, que llegan a superar los 20 metros de altura.

La presión a la que se refiere Scarlato se relaciona con el hecho de que Cabo Polonio es el área protegida que recibe mayor número de visitas; en segundo lugar se ubica la Quebrada de los Cuervos, en Treinta y Tres, a la que llegan unas 5.000 personas entre diciembre y marzo. Estos dos lugares, junto a otras 12 áreas de la superficie terrestre y marítima del país, integran el SNAP, que se creó en marzo de 2000 como una dependencia de la Dirección Nacional de Medio Ambiente del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. En total, hay unas 279.516 hectáreas del territorio nacional ingresadas al SNAP. A pesar de la baja cobertura de superficie en áreas protegidas, el porcentaje de paisajes representados supera el 70% del total del país, y el porcentaje de ecosistemas y especies prioritarias para la conservación amenazadas supera el 30% del total.

De las 14 áreas que conforman el SNAP, cinco están en Rocha: además del Parque Nacional Cabo Polonio, la Laguna de Rocha, el Parque Nacional San Miguel y el área de manejo de hábitat y especies de Cerro Verde e Islas de La Coronilla. Además, Rocha comparte con Maldonado el área de manejo de hábitats y especies de Laguna Garzón, también incluida en el SNAP.

En febrero de 2010 el gobierno decretó la protección del paisaje de la Laguna de Rocha, que ocupa un área aproximada de 22.000 hectáreas, que incluyen 7.200 de agua y grandes zonas de lomadas, llanuras, franja costera y plataforma oceánica. Ayer, el gobierno corrigió un error en el mencionado decreto y agregó tres padrones más que, a pesar de haber quedado excluidos de la norma, habían sido delimitados y perimetrados por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas.