Con cantos, gritos, golpes de tambor y de batucada, vestidas con colores y de negro, ruidosas y en silencio, las mujeres llevaron la voz cantante por 18 de Julio el sábado, en conmemoración del Día Internacional de Lucha contra Todas las Formas de Violencia hacia las Mujeres. Con múltiples gestos, pidieron una vez más que se termine esta forma de vinculación en que los hombres tratan de dominar a las mujeres en la casa, en la cama, en la calle, en el trabajo, en la academia, en los parlamentos.

Durante los primeros diez meses del año hubo 31.584 denuncias de violencia doméstica; dicho de otra forma, se hacen 104 denuncias por día: una cada 14 minutos. Casi la totalidad de los agresores son hombres. Los datos fueron divulgados el viernes por el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior, y muestran 14% de incremento respecto de los números de 2016. La conmemoración del 25 de noviembre, este año, tuvo lugar en un contexto particular en Uruguay, luego de dos casos de abuso sexual y asesinato de dos niñas, perpetrados por hombres. Por eso, en la marcha algunos niños portaban carteles diciendo que querían poder ir y volver tranquilos de las escuelas; otro, simplemente, decía “duele”. Una mujer con su hija de unos cuatro años en brazos me pidió que anotara lo que había escrito en su cartel, que no había podido llevar: “Para que yo y mi hija podamos ser quienes queramos ser, acá estamos, con el puño en alto”, dictó. Otro cartel contextualizaba los dos sonados casos, aclarando que los hombres involucrados “No son enfermos, son hijos sanos del patriarcado”.

Diversos frentes

Como cada 25 de noviembre, la marcha organizada por el colectivo Mujeres de Negro caminó desde la plaza Independencia hacia la explanada de la Intendencia de Montevideo (IM), en fila, en silencio, y con las participantes vestidas de negro. La IM fue, a su vez, el punto de llegada de otra marcha, que había salido desde la explanada de la Universidad de la República; esta otra fue organizada por el 14º Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que reunió en Montevideo a más de 2.000 mujeres de 30 países. Además del fin de la violencia y del patriarcado, y de la legalización del aborto, los carteles sintetizaban otras reivindicaciones; entre ellas, la de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, que aclaraba que “Falta de vivienda es violencia”.

En la Universidad también

La Red Temática de Género de la Universidad de la República se pronunció en el Día Internacional de la Eliminación de Todas las Formas de Violencia contra las Mujeres. En un comunicado emitido el sábado, reclamó al Estado que cumpla con su obligación de “dar respuestas integrales a la violencia contra las mujeres, y al feminicidio como su expresión más brutal”. Las universitarias recordaron que Uruguay mantiene un Código Penal aprobado en 1934, que todavía contiene “conceptos discriminatorios y patriarcales” para referirse a situaciones de abuso, como “honestidad”, “honra” y “escándalo público”, “que impiden el enjuiciamiento de algunas formas de violencia sexual contra la mujer”. Al mismo tiempo, remarcaron la necesidad de modificar las currículas de las carreras universitarias para incorporar una perspectiva de género y derechos, “que fomente la formación de profesionales sin prejuicios ni estereotipos hacia las mujeres”.

Los colectivos de mujeres de otros países llevaban sus propios planteos. Sandra Mazo, del grupo Católicas por el Derecho a Decidir, de Colombia, explicó, en diálogo con la diaria, que trabajan para que “el enfoque de género sea una realidad en el marco del proceso de los acuerdos de paz” en su país. Dijo que para muchas mujeres el único medio de trabajo, históricamente, ha sido el cultivo de coca, y que si no se les dan alternativas, con la erradicación de ese cultivo –uno de los puntos contenidos en los Acuerdos de Paz– van a terminar siendo desempleadas. Reconoció que esa realidad toca a hombres y mujeres, pero dijo que “hay más mujeres cultivadoras” y que muchas están en la cárcel por ser cultivadoras. Agregó que “en territorios donde antiguamente estaban las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se están posicionando otros grupos armados y se están exacerbando la violencia sexual, la pobreza y el desempleo.

Elsa Merma, de Perú, se mostró indignada por el maltrato y la violencia. “Es mucho lo que nos está haciendo el machismo; también el gobierno de nuestro país, que no hace respetar la Justicia, que hoy en día ya no es justicia, porque a veces los hombres, cuando denunciamos, le dan coima [a la Justicia]. El dinero juega, y cuando no tienes dinero, siempre estás humillado; hay veces que acaban con tu vida”, expresó, dando cuenta del duro cruce que significa ser mujer y pobre.

De esas dobles o triples vulnerabilidades habló también Giselle dos Anjos Santos, integrante del Centro de Estudios de las Relaciones de Trabajo y Desigualdades, de Brasil. Comentó que las mujeres negras “tienen siempre los peores indicadores sociales” porque, “además del machismo y la opresión de género, viven la problemática de la pobreza y del racismo, y eso nos vuelve todavía más vulnerables, más marginalizadas”. “Nos encontramos en la base de la pirámide social y económica, tenemos los peores índices económicos: una mujer negra en Brasil gana 60% de la media salarial de un hombre blanco”, dijo, agregando que, con el avance neoliberal y conservador en Brasil, las mujeres negras y las indígenas “serán todavía más precarizadas”.

Patriarcado e impunidad

Unidas las marchas, la explanada de la IM quedó repleta. El discurso fue leído por la dominicana Minou Tavárez Mirabal, hija y sobrina de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, que fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la dictadura del general Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Es en homenaje a ellas que se celebra, desde 1981, el Día Internacional de Lucha contra Todas las Formas de Violencia hacia las Mujeres. “La realidad de nuestra región y del mundo sigue siendo una en la que la violencia no cesa, en la que las agresiones y asesinatos de mujeres aparecen a diario en los medios de comunicación, de manera tan frecuente que empiezan a asumirse como algo inevitable. Pero no hay nada de inevitable ni de fatal en la violencia de género, y lo cierto es que no se está haciendo todo lo posible por prevenirla y combatirla”, expresó, luego de haber mencionado el asesinato de las dos niñas uruguayas. “¿A qué se debe que nos cueste tanto avanzar?”, preguntó. “La construcción cultural de la violencia contra las mujeres está cimentada en el poder patriarcal”, dijo, detallando que la violencia física y verbal hacia las niñas y mujeres “expresa la idea de propiedad y el control que sobre las mujeres quieren ejercer los hombres”.

¿Hasta cuándo?

Luego de los asesinatos de las niñas Valentina y Brissa, que ocurrieron en el trascurso de los últimos diez días, ayer se conoció otro caso brutal de violencia de género. En la madrugada del domingo, en Malvín Norte, un hombre de 30 años mató a su ex pareja, de 28, y a la hija de esta, de ocho años, y después se suicidó. La mujer sufría violencia doméstica, según informó su hermana, pero nunca hizo la denuncia a la Policía.

“Lo más grave, y uno de los grandes problemas que las mujeres, niñas, niños y adolescentes enfrentamos en nuestra región, es la impunidad que protege a los perpetradores”, expresó, aclarando que las prácticas de los sistemas de Justicia “no imparten justicia, y se sostienen en paradigmas conservadores, anacrónicos, opuestos a las recomendaciones establecidas en los instrumentos de derechos humanos y basados en concepciones sexistas, misóginas y adultocéntricas que culpabilizan a las víctimas, generan desprotección, revictimización a la vez que pretenden mantener y estabilizar el sistema de opresión”. Dijo que así como crece la lucha de las mujeres, se hacen sentir “los embates de ese heteropatriarcado clasista, racista y colonial, que pretende aplastarnos y revertir todas las conquistas que hemos alcanzado”. Lamentó los “escándalos de corrupción e impunidad” de muchos países latinoamericanos administrados por “legiones de ladrones”. Pidió asumir “que los desafíos prioritarios que convocan a los movimientos de mujeres son también los de la democracia” y, en tanto mujer política, alentó a las mujeres a participar en los espacios de poder. Por último, pidió que cada país asigne “las partidas necesarias y justas, que nos pertenecen, para implementar las políticas de Estado efectivas y eficaces en la erradicación de la violencia hacia las mujeres”.

El tema del presupuesto es clave. En la marcha estaba Andrea Tuana, trabajadora social de la ONG El Paso, que trabaja con niños, niñas y mujeres afectados por violencia. Consultada por la diaria, recordó que durante la última Rendición de Cuentas la Intersocial Feminista elaboró una serie de reivindicaciones que no se lograron; entre otras, se pedía presupuesto para que la línea telefónica 0800 4141, para la atención de víctimas de violencia doméstica, vuelva a funcionar las 24 horas los 365 días del año, destinar recursos para lograr la capacitación de jueces en temas de violencia, y crear servicios de atención en los territorios a los que puedan concurrir las mujeres en una situación de emergencia. Se apuesta ahora a que se apruebe la Ley Integral contra la Violencia Basada en Género, que tiene media sanción, y que se le destinen recursos. “Si se le da presupuesto, puede cambiar significativamente la realidad de las mujeres”, planteó.

Ancestrales desigualdades

La Mesa Política del Frente Amplio (FA) emitió el viernes un comunicado en el que expresa su más “profundo dolor” por los asesinatos de “niñas, niños y mujeres a manos de violentos y abusadores”. “Son 27 madres, hijas, hermanas, primas, nietas, esposas, abuelas, que han sido asesinadas en lo que va de 2017. Hechos trágicos que nos siguen interpelando como sociedad y como personas”. En el texto aseguran que “para terminar con la violencia de género debemos empezar por desterrar ancestrales desigualdades entre varones y mujeres así como entre adultos y niños”, para eso es necesaria una “profunda reflexión sobre el cambio cultural que nos lleve a tener relaciones humanas justas”. La Mesa Política llama al Parlamento a aprobar, antes de fin de año, la ley integral contra la violencia hacia las mujeres que tiene media sanción en el Senado. “Todas y todos los frenteamplistas debemos luchar sin descanso para la construcción de una sociedad libre de violencia. Todas y todos los frenteamplistas debemos rebelarnos contra la violencia, masivamente y en paz”, concluye el texto.

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