El viernes el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca) informó que otorgó la primera licencia para la producción de cannabis medicinal e investigación científica, dentro de lo establecido por el decreto 46/015, que reglamenta la Ley 19.172, de regulación y control del cannabis. El proceso contó con una “evaluación técnica” del Ircca y de la Secretaría Nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo. La empresa que se hizo de la licencia es Fotmer Corporation SA (es una sociedad uruguayo-estadounidense), que ya está autorizada a desarrollar la primera etapa de su proyecto, “que tiene por objetivo principal el establecimiento de instalaciones de investigación, desarrollo y producción de extractos de cannabis enriquecidos en cannabinoides de perfil químico estandarizado y de grado farmacéutico”. La licencia es por un período de tres años, y la empresa cultivará plantas hembras de cannabis sativa, con una producción máxima autorizada de diez toneladas por año.

Julia Galzerano, vicepresidenta de la novel Sociedad Uruguaya de Endocannabinología –que, desde su creación, en mayo, reclama que se le dé más importancia al uso medicinal de la marihuana–, dijo a la diaria que la concesión de la primera licencia para producción de cannabis medicinal es una buena noticia y un “avance”. La especialista sabía de algunas empresas que se habían postulado para conseguir la licencia –de hecho, la diaria pudo averiguar que otra empresa inició los trámites en el Ministerio de Salud Pública (MSP)–, pero a Fotmer Corporation no la conoce, lo que para ella es una buena señal, ya que quiere decir que la implementación del cannabis medicinal regulado “de a poco se va moviendo”. En ese sentido, agregó que el gobierno implementó cambios que ayudaron. Por ejemplo, subrayó que pudieron convencer al MSP para que no se precise receta naranja para prescribir cannabis medicinal, porque eso sería ponerlo en la categoría de estupefaciente. El Decreto 298/017, de hace pocos días, establece la autorización de venta “bajo receta profesional”, es decir, blanca –común–, para las “especialidades farmacéuticas con cannabidiol como principio activo”.

Galzerano explicó que el cannabis medicinal legal que usan los médicos –por ahora, importado– tiene menos de 1% de THC –el compuesto psicoactivo–, por lo tanto “no es un estupefaciente”. En todo caso, si tuviera más de 1% se debería exigir receta verde, no naranja, ya que equivale a la morfina, según la especialista. “Eso a la gente capaz que no le llega mucho, pero para los médicos es importante, primero desde el concepto y después desde la practicidad”, agregó. Por último, dijo que “hay cultivadores que se están asociando” y que también quieren presentar proyectos para hacer lo mismo. “Hay mucha cosa en la vuelta que va a funcionar; esperemos”.