La mesa fue parte del ciclo Reflexiones canarias, que desarrolla la IC, con la intención de disparar discusiones. Así lo aseguró el intendente canario, Yamandú Orsi, al iniciar la actividad, en la que ofició de moderador. Las encargadas de responder fueron Yanina Curbelo, presidenta de la SFR Los Arenales; Eva Acosta, presidenta de la Red de Grupos de Mujeres Rurales; y María Flores, delegada de la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines. Como lo adelantamos en la breve nota que publicamos el miércoles 18, el auditorio estaba compuesto por lugareños, autoridades departamentales, municipales y también legisladores de Canelones. La dinámica fue ágil y amena.

“¿Cuáles son las dificultades que encuentran para abrirse paso, en tanto mujeres y rurales?”, preguntó el intendente. Comenzó respondiendo la anfitriona, una joven de 24 años que preside la SFR desde 2014; desde ese lugar, contestó que en “la fomento” los varones y las mujeres tienen las mismas condiciones para representar y participar. No obstante, comentó que esa realidad no se vive en otros lugares, donde las mujeres siguen alejadas de la vida social y atraviesan “realidades difíciles de creer”. Puso luego el ejemplo de unas mujeres que conocieron en Salto, con las que se reunieron en presencia de los maridos, y observó que ellas ni siquiera se animaron a presentarse, lo que le pareció inentendible.

Esa idea fue la que reafirmó Flores, quien citó también que en el “interior profundo” hay “pueblos completamente aislados, con realidades tan diferentes que pareciera que fuera el mundo del revés”. Mencionó, por ejemplo, el caso de una mujer de 36 años, en Belén, que tiene varios hijos y que cada vez que le plantea a su marido que se quiere divorciar, queda embarazada. “Hemos avanzado, pero sabemos que es un gran esfuerzo de nosotras mismas”, dijo, porque, entre otras cosas, tienen que hacerles frente a los maridos y decirles: “Te guste o no te guste, acá estoy”. Para eso, reclamó que la participación de las mujeres sea fomentada.

Con una mirada nacional, al igual que Flores, Acosta valoró que la participación femenina en ámbitos sociales ha avanzado mucho en los últimos años, y que ya no es como antes, que las mujeres “envejecían en las casas cuidando a los padres, a los abuelos, a los tíos. Ahora son más independientes”, apreció. Pero dio un paso más: “La mujer trabaja más que el hombre; algunos me dirán que estoy equivocada, pero el hombre hace su horario y después tiene su horario de tranquilidad, mientras que la mujer sigue trabajando”, advirtió. Agregó que con la Red recorren “toda la campaña” y que “hay muchos lugares en los que todavía tenemos que trabajar más”; uno de ellos es la zona de Tapia, donde “hay mucha mujer sola, mayor, y hay poca locomoción”. Agregó que muchas veces están aisladas, porque tienen un vecino recién a seis o siete kilómetros, y que cuando crecen los arroyos no pueden salir de sus hogares. Acosta introdujo otra de las grandes preocupaciones expresadas por las tres integrantes de la mesa: cómo hacer para que los jóvenes se queden en el campo, cuidando el derecho que tienen a irse a las ciudades y estudiar lo que quieran.

“¿Qué cosas podríamos hacer desde el Estado?”, preguntó Orsi. Flores propuso conformar una mesa sobre el área rural que esté integrada por “todos los actores”, entre los que mencionó a los ministerios de Desarrollo Social y de Salud Pública. Curbelo pidió que haya más proyectos enfocados en las mujeres y que se atiendan las diferencias que se observan en los distintos departamentos. Acosta pidió incentivos para fomentar la participación de jóvenes y mujeres en diferentes grupos.

Puesta en valor

“¿Cuál es el papel de la mujer en la economía rural?”, consultó Orsi. “Muchas mujeres solas sacan adelante a sus hijos, son criadoras de cerdos, de ganado, [cultivan] hortalizas, trabajan más que los hombres”, evaluó Acosta. Curbelo calculó que probablemente “más de 50% de la economía de la familia dependa de la mujer rural”, cuando no 100%, en el caso de las mujeres jefas de hogar. “Sobre la espalda de las mujeres rurales recaen muchas cosas; no es sólo el levantarte todas las mañanas y salir a trabajar, sino que también cuando llega el mediodía hay que hacer las tareas de la casa. Es estar siempre pensando; no sólo trabajan nuestras manos, sino que también trabaja mucho nuestra cabeza. Eso no se cobra, pero es un desgaste que tenemos y es parte de la economía familiar, para que todo eso funcione bien. Llega la noche y muchas veces nuestros maridos están sentados mirando la tele mientras nosotras seguimos pensando en el mañana, en qué vamos a cocinar, o estamos doblando la ropa o limpiando la casa”, detalló. Opinó que esa es una peculiaridad del campo, puesto que, a su entender, en las ciudades las mujeres y los varones tienen una distribución de tareas más equitativa.

Flores definió a la mujer rural como “el horcón del medio que sostiene el rancho”. Comentó que el mercado cada vez más busca a las mujeres “por la prolijidad”, porque “tratan mejor la calidad de la fruta, sabemos cómo no machucarla”, que las avícolas y los tambos piden más mujeres porque son más prolijas, y que manejan tanto un tractor como una motosierra. “Queremos que se nos valore como tales, que se nos visibilice como tales”, dijo, y para eso pidió tener un salario y una jubilación digna.

Habitantes del futuro

“De qué forma se puede incentivar a los jóvenes”, interrogó Orsi. “No es fácil que se queden, hay que trabajar mucho para eso”, evaluó Curbelo, que ha visto cómo se han ido muchos de su edad. Contó que aunque sus padres preferían que ella estudiara una carrera, eligió quedarse en el campo porque es lo que más le gusta. Dijo entender a quienes se van del campo y adelantó que trabaja para que “en algún momento esta situación se revierta” y más jóvenes puedan optar por quedarse; si no lo logra, al menos apunta a que elijan sus áreas rurales como espacios de descanso de fin de semana o de veraneo. “Uno como hijo ve el sacrificio que pasan nuestros padres: levantarse temprano bajo la lluvia esos días de viento y de barro, que no importa que sea domingo o feriado, tenés que salir y trabajar igual, no tenés un día libre… Es difícil elegir eso, y si tenés la posibilidad elegís hacer una carrera, tener un mejor sueldo, saber que lo vas a tener seguro todos los meses, porque la verdad es que hoy en día en el medio rural esas cosas no las tenés: nadie te asegura cuánto vas a ganar cuando mandás una carga al mercado, o sabés que tenés esa tropa de ganado pero hasta que no vino el consignatario o fuiste a la feria a venderlo, no sabés cuánto vas a ganar. Esas cosas no hacen que resulte tentador quedarte en el campo, y tu familia te incentiva para que te vayas”. Pero así como contó del sacrificio, mencionó la parte buena: “Es lindo levantarse todas las mañanas y poder elegir qué hacer, no tener alguien que te esté mandando; si bien tenés que trabajar todos los días, cuando querés te podés tomar la licencia. Son cosas lindas, sentir todos los días la naturaleza, la tierra, ese olor a pasto, y producir tus propios alimentos, saber lo que estás comiendo”.

También de ese sacrificio habló Acosta, quien indicó que “en el campo no todo es ganancia”, porque “a veces uno trabaja y trabaja y por un sistema climático pierde todo”, pero advirtió que “uno no se puede deprimir”, sino que “hay que seguir para adelante”.

Flores contó que en intercambios con estudiantes de séptimo, octavo y noveno de las escuelas rurales, los muchachos les preguntan cómo quieren que se queden en el campo si los padres de ellos ganan 18.900 pesos por mes en el tambo y por un día de trabajo en la construcción se pagan 1.800 pesos. Pero hay otros puntos, además del económico, valoró Flores: “A la hora de irse, les pesa: están los sentimientos, el arraigo, está el pueblo donde todos los conocemos”. Del otro lado, está irse a “un mundo desconocido”. “Todo eso pesa”, evaluó.

Orsi aprovechó que Curbelo había mencionado, al pasar, los temas ambientales, y consultó sobre la forma en que se trabaja en las organizaciones. Flores apuntó que trabajadores y trabajadoras rurales les piden información sobre cómo desechar los envases de agroquímicos y cómo manejar los productos, “qué es la calavera”, “qué es el glifosato” y por qué usarlo. Curbelo mencionó que la SFR tiene un laboratorio de agentes biológicos para el control de la mosca blanca y otro controlador de hongos, que comenzaron a desarrollar en 2011 con el apoyo de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y que ahora tendrán también el apoyo del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. Comentó que en la zona hay una importante producción hortícola y que muchos de los cultivos se habían hecho resistentes a las plagas, y que no sabían cómo enfrentarlas, además de que “si vivimos echándoles químicos a esas plantas, nos estamos echando a nosotros mismos”, puesto que consumen los productos que envían al mercado. Ahora producen agentes biológicos para los productores de la zona; tienen laboratoristas, predios de referencia y la comprobación de que los productos que elaboran dan resultados. “Se están echando muchos menos químicos en invernáculos y también está funcionando en cultivos a campo; además, se buscó capacitar a jóvenes hijos de productores”, dijo, orgullosa de que “un grupo de productores pueda tener un laboratorio propio y no dependa de una empresa”. Al fin de cuentas, eso también es independencia.