Las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) parecen haberse reactivado, tras años de estancamiento. El fracaso o las dificultades para concretar otros esquemas de liberalización del comercio, como el Tratado Transpacífico, el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Estados Unidos y el Acuerdo sobre Comercio de Servicios, impulsan a los partidarios del libre comercio a depositar nuevamente energías en las conversaciones multilaterales de la OMC. Entre el 10 y el 13 de diciembre se reunirán en Buenos Aires los ministros de los países integrantes de la organización en busca de acuerdos.

En este marco, Uruguay impulsa, junto con Brasil, Colombia, Perú y la Unión Europea (UE), una propuesta para reducir los subsidios agrícolas. Según los profesores Sachin Kumar Sharma y Abhijit Das, del Centro de Estudios de la OMC del Instituto de Estudios de Comercio Exterior de Nueva Delhi, la iniciativa impondrá obligaciones importantes a los países subdesarrollados a la hora de reducir los subsidios que aplican a la agricultura y, en cambio, dejará la situación prácticamente incambiada para los países desarrollados.

Los países desarrollados tienen un nivel de subsidios en comparación con el valor de la producción mucho más elevado que los países subdesarrollados. Según detallan estos investigadores en el informe denominado “Propuesta de Brasil y de la UE sobre apoyos agrícolas: ¿ampliando las reformas agrícolas o haciendo lo contrario?”, los apoyos de los países desarrollados a algunos productos superan el valor de la producción; fue el caso de la UE con la producción de azúcar, algodón y tabaco entre 2002 y 2006. El apoyo de Estados Unidos a la producción de azúcar representó 60% del valor de la producción en 2014. Esto afecta a “millones de agricultores pobres en los países subdesarrollados”, recuerda el informe, ya que determina un descenso de los precios internacionales de los productos agrícolas y la pérdida de oportunidades de exportación.

Los investigadores sostienen que reducir este tipo de distorsiones al comercio es prioritario para los países subdesarrollados, pero estas medidas deben apuntar a un tratamiento diferencial de los países subdesarrollados respecto de los desarrollados, en el espíritu de la declaración de la Ronda de Doha de la OMC en 2001. Esta intención de la Ronda de Doha se tradujo en un documento elaborado en 2008, que propuso una fórmula para la reducción de los subsidios que incorporaba un tratamiento especial para los países subdesarrollados. Pero luego no hubo movimientos sustanciales en la OMC en torno a este tema hasta este año, cuando la UE y los países de América del Sur ya mencionados presentaron una propuesta conjunta.

Actualmente, según los acuerdos de la OMC, los países desarrollados teóricamente pueden otorgar apoyos que representen hasta 20% del valor de la producción. En la propuesta presentada por la UE, Uruguay y otros países sudamericanos, no está establecido todavía el porcentaje del valor de la producción que se fija como máximo para el apoyo (en adelante, “X”). Lo que sí está definido en la propuesta es que los países desarrollados tendrán un máximo de X porcentaje en 2018, y que el máximo de los subdesarrollados deberá ser de X+2 para 2022.

La magnitud de la afectación a los países subdesarrollados si se aplicara esta propuesta depende del valor de X. De todos modos, los investigadores realizan una serie de supuestos con distintos valores de X. Si X fuera de 15%, por ejemplo, Estados Unidos no tendría nuevas obligaciones en materia de reducción de subsidios además de las ya acordadas en la OMC. En el caso de la UE, supondría compromisos adicionales en materia de reducción de subsidios en el corto plazo (año 2025), pero no en el mediano plazo (año 2040), ya que para ese año, la reducción de subsidios prevista en la propuesta no tendría compromisos adicionales a los ya fijados en la OMC.

Por otra parte, los investigadores señalan que la propuesta impulsada por la UE no cumple con las demandas tradicionales de los países subdesarrollados, que exigen la reducción de los subsidios que aplican los desarrollados, topes específicos para ciertos productos para evitar que los apoyos se concentren sólo en algunos productos, y finalmente, un tratamiento diferencial para los países subdesarrollados. “La propuesta UE-Brasil decepciona en estos tres ámbitos”, sostienen los investigadores. En particular, la propuesta no hace ninguna mención a topes específicos por producto, lo que imposibilitará “controlar la concentración del apoyo en pocos productos”.

Si el valor de X es menor que 18%, la situación para los países subdesarrollados será incluso peor que ahora. Por otra parte, mientras que actualmente la diferencia que se establece entre desarrollados y subdesarrollados es de diez puntos porcentuales, la propuesta la reduce a dos puntos porcentuales. “Esto hará que los países subdesarrollados estén peor que ahora en relación con los desarrollados”, tanto en términos absolutos como relativos, advierten los investigadores.

En consecuencia, según los expertos, la propuesta implicará importantes limitaciones a las políticas públicas de los países subdesarrollados y tendrá impactos adversos en los agricultores de esos países. “Restringirá el ya limitado e insuficiente espacio para implementar políticas agrícolas que sean compatibles con la situación socioeconómica que prevalece en los países subdesarrollados miembros de la OMC. Por otro lado, Estados Unidos y la UE no verán restringidos sus subsidios a la agricultura o estos se verán afectados mínimamente, y preservarán la flexibilidades de las que gozan también a futuro”, advierten los investigadores.

Concluyen por tanto que, en sentido contrario a la declaración de Doha, esta propuesta dará un tratamiento “especial y diferenciado” a Estados Unidos y a la UE.