“Es insostenible”, dijo a la diaria Ricardo Portela, vecino del camino Tomassoni en Santa Lucía. “Con el calor que está haciendo nuestras casas son un horno. No podemos abrir ni para ventilar. Vivimos bajo una polvareda terrible”, relató. Se refiere a un problema que viene desde hace un par de años, pero que continúa incambiado. La construcción del puente nuevo sobre el río Santa Lucía, en el kilómetro 81 de la ruta 11, y la desviación del tránsito mientras se construye un bypass generó un caos para quienes viven sobre este camino vecinal de alrededor de un kilómetro.

Los vecinos contaron su situación en un reportaje de la radio Espika de Santa Lucía. Maria Angélica dijo: “La ruta está desastrosa. Aparte de que es angosta, pasa todo el tránsito pesado, los argentinos, y vienen tan rápido bajando el repecho, que si una viene en bicicleta la única opción es tirarse a la cuneta, si no, te llevan puesta”. Contó que confecciona remedios caseros para lavarse los ojos porque el polvillo de la tierra le lastima la vista. Vanesa dijo que sus dos hijos se están “atacando muchísimo a raíz de la tierra” y que tiene que tapar las aberturas de las ventanas porque “el polvo es impresionante”. Ricardo dijo que el camino vecinal en el que ellos viven “era la opción que a las autoridades les quedaba más cómoda”. Agregó que el alcalde de Santa Lucía, Raúl Estramil, dijo que esta era la opción “provisoria más barata”, según la empresa Incocci -encargada de la construcción- y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP). Contó que al principio era “soportable”, que no pidieron nada y esperaron, porque pensaban que se terminaba el puente y listo. Que vieron llegar camiones con pórtland, que lo entreveraron con la tosca, lo aplanaron, le echaron “como un aceite” y le pintaron una línea amarilla, y pronto, quedó la famosa ruta 11.

“Arrancó a pasar el tránsito pesado y ya no quedó nada, se empezó a levantar el pórtland, no se podía respirar, pasamos como un mes y medio encerrados. El pórtland se empezó a ir y empezó a salir la tosca. Los frutales quedaban negros”, dijo Ricardo, y profundizó en la situación actual: “Pasan todo el día, uno atrás del otro. El mayor tránsito que hay es de leña para las papeleras, pero hay de ganado y de combustibles. Todos los porteños pasan. Cuando pasás el peaje, el GPS te manda para acá, te marca este camino como ruta. Y los porteños se ven perdidos, paran a preguntar hacia dónde queda Punta del Este, de día o de noche. Si estás durmiendo empiezan a tocar bocina, porque no se bajan, y uno tiene que salir porque no sabe si pasó un accidente o qué”.

En un documento de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) de setiembre de 2014, al que tuvo acceso la diaria, consta que, según los informes que el MTOP, responsable de la obra, elevó a esa dirección para obtener la Autorización Ambiental Previa, el camino de circulación sería otro, y al mismo tiempo que “la vía de tránsito deberá ser acondicionada de tal manera de no afectar a las viviendas que allí se encuentran ni a sus ocupantes”. Nada de eso parece estar ocurriendo.

El 10 de diciembre hubo una conciliación, entre un representante del MTOP, otro de la empresa y el abogado de los vecinos, ya que estos iban a iniciar un juicio por daños y perjuicios. Según relató Pablo Torterolo, abogado de los vecinos, en esa instancia “tanto la empresa como el MTOP se comprometieron a que iba a haber una visita y evaluación en el lugar para ver cómo solucionar la problemática, hecho que no ocurrió”. A partir de esa instancia quedaron en comunicación los abogados de la empresa y Torterolo, “pero no se acordó nada”. Según el abogado, a nivel formal “todas las autoridades están en conocimiento del tema”. El 21 de diciembre empleados de la empresa echaron tosca arriba del bitumen, “y otra vez una polvareda que no sabés lo que es”, dijo Ricardo. Los vecinos denunciaron y la Dinama volvió a inspeccionar la zona el 28 de diciembre. En el acta que labraron, y a la que accedió la diaria, los inspectores básicamente respaldan los testimonios de los vecinos. Constataron “rellenos de tosca firme sin compactar sobre el bitumen” que generan “gran dispersión de material particulado”; “falta de señalización para el tránsito” y que la existente “se encuentra sin alumbrado público” ; “gran afluencia de vehículos tanto pesados como livianos y principalmente extranjeros”; constatan que el transporte de carga es “fundamentalmente de troncos” y que los camiones no respetan la rotonda. Los bordes de la calzada, agregan, están “derruidos con desprendimiento de material hacia la zanja”. Ricardo dijo que “debe haber otro dios acá, porque está peligroso para cualquiera”, que “el alcalde sabe bien, y jamás ha venido a hablar con los vecinos”.

La duda de los vecinos es si el camino volverá algún día a la normalidad -una de las posibilidades es que cuando se termine el bypass que se está construyendo cerca de allí el tránsito deje de tomar este camino- o si será definitivo. En diálogo con la diaria, Estramil aseguró que “el camino vecinal va a continuar como camino vecinal” y dijo: “Pensamos que según el MTOP y la empresa, a fines de enero o en febrero la obra quedará habilitada”. Para el alcalde, “lo que levanta polvareda y rompe el camino son los camiones de madera”. El camino Tomassoni es “histórico”, dijo Estramil, y “va a volver a la competencia de la intendencia cuando se termine la obra”. Agregó que eligieron este camino porque es “corto” y era la “opción más económica hasta que se licitara la construcción del bypass”.

Ricardo afirmó que no quieren que sigan echando tosca, que no se puede estar, que la vecina de enfrente se tuvo que ir con sus hijos a la casa de unos parientes en el campo porque no aguantaban. Que han hecho todo lo posible, no se han salteado ningún paso, han llamado, han mandado cartas, pero no se solucionó nada. Que nuevamente se volvió a destrozar todo, y que ninguna autoridad se hace cargo. Se movilizarán pronto: ya cortaron la ruta anteriormente y no descartan volver a hacerlo. Para Torterolo, la situación está “incambiada y empeorando”, y “en pocas palabras, a los vecinos les han pasado por arriba”. Pretenden que después de la licencia de la construcción las tratativas con la empresa lleguen a buen puerto; si esto no ocurre, irán “hasta las últimas consecuencias” y presentarán una demanda por daños y perjuicios.