“Audacia, inteligencia y perseverancia” son algunos de los elementos “clave”, según el ex presidente chileno y actual embajador en misión especial para Asia-Pacífico, Eduardo Frei, para lograr un país abierto. Ayer, invitado por la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), disertó sobre la importancia del territorio asiático en los nuevos cursos comerciales de la geopolítica mundial, y se refirió al Tratado de Libre Comercio (TLC) que el gobierno pretende implementar entre Chile y Uruguay.

La salida de la dictadura en Chile abrió paso a, entre otras cosas, una nueva concepción de su política comercial internacional. Frei, quien presidió el país entre 1994 y 2000, consideró que “la democracia se había perdido porque no habíamos encontrado consensos”, pero consultado acerca de las voluntades necesarias para la apertura comercial dijo que, a pesar de que “mucha gente no quería firmar los tratados al principio, poco a poco fuimos encontrando el espacio”. Y lo más importante: “Contábamos con una mayoría social y política necesaria” para lograrlo. “Todo lo que hicimos fue con unidad”, aseguró el empresario y político del Partido Demócrata Cristiano, en cuyo gobierno se profundizó el modelo de regionalismo abierto.

Chile es considerado uno de los países más abiertos del mundo, título que ha logrado consolidar con la firma de numerosos TLC bilaterales, por ejemplo, con Estados Unidos y China y con bloques económicos como la Unión Europea, así como con su lugar de observador en tratados regionales de importancia para sus compraventas. En 2016, el país andino colocó en el resto del mundo bienes y servicios por 60.000 millones de dólares (tres veces más que a principios de siglo) y se posicionó como uno de los más dinámicos en el comercio exterior, acaparando 0,4% del valor de las exportaciones mundiales.

“Podría pasar horas contando las oportunidades que esto nos trajo y nos trae”, dijo Frei, pero su exposición se redujo a media hora, mientras los comensales disfrutaban de una pechuga de pollo bañada en salsa de puerros, y sus compañeros de mesa –el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, el ex presidente Julio Sanguinetti y el embajador de Chile en Uruguay, Carlos Parker– asentían a sus invitaciones a una economía más abierta.

Actualmente Chile tiene acuerdos con 90% de los países del Pacífico y con todos los miembros del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (conocido como TPP, por su sigla en inglés). Se trata del primer país en firmar un tratado de última generación con China –el 11 de noviembre–, que incluye acuerdos en el comercio de bienes, servicios, comercio electrónico, reglas de origen, procedimientos aduaneros y facilitaciones del comercio, cooperación técnica y económica y reglas relativas al comercio. Si bien últimamente el foco de Chile ha estado en el Pacífico, sigue apostando a la apertura en la región. “Queremos que la Alianza del Pacífico [integrada, además de por Chile, por Colombia, Perú, México y 42 observadores] se convierta, por medio de acuerdos comerciales, en una plataforma de integración regional”, afirmó.

Desde hace años es miembro asociado al Mercosur; consultado sobre el compromiso de Chile con el bloque, Frei dijo que “no hay manera de que entráramos, porque nos implicaba subir enormemente los aranceles y perder todo lo que habíamos logrado en acuerdos” previos. Argentina firmó, a principios de noviembre, un TLC con Chile, y Frei afirmó ayer que “Paraguay está interesado en hacerlo” también. Consultado acerca de la utilidad del Mercosur en la actualidad, dijo que se trata de “un instrumento que hoy en día no es funcional”. “Yo no soy quién para calificar las decisiones de cada país, pero me pregunto qué pasa con Brasil; pesa mucho siendo parte de los BRICS [bloque que conforma con otras superpotencias emergentes, como Rusia, India, China y Sudáfrica], pero, ¿cuánto ha invertido en la región?”, se preguntó Frei, mientras deslizaba el dato de que su país tiene invertidos “entre 110 y 120 millones de dólares”.

Hace un año se hizo público el documento que propone un TLC entre Uruguay y Chile. “Se que acá hay mucha resistencia –me lo han comentado–, pero debemos preguntarnos: ¿A quién le conviene firmar esto? ¿A Uruguay? ¿A Chile? A todos. Nos va a dar más fuerza a todos, porque cada uno solo por su lado no podemos competir”, aseguró.

El ex presidente chileno finalizó su exposición diciendo que “la globalización llegó para quedarse” y que “poner[le] barreras implica quedarnos en la pobreza”. “Yo voy al sudeste asiático y sólo recibo elogios, de que Chile es un país de prestigio, de profesionales, y vuelvo a mi país y miro las redes sociales y parecería que se está cayendo a pedazos de tanta queja, pero ese estado de ánimo no nos sirve si queremos avanzar por este camino”, concluyó, sobre lo que consideró “una ventana cada vez más positiva”.