Como informó la diaria, con el corto Los pollos un grupo de adolescentes que cursan en la escuela de Taa ganó el primer premio en la categoría de ficción del Festival Internacional de Cine Joven Juna Kino, que se llevó a cabo en Cuernavaca, México. Según contaron los jóvenes, además de ser recibido con mucha alegría, el reconocimiento sirvió para que se sintieran motivados a seguir produciendo y valorar lo que ellos generaron. El corto ganador del certamen fue realizado durante la cursada del primer año en la escuela audiovisual, y sólo pasó un mes y medio entre que definieron la idea y que el video estaba terminado. Ahora, con otra experiencia en la producción audiovisual, el grupo transita por el segundo año y prepara otra pieza que será exhibida en la Escuela del Cine del Uruguay en pocas semanas. En ambos casos se trata de historias pensadas por jóvenes que tratan sobre jóvenes, ya que “trabajar con gente muy adulta no sería lo mismo que trabajar con chiquilines de nuestra edad”, asegura Mateo Fahradjian, de 15 años, uno de los realizadores.

El proceso de Los pollos comenzó el año pasado, cuando el grupo de diez adolescentes tenía que elaborar un guion para el corto final del curso que realizaban en Taa, una plataforma de alfabetización audiovisual para niños y jóvenes. En ese momento, se juntaron en un McDonald’s para pensar una idea, y llegaron a la de unos amigos que se irían de viaje, pero padecían imprevistos que los hacía llegar tarde. Al compartirlo en la clase, los profesores les dijeron que al argumento le faltaba “algo raro”, que funcionara como una “explosión”. “Nos dijeron que no teníamos que pensar en lo de siempre, que teníamos que abrirnos, porque los personajes eran amigos que se iban de viaje y perdían el ómnibus”, algo demasiado cotidiano, recuerda Ele Martínez, de 14 años, otra de las realizadoras. De todas formas, los jóvenes no querían inventar algo raro en exceso, ya que su idea consistía en construir una historia que se mantuviera “dentro de lo común”.

En ese momento comenzó una lluvia de ideas para ver de qué forma se podría dar ese giro al guion. Francisco Carlero, de 14 años, dijo que se le había ocurrido una idea pero que no la iba a decir porque la consideraba “un bolazo”. Después de la insistencia de sus compañeros, finalmente se animó: en la historia irrumpían unos pollos que secuestrarían a la protagonista. Después de que, al principio, sus compañeros se rieron de la idea, esta empezó a tomar cada vez más fuerza y terminó quedando. “Yo venía manejando la idea de un secuestro. Es algo bastante común en el cine, aunque no tanto en la vida real. Me dio vergüenza decir que unos pollos fueran los secuestradores, porque yo era más o menos nuevo en el grupo, pero por si les gustaba lo propuse igual”, cuenta Francisco. Después trabajaron en torno a la idea y cerraron el guion ese mismo día, ya que no les quedaba mucho tiempo ni clases antes del rodaje, y previamente tenían que hacer el guion técnico y la producción.

Aprendizajes

En un principio, la idea original era que el viaje que harían los protagonistas fuera en avión, pero cuando se toparon con la dificultad de rodar en la pista del aeropuerto internacional de Carrasco, acudieron al ómnibus y obtuvieron la autorización de la terminal de Tres Cruces. Además, lograron el permiso de la Intendencia de Montevideo para cortar una calle y, más allá de que hicieron un casting de actores, también acudieron a conocidos para que actuaran. “Por suerte, el corto estaba preparado para que viniera poca gente. Necesitábamos pocos actores”, recuerda Santiago Rivas, que ahora tiene 15 años.

El complejo trabajo de producción transcurrió en apenas dos semanas y coincidió con la etapa del año en que todos tenían parciales en el liceo entre semana. Los adolescentes cuentan que el día del rodaje aprendieron muchísimo de lo que no habían previsto, principalmente de cara a futuras producciones. Por ejemplo, ya se habían despedido de los actores que actuaron de pollos, y cuando estaban rodando la escena final vieron que un buen cierre podía ser que un pollo subiera al ómnibus a pedir los boletos, como para dar a entender que en la ciudad había más integrantes de la banda avícola. Entonces, tuvieron que recurrir al novio de una de las profesoras, que en ese mismo momento se vistió y maquilló para entrar en escena.

El rodaje duró sólo un día, y en la clase siguiente debían editar el material. Como el primer año de la cursada está enfocado principalmente en la producción, ordenaron las escenas con los profesores, quienes después se encargaron de la edición más fina. Este año, los jóvenes hicieron todo el trabajo con más tiempo, lo que les va a permitir editar el material que produjeron y también previeron la realización de distintas actividades para recaudar dinero para todo el proceso. De hecho, los jóvenes pidieron tener una hora más de clase este año, y a lo largo del curso se fueron planteando plazos para las distintas tareas que debían llevar a cabo, lo que les permitió una optimización del cronograma de trabajo.

A concursar

Después de haberlo intentado algunas veces, e incentivados particularmente por Andrea, una de las profesoras, les pareció buena idea enviar la información detallada del corto para que participara en el festival en Cuernavaca, aunque admiten que lo hicieron sin ninguna expectativa. Después de varios meses desde la postulación, les llegó la notificación de que habían obtenido el primer premio. “Un jueves me llama Andrea, me dice ‘felicitaciones’, y yo no entendía nada. Estaba con parciales en ese momento. Me dice que ganamos el festival de México, estaba re contento”, narra Mateo, casi con el mismo entusiasmo que en aquel momento.

Más allá de la emoción por haber ganado, los jóvenes productores se muestran críticos con las posibilidades de desarrollo del audiovisual en Uruguay, sobre todo entre los jóvenes. Al respecto, Mateo hace una comparación deportiva: “No es lo mismo la gente que hace cine que la que juega al fútbol, porque nacés y te regalan una pelota”. “Cada vez que me preguntan qué voy a hacer de grande y digo que voy a ser directora de cine o que voy a trabajar en el ámbito del audiovisual, me miran como que es algo raro”, refuerza Ele. En suma, Santiago considera que, estudiando cine, en el país no hay salidas laborales, algo que se ve reforzado desde el mundo adulto: “Te dicen que no vas a poder trabajar o que te vas a tener que ir del país; te bajonean, al final”, reflexiona Mateo, que tiene 15 años y dice que no quiere irse de Uruguay y que por ese motivo no va a continuar estudiando cine. Al ser mujer, Ele considera que su realidad es todavía más difícil, ya que, según dice, no conoce muchas mujeres “a las que les cope hacer cine”.

Los ganadores | Los jóvenes premiados en el certamen internacional son Mateo Fahradjian, Lucía Musto, Ele Martínez, Francisco Carlero, Facundo Álvarez, Santiago Rivas, Iñaki Rementería, Verónica Scotti, Juan Manuel Rocca y Juan Manuel Sambucetti.