“La opción de recibir financiamiento para actividades médicas por parte de la industria de tecnologías médicas, insumos, fármacos y en general del complejo médico industrial está ampliamente naturalizada en todo el globo”, sostiene la Sociedad Uruguaya de Medicina Familiar y Comunitaria (Sumefac) en un comunicado de prensa que emitió esta semana, para difundir un documento en el que rechaza participar como auspiciante de cualquier actividad que sea financiada por la industria de tecnologías médicas. Sumefac entiende que se da un conflicto de interés institucional cuando una organización “no puede actuar en forma imparcial” o cuando su objetividad para cumplir con sus cometidos “se ve o puede verse afectada”.

Con palabras más llanas, la médica Virginia Cardozo, secretaria general de Sumefac (y senadora suplente del Frente Amplio), explicó a la diaria que “la declaración de conflicto de interés es algo que se está tendiendo a hacer en el mundo, valorando la influencia negativa que ha tenido la industria farmacéutica sobre las políticas de salud y sobre la práctica médica en general”. Agregó que para la industria “el negocio es la enfermedad, no la salud”, y que la búsqueda del lucro ha provocado efectos negativos en la salud de las personas. Mencionó que eso ocurre a todo nivel, como en la investigación, “impidiendo o ejerciendo presión para que no se publiquen investigaciones que sean negativas para ciertos productos farmacológicos”. Mencionó “la presión hacia los estados para que se incorpore o no cierta medicación, cierta vacunación o intervención médica” y la incidencia en la formación médica. Esa es, específicamente, la que le compete a Sumefac, y sobre la que se explayó en su declaración de conflicto de interés.

Además de declinar de participar como auspiciante de eventos, reuniones, proyectos de investigación o actividad formativa que sean explícitamente financiados por la industria médica, la declaración dispone que cuando un grupo de trabajo o miembro de Sumefac sea invitado a participar en una actividad representando a esa sociedad de forma institucional, se solicitará a la organización convocante “que especifique el modo de financiamiento de la misma” y se le informará sobre la posición asumida por Sumefac. Se establece que “cuando la propuesta presente tal relevancia que la participación institucional merezca realizarse a pesar de existir un compromiso explícito con la industria”, Sumefac podrá autorizar la participación, con dos condiciones: que el nombre y la imagen de Sumefac no aparezcan junto a los identificadores gráficos de las empresas patrocinantes y que, al momento de hacer su intervención, la persona o el grupo expliciten la declaración de conflicto de intereses. Si los organizadores no aceptan las condiciones, se deberá declinar la participación; el incumplimiento de las pautas definidas se considera una falta grave. Los médicos tendrán, a título personal, libertad para participar en actividades financiadas por la industria.

Cardozo insistió en la importancia de que la práctica médica se base en la mejor evidencia científica disponible. “Para eso tenemos que poder recibir la información adecuada, no la información que viene directamente de la industria farmacéutica, que tiene el sesgo del beneficio que la industria quiere obtener por la venta de su producto”, dijo, remarcando que es “un problema ético”.

Si bien la declaración de Sumefac apuntó específicamente a la formación médica, Cardozo también se refirió a la influencia que buscan hacer los visitadores médicos: “Si tengo en mi escritorio una lapicera, un calendario, aunque no lo quiera, inconscientemente, voy a tener mayor tendencia a recetar ese producto, aunque no necesariamente sea el mejor para ese momento o el más barato. Muchas veces el fármaco puede ser el adecuado pero hay otras fórmulas que son más accesibles y, sin embargo, por la presión de la industria no estamos haciendo una adecuada gestión de recursos”. Añadió que “muchas veces las visitas de visitadores médicos se toman casi como una instancia de formación, donde escucho al visitador como si fuera una persona que estuviera capacitada para informarme y formarme sobre un producto, y no lo es: es un vendedor que, con todo su derecho, realiza su tarea de la mejor forma posible, pero su tarea es de venta”. La médica comentó que muchas veces se prescriben “fármacos sin evidencia de que realmente sean mejores que el placebo y, sin embargo, son de uso habitual, y en eso la industria farmacéutica tiene un peso muy grande, no sólo a través de vínculos con la medicina sino a través de publicidad”, comentó.