La idea surgió por casualidad. “Si bien hacía mucho que queríamos emprender un proyecto, la realidad es que estábamos pensando en algo diferente, hasta que un día fuimos a comprar unas empanadas y vimos que una persona estaba retirando el pedido de otra. Ante esa situación, que se dio delante nuestro, empezamos a pensar en esto. Ese fue el puntapié inicial”, relató Bisensang, de 29 años, quien comenzó con el emprendimiento en agosto del año pasado junto a Gastón Díaz, de 31.

Cinco meses después, la empresa está registrada como una sociedad de responsabilidad limitada y cuenta con otros dos socios -Lorena Bonilla y Jerónimo Melissari, asesora y proveedor de capital, respectivamente- y cinco empleados: dos ingenieros, un escribano, un abogado y una diseñadora.

El sistema incluye dos aplicaciones y una página web que funcionan en conjunto, aunque cada una está destinada a un público distinto. SoyDelivery es una app que “permite mandar algo de un lugar a otro, sin la necesidad de estar ni en el punto de salida ni en el de entrega”, resumió uno de sus creadores. El usuario cuenta con dos opciones: seleccionar el delivery más cercano u optar por alguno “de confianza”. También se da la posibilidad de elegir qué tipo de vehículo se ajusta al tamaño del envío, el pago por el servicio y el tiempo en que se necesita que se confirme la solicitud, y, además, chequear la valoración de los conductores y hacer el seguimiento del viaje solicitado, en tiempo real, por medio de un mapa georreferenciado.

Además de facilitar el envío de productos en el horario, tiempo y costo deseados por el usuario, Bisensang explicó que la aplicación apunta a comercios que ven limitada su posibilidad de envío de pedidos a domicilio. “Intentamos incluir en el mercado a personas que crean arte, arreglan cosas o cocinan, y que no tienen la oportunidad de expandir sus negocios debido a que no cuentan con delivery propios, para que puedan contratarlos con la aplicación”, resumió.

En tanto, la aplicación paralela SoyDelivery Driver está pensada para quienes quieren prestar su servicio como repartidores. “Podrán trabajar las horas y los días que quieran, con la condición de tener conexión activa a internet y su ubicación encendida, para ofrecer al usuario y a los comercios su ubicación en tiempo real”, dijo el joven emprendedor. Ambas aplicaciones están disponibles para Android y para iOS.

Por otro lado, existe la web a efectos de que aquellos comercios con flota propia de transportistas puedan “administrar las unidades y los pedidos y avisar a los clientes cuando estén prontos y hayan sido enviados”. Estos, como los usuarios de la aplicación, podrán seguir el recorrido en directo.

El creador destaca que si bien en el último tiempo la tecnología ha facilitado las entregas a domicilio, “lo único que sigue estando oscuro para los usuarios es el recorrido”, y consideró que, en este sentido, la idea aportará “una ventaja competitiva a los comercios que la utilicen”.

Cambiar el mercado

La intención de los jóvenes es “cambiar el comportamiento de la gente que solicita un transporte de productos” y también “ayudar a regular el mercado de los delivery, sobre todo de los que hacen entregas en moto”. Bisensang distingue la aplicación de otras nucleadas dentro de “la familia de Uber”, ya que en estos últimos casos se trata de “un empleador directo que cobra por los que ofrecen el servicio y luego les deposita el dinero, mientras que nosotros actuamos sólo como nexo, sin interferir en el cobro”.

Momentáneamente

El sistema diseñado no está tarifado, sino que el propio usuario que solicita el servicio es el que indica cuánto está dispuesto a pagar por él. Del otro lado, se puede aceptar o no el precio, pero en ningún caso hacer una contraoferta, porque “entendemos que si habilitamos esa parte, el delivery o empresario siempre va a ofrecer una contraoferta, y nosotros pretendemos que el usuario pague lo menos posible o lo que entiende que vale, y no más que eso”, afirmó Bisensang.

El pago del servicio se da una vez que el producto llega a destino. Allí el solicitante firma digitalmente la entrega con su celular y esa información sube a las tres plataformas -las app y la web- automáticamente, y abre la opción de valorar el servicio con entre uno y cinco puntos. “Si la valoración baja de cuatro, los operadores pasan a revisión, con la posibilidad de que no trabajen más”, explicó.

Por parte de los emprendedores no hay cobro de comisión por el uso del servicio, aunque Bisensang advierte que esto es momentáneo, “para darlo a conocer y que este se haga un espacio en el mercado”. A futuro, habría una tarifa de uso “mínima”, pero “sólo para quienes trabajan con la aplicación”, es decir, empresas y delivery particulares. “Al usuario que solicita el viaje nunca se le va a cobrar”, afirmó.

Sin propaganda

Una semana después del lanzamiento, Bisensang considera que la respuesta ha sido “buena”. “Teniendo en cuenta que no hemos hecho publicidad a gran escala y que sólo nos hemos mostrado por medio de Facebook, ha tenido una buena repercusión”, evaluó, considerando que hasta el momento la aplicación acumuló 1.500 descargas. “Ya tuvimos los primeros viajes, e incluso contacto de personas que la quieren llevar a otros países, pero por el momento queremos ir paso a paso”, agregó.

Los emprendedores tienen pensado recurrir a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. Ya lo hicieron cuando estaban comenzando el negocio, pero se encontraron con que el sistema de admisión era “muy burocrático”, así que optaron por lanzarse por su cuenta y buscar financiamiento privado. Ahora, con la aplicación instalada y en funcionamiento, volverían en busca de apoyo.