–¿Cómo se acercó a los estudios del futuro?

–Me involucré cuando se introdujeron en mi país, a principios de los años 80. Cuando me gradué en la Universidad de Helsinki, trabajaba en un centro de investigaciones técnicas, donde había un proyecto que buscaba organizar los estudios del futuro en Finlandia, y mi tarea fue investigar cómo lo habían hecho otros países. Empecé a estudiar sus aproximaciones, sus métodos, cómo hacerlo. Luego de eso, ya como investigadora, me dediqué a temas como el futuro de las ciudades, el futuro de la construcción, de los medios. Es un campo fascinante, porque el futuro siempre está adelante: siempre hay un futuro, y está lleno de temas, pero es muy importante anticiparlo y estudiarlo, porque no hay un solo futuro. El futuro no está predeterminado, pero en realidad es visible en el presente; el futuro ya está aquí. Lo que planeamos hoy, incluso lo que pensamos, afecta al futuro, lo crea. Así que es una cosa seria cómo pensamos, cómo tomamos en cuenta al futuro. No debemos pensar que es algo que está muy lejos delante nuestro y llega de pronto o lentamente, sino que nosotros estamos construyendo el futuro a cada instante con nuestras acciones y nuestros planes. Es un área de estudios interesante e importante. Define la vida futura de una sociedad.

–Hay una especie de contradicción entre considerar que no existe el destino y al mismo tiempo admitir que no podemos saber todo lo que ocurrirá.

–Hay tres principios esenciales en los estudios del futuro. El primero es que no podemos predecirlo. Es una paradoja: decimos que solamente exploramos alternativas de futuro y anticipamos lo que puede pasar, pero no hacemos profecías. Las profecías acompañan a la humanidad desde tiempos inmemoriales, siempre hubo profetas, y aun en la Antigüedad había técnicas para predecir el futuro; en cambio, la aproximación científica se centra en explorar el futuro como posibilidades.

–¿Diría que la economía es la disciplina dominante en los estudios del futuro?

  • Es importante, por supuesto, pero no es la única. Es un campo multidisciplinario. Precisamos de la ciencia política, las ciencias sociales, las humanidades, la psicología, y de la tecnología, además de la economía. Debería encararse con equipos multidisciplinarios de todas estas áreas cada vez que se investiga el futuro o se hacen prospectivas para un lugar. Uruguay, por ejemplo, podría elaborar escenarios de su futuro y sería muy importante crear una visión para el país. Por supuesto, están las visiones políticas, y también las organizaciones civiles, las organizaciones no gubernamentales, de cada ciudadano. Todas pueden contribuir a una visión compartida, creada colectivamente. Luego se pueden imaginar diferentes escenarios sobre cómo podría verse Uruguay en, por ejemplo, 2040.

–O sea que no se trata sólo de describir sino de dar forma al futuro.

-Exacto. La idea de impactar en el futuro es el tercer principio. El primero es que no podemos predecirlo, el segundo es que no hay un solo futuro, pero sí un futuro preferible. Y el tercer principio es que podemos tener impacto en el futuro. El futuro no es una construcción teórica, sino algo que tenemos que tomar en serio. Siempre pensamos en él, en el corto, en el mediano, el largo plazo, pero se puede hacer sistemáticamente. Y hacerlo es esencial. Una nación sin una visión es una nación sin futuro. La razón es necesaria y puede ser creada colectivamente, pero no es suficiente. Tenemos que tener escenarios y pasos para llegar a ese futuro preferible.

–¿Qué herramientas se utilizan para eso?

–Me interesan especialmente los métodos de desarrollo, porque es lo que enseño como docente de estudios del futuro, pero actualmente hay más de 30 métodos distintos. Algunos se usan más, otros menos. Yo he utilizado combinaciones de distintos métodos. El método de los escenarios es de los más antiguos, pero yo creo que sigue siendo bueno, así que lo recomiendo. En realidad, lo preferible es combinarlo con otro métodos, como por ejemplo, teoría del juego, teoría de roles: hay escenarios, hay roles para el juego en ese escenario y uno puede jugar con los futuros.

–¿Cuál es el papel de la historia, de lo que ya ha pasado?

–También es importante. El futuro es una parte del concepto de tiempo; está la historia, el pasado, que es algo que tenemos que recordar y de lo que tenemos que aprender, pero no quedar presos de ellos; luego está el presente, el momento caliente, porque la historia todavía vive en él, y a la vez tenemos escenas del futuro. Historia, presente y futuro son un continuo que hay que tomar en conjunto. No es recomendable quedarse en ninguno de los tiempos: ni en el pasado, ni en el presente –más allá de lo dicho sobre carpe diem, vivir el momento– ni el futuro. De hecho, el futuro está ya en el presente, en forma de ideas, de semillas. Nosotros decidimos cuál plantar y cultivar.

–Usted ha trabajado con energías de neocarbono. ¿Qué son?

–Es un proyecto muy interesante y radical. En Finlandia queremos experimentar con tecnología e innovación; el fondo de innovación eligió financiarlo. La idea es movernos a un sistema totalmente renovable y descentralizado. Eso significa que cada hogar puede producir su propia energía. El concepto “neocarbono” significa que pensamos en el carbono de una manera nueva. Hasta ahora pensamos en él sólo como emisiones, pero en realidad el carbono es algo natural. El proyecto de neocarbono, que tiene como base tecnología alemana, es un proceso técnico que utiliza las emisiones de carbono que hay en el aire para llevarlas a un proceso de electrolisis, y luego almacenarlas para que estén disponibles para su uso posterior como energía. En este proceso no hay emisiones de carbono, sino al revés: tomamos carbono.

–¿Del aire?

–Sí. Tomamos dióxido de carbono como materia prima en proceso para hacer metano sintético, que se puede usar como combustible. Neocarbono implica pensar muchos conceptos de otra manera. De manera general, significa que vamos a apuntar a un sistema de energías totalmente renovables, a una sociedad peer-to-peer, descentralizada, en la que que los individuos y los hogares tienen la capacidad de producir ellos mismos la energía. Quizás la robotización y la automatización lleguen a un desarrollo tal que la gente no tenga que trabajar, pero hay muchas otras actividades relevantes en la sociedad. La tecnología y la digitalización pueden ayudar, pero tenemos que pensar de una manera totalmente nueva.

–Para vivir se necesita sentido, pero también un modo de sustento. Si hay menos trabajos, ¿cómo se asegura el ingreso? ¿Se piensa en una renta básica universal?

–La tecnología y la inteligencia artificial pueden hacer empeorar esa situación, pero hay que encontrar nuevas soluciones. Como dije, Finlandia gusta de experimentar, y se está pensando en seguridad social para todos. Hemos escogido al azar una muestra de desempleados que reciben una renta básica mensualmente. Y estudiamos qué hacen. Tenemos casos muy interesantes. Algunos se empoderaron y consiguieron trabajos no muy bien pagos pero que los satisfacen. Es un experimento muy caro, claro. Pero tenemos que hacerlo.

–¿La experimentación es una de las herramientas de los estudios del futuro?

–Sí. Recomiendo siempre, cuando surge una idea de la que no estamos seguros, que se haga un piloto. Con eso se disminuyen riesgos y costos.

–¿Una ciudad o un país pequeño, como Uruguay, pueden ser pilotos?

–Sí. Yo desarrollé un método llamado “análisis de pioneros”. En los estudios del futuro hacemos escaneos de horizontes, miramos cuáles son los impulsores del cambio. Hay señales e impulsos fuertes, que llamamos “megatendencias”, como la globalización, la digitalización y el cambio climático, y las tenemos que tener muy en cuenta a la hora de encontrar soluciones al tema del empleo. Luego hay tendencias, que también hay que considerar, y señales débiles, tendencias que pueden fortalecerse o no. La cuarta categoría son los “cisnes negros”, las sorpresas: tenemos que estar preparadas para ellas, como una crisis financiera. Hay impulsos, pero tienen distinta fuerza y son de distinto tipo: tenemos que identificarlos e interpretarlos. ¿Son oportunidades, riesgos? Por ejemplo, la robotización y la inteligencia artificial pueden ser amenazas, pero también pueden ser oportunidades de cierto modo.

–Otra cosa en la que trabajó es en inteligencia ambiental.

–Es una combinación de nueva tecnología y la necesidad de la gente de tener más seguridad, más confort en su vida privada, oficinas más funcionales y estimulantes. Ambiente aquí significa espacio. Inteligencia ambiental puede significar que haya microchips integrados a los muebles, sensores que detecten que nos estamos cansando y nos pregunten si queremos café. La interacción entre la gente y el espacio, entre la infraestructura física. No se trata sólo de la iluminación o la temperatura, sino de otros sentidos.

–¿Va a seguir cambiando la manera en que interactuamos físicamente con el mundo?

–Sí. Las interfaces tecnológicas son importantes para lograr que la tecnología no nos domine, sino que nos sirva. También es importante la relación entre humanos y naturaleza: todo lo que construyamos, casas o infraestructura, tiene que hacerse de una manera en la que los daños al medio ambiente sean mínimos. Tenemos que prestar atención a la interacción con la tecnología, con la naturaleza, y por supuesto, a la interacción humana.

–¿Cuán importante es la institucionalización de los estudios del futuro como parte del gobierno y la academia?

– Creo que es un elemento crítico para cada país. A la Universidad de Turku se le dice “la universidad del futuro”, porque tenemos mi departamento y un programa de maestrías y doctorados, por lo que es bastante única. No muchos países tienen algo así. Pero también existe en otras universidades. Cualquier universidad de cualquier país puede tener estudios del futuro, para estudiantes de distintas carreras. También es vital para el parlamento, el gobierno y las instituciones públicas, porque a menudo se piensa en estos temas, pero desde perspectivas muy sectoriales: los del ministerio de Transporte piensan sólo en infraestructura, los de Salud en salud, etcétera. La previsión, como le llamamos en el área pública, requiere de un pensamiento holístico. ¿Qué es la salud en la totalidad de la sociedad, qué es el transporte en toda sociedad?

–Se puede decir entonces que los estudios del futuro son como el planeamiento pero de una manera integral.

–Sí, es similar a, por ejemplo, el planeamiento urbano. La diferencia es que los estudios del futuro son sistemáticamente orientados a largo plazo. Sus horizontes son más lejanos y más amplios. Además, tienen métodos específicos y una actitud crítica. Está lo que llamo “pensamiento provocativo”. ¿Qué es una escuela, qué es un diario, qué es un hospital? Pensémoslo de manera diferente, para hacerlos mejor.

–¿Cómo puede ayudar Finlandia en esta área?

–Una manera es con intercambios estudiantiles, de profesores, de equipo, como la delegación del Comité del Futuro finlandesa que estuvo aquí. Tendría que haber interacción constante, porque el aprendizaje es para ambos lados. En los dos países hay bajos índices de corrupción, tenemos vecinos grandes, muchas cosas en común. Estamos dispuestos a ayudar. Sería bueno que tuviéramos estudiantes uruguayos en nuestros cursos de la universidad.

–Hablamos del rol de la interpretación y de la historia. ¿Cuál es el rol de la ficción en los estudios del futuro?

–Es uno de mis temas favoritos. Tiene que quedar bien claro que ciencia ficción y estudios del futuro son campos distintos, aunque tienen similitudes. La mayor diferencia es que en la ciencia ficción se puede escribir y listo; en cambio, en los estudios hay que tener evidencia. Pero usamos la ficción. En 2013, desde el Comité del Futuro, organizamos un concurso abierto de ensayos sobre “cisnes negros” para el futuro de Finlandia. Yo estuve en el jurado. Está publicado online [se puede leer, en inglés, en http://ladiaria.com.uy/UQ8]. Fue para estimular el pensamiento en el futuro, aunque fuera ficción. Se pueden combinar ese tipo de aproximaciones, siempre que tengamos en cuenta qué es ficción y qué es previsión basada en evidencia.