La rueda de prensa prevista con el vicepresidente Raúl Sendic fue cancelada el martes de noche, luego de la lectura del fallo, pero se mantuvo la recepción en el Instituto Ítalo Latinoamericano de Roma. Fue allí, luego de la recepción, que la diaria pudo hablar con el representante del Estado uruguayo, que estaba ya visiblemente más relajado que la noche anterior. Contó su encuentro de esa mañana con la vicepresidenta de la Cámara de Italia, Marina Sereni, y la preocupación compartida por la situación internacional, la crisis que desde hace años enfrentan Europa e Italia, el crecimiento de populismos de derecha en la región, y el cambio de gobierno en Estados Unidos, que cambiará los equilibrios en Europa y América Latina. Pero la conversación no podía no apuntar al gran tema que atravesó estos días: la sentencia del 17 de enero en el juicio por el Plan Cóndor.
-Desde mi punto de vista institucional, la sentencia fue decepcionante; teníamos otra expectativa. Lo positivo fue el proceso, que unió a familiares, víctimas y a los dos estados, Italia y Uruguay, que se constituyeron como parte civil en el juicio, como demandantes. Es importante que hayamos estado juntos en ese proceso de fortalecimiento democrático y de justicia. Yo, personalmente, me siento reconfortado por haber estado junto a los familiares en ese momento, porque fue muy duro. Por otra parte, no comparto el criterio que utilizó el tribunal, un criterio piramidal que condena a los jefes máximos y exime de responsabilidades al brazo ejecutor.
¿Qué acciones piensa desarrollar en el futuro el gobierno uruguayo?
-El gobierno tiene que conocer los fundamentos de la sentencia para poder tomar una decisión. Además, queremos saber qué actitud quieren tomar los familiares y las víctimas, así que hoy no puedo adelantar qué pasos vamos a dar.
Ayer algunos familiares de las víctimas expresaron su indignación. Creo que la rabia que se generó nace no sólo de la sentencia de Roma, sino que también se relaciona con las acciones del Estado uruguayo. ¿Cuales son hoy las políticas públicas de derechos humanos?
-Más allá de que se aprobó la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que fue sometida a votación dos veces mediante plebiscitos, los gobiernos del Frente Amplio [FA] aplicaron el artículo 4º de esa ley y empezaron a juzgar y condenar a algunos responsables de esos hechos. Si [el capitán de navío Jorge] Tróccoli estuviera en Uruguay estaría preso; algunos de los que hoy fueron absueltos ya están cumpliendo una pena. Nosotros hicimos todo lo que pudimos, porque esta ley existe y no podemos ir más allá de lo que permite. Vi y sentí las protestas de algunos familiares, y los entiendo perfectamente. Pienso que siempre tenemos que trabajar para la consolidación de los derechos humanos, y que en este momento hay una nueva agenda de derechos humanos que se está consolidando.
¿Por qué es tan difícil en Uruguay trabajar en memoria, verdad y justicia?
-Creo que la sociedad uruguaya ha buscado una forma de saldar esa situación, que ha permitido, por ejemplo, que algunos de los principales protagonistas de la guerrilla se hayan convertido en presidente de la República o en ministros. La sociedad fue consolidando un proceso de cambio muy importante. Se fueron consolidando muchas de las banderas que fueron centro de las luchas de los años 70, y, a su vez, tuvimos la marca de la ley de caducidad, inmediatamente de la salida de la dictadura.
Aun más: la salida de la dictadura fue pactada, fue un acuerdo. En Uruguay se dio una forma de salida de la dictadura por la que [la investigación estuvo detenida] hasta que el gobierno del FA tomó el artículo 4º de la ley de caducidad y lo usó para trabajar por la verdad. El gobierno quiso poner el tema sobre la mesa; el presidente ordenó seguir adelante con las investigaciones y con las excavaciones, y se ha encontrado muchas veces con las dificultades del secretismo de las cúpulas.
¿Qué habló con el papa Francisco?
-Primero, le deseé que viva muchos años más para seguir construyendo un mundo mejor, que es muy necesario. Y reiteré la invitación para que venga a Uruguay.