“Vengo a decirles a ustedes, que fueron los que confiaron la vicepresidencia bajo mi responsabilidad. Vengo a poner a disposición de ustedes la vicepresidencia. Vengo aquí a renunciar a la vicepresidencia de la República”, dijo Raúl Sendic el 9 de setiembre ante el Plenario Nacional del Frente Amplio (FA), convocado justamente para analizar el informe del Tribunal de Conducta Política (TCP) de esa fuerza sobre las compras hechas por Sendic con la tarjeta corporativa de ANCAP cuando era presidente de ese ente. Sendic le comunicó la decisión al presidente Tabaré Vázquez y este la aceptó.

Raúl Sendic, el líder de la lista más votada en las elecciones internas del FA, hecho que lo catapultó a ser el compañero de fórmula de Vázquez en 2014, se había convertido en el blanco de la oposición por haber adquirido objetos de uso personal y servicios con una tarjeta corporativa del ente energético estatal y no poder comprobar que había devuelto el dinero.

Los hechos generaron que el tema de la ética en la gestión pública, tal como se fue imponiendo en otros países del continente, se volviera discusión de todos los días. El TCP del FA terminó tomando la conducta de Sendic como un tema a investigar de oficio el 14 de junio, y se pronunció el 24 de julio. Sobre el contenido de ese informe, que fue entregado al presidente del FA, Javier Miranda, se hicieron múltiples especulaciones, hasta que se hizo público y, en general, las opiniones coincidieron en que fue mucho más duro que lo que se especuló.

Sendic lo criticó en el Plenario, donde presentó su renuncia. “Yo no responsabilizo a los compañeros de la Mesa Política que votaron para se publicara el informe porque no lo conocían, pero sí lo conocía el presidente del FA, como también lo conocía yo, y por eso había solicitado que el informe fuera considerado directamente por este tribunal, que es el verdadero tribunal [en referencia al Plenario], porque es desproporcionado, infundado, porque no hay prueba de lo que dice el informe”, dijo Sendic antes de comunicar la decisión de renunciar.

En el informe, el TCP afirma que la responsabilidad de Sendic fue “múltiple”, entre otras cosas por haber desobedecido una normativa que él mismo impuso en ANCAP con respecto a la entrega de comprobantes de gastos. El TCP entendió que la actuación de Sendic “compromete su responsabilidad ética y política, con incumplimiento reiterado de normas de control”, y que los actos cometidos “no dejan dudas de un modo de proceder inaceptable en la utilización de los dineros públicos”. Como agravante, el TCP destacó el cargo que tenía Sendic (presidente del ente) y la forma en que respondió públicamente a los cuestionamientos a su conducta.

Lo cierto es que “la campaña de hostigamiento político” contra Sendic que constata el TCP en su informe, pero también los contenidos del propio informe, que derivaron en la renuncia del vicepresidente, generaron que los temas relacionados con la ética en la gestión pública se volvieran cotidianos. Además, cualquier irregularidad detectada, más allá del tamaño del impacto en los gastos del Estado, comenzó a considerarse una violación a la ética y los valores en la gestión pública. Así, empezaron a aparecer otros casos y comenzaron también a salpicar a la oposición, que aun hoy, con la situación que involucra al intendente de Soriano, Agustín Bascou, no termina de tener una posición monolítica.

Hay un antes y un después del informe del TCP del FA en la política nacional y en la gestión pública. La tolerancia hacia ciertas irregularidades parece acabada, y el cuidado de los dineros públicos, multiplicado. La propia Junta de Transparencia y Ética pasó a tener un protagonismo que no tenía y sus informes pasaron a tener un peso abrumador. Cambió la sensibilidad de la gente, y cambió la política. Esta vez, para bien.