El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un decreto con el que pretende concretar una de sus promesas de campaña: construir un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, que tendrá como cometido frenar la inmigración ilegal. Un columnista del periódico The Washington Post escribió: “Esto es una nueva decepción para quienes creíamos que Trump, una vez alcanzada la presidencia, no iba a cumplir con sus extravagantes promesas, que se suma a la decepción de quienes creíamos que no iba a lograr la candidatura por el Partido Republicano, y la decepción de quienes creíamos que no iba a ser presidente. Pero de todas maneras no hay que alarmarse: no creo que Trump llegue a desatar una guerra nuclear. Podemos dormir tranquilos”. El decreto de Trump despertó críticas a lo largo y ancho del mundo. La organización no gubernamental Amnistía Internacional aseguró que esta construcción “viola los derechos humanos de los mexicanos que mueren en el desierto tratando de cruzar a Estados Unidos. Se trata de decenas de miles de hombres, mujeres y niños que ya no podrán morir deshidratados buscando una vida mejor. Es un retroceso enorme en materia de derechos humanos”. Mientras tanto, un vocero del Parlamento Europeo hizo un llamamiento a detener la construcción del muro, al que calificó de “vergonzoso e inhumano”. De todas maneras dijo confiar en que el presidente Trump “va a entrar en razón y a detener este tipo de medidas, para que la relación entre ambos países vuelva a sus cauces normales y las empresas estadounidenses puedan seguir cerrando sus fábricas en Estados Unidos, dejando comunidades enteras devastadas por el desempleo, y mudándose a México, pagando salarios miserables que llevan a las personas a arriesgar sus vidas al cruzar Estados Unidos en busca de una vida digna. Confiamos en que finalmente el sentido común y la cordura primen sobre esta locura”.